El torero, un ser distinto
Desde.muy pronto la vida del torero se convierte, respecto a los dem¨¢s, en algo muy excepcional. Aproximarse a la figura del torero es, a lavez, caminar hacia la soledad. En nuestra profesi¨®n, el ¨¦xito, el triunfo art¨ªstico, te a¨ªsla de los tuyos, te separa de los dem¨¢s.En cualquier profesi¨®n se alcanza la plenitud con la madurez, incluso en muchas de ellas s¨®lo en la vejez consigues el reconocimiento. Las relaciones que mantienes con los amigos, con las gentes en general, est¨¢n de acuerdo con la edad. Hay como una armon¨ªa entre tus conocimientos y tus relaciones, algo que nos parece natural.
En el toreo todo es distinto. Cuando los muchachos de tu edad siguen yendo, qu¨¦ s¨¦ yo, al colegio, o acuden a los primeros uabajos, o comienzan una carrera, el torero, si sigue si¨¦ndolo, lo m¨¢s probable es que ya haya conseguido la fama. Un torero es figura a una edad en que cualquier profesional no ha empezado siquiera a despuntar. Al rev¨¦s -salvo rar¨ªsimas excepciones-, cuando a los 40 a?os en cualquier profesi¨®n uno comienza a hacerse un hombre, el torero a esa edad hace tiempo que ha terminado su vida art¨ªstica. La desgracia para un torero es que decaen sus facultades f¨ªsicas cuando se est¨¢ en plenitud de facultades mentales. Socialmente, siempre se halla instalado, quiera o no, en una zona inaccesible a los m¨¢s propios.
El torero es, por la fuerza de las cosas, distinto de todos, distante para todos. Estas condiciones excepcionales requieren una vida propia, su forma particular de hacerse. El arte del toreo tiene diferencias tan grandes como las otras artes que requieren un adiestramiento, una formaci¨®n espiritual muy distinta.Las circunstancias en que te ves obligado a crear arte son especialmente adversas, excepcionalmente dificiles. Tienes que actuar seg¨²n un contrato que estipula de antemano el d¨ªa y la hora de la creaci¨®n. ?No va a ser dificultoso lograr cotas altas a hora fija y en tiempo estipulado? Escritores, pintores, escultores, poetas, m¨²sicos, etc¨¦tera, pueden elegir y trabajar en los momentos que a ellos les parecen m¨¢s adecuados o favorables. Toda expresi¨®n art¨ªstica requiere tiempo, maduraci¨®n.
El torero est¨¢ a merced del tiempo, la producci¨®n de su arte es instani¨¢nea. En segundos hay que ejecutar la proeza, y paramayor dificultad hay que realizarla con un animal que tiene otro tiempo y su propio temperamento, con una fiera que acomete y que no tolera rectificaciones. Siempre hay que dibujarla faena dentro de un c¨ªrculo de peligro y movimiento, y en medio, de tan dif¨ªciles condiciones, el torero tiene que lograr, si quiere serlo, expresiones art¨ªsticas que permanezcan en la memoria de los espectadores.
En un solo instante, al prove.cho de s¨®lo unos minutos, en circunstancias que nunca han sido por ¨¦l elegidas, tiene, sin embargo, que imprimir en el recuerdo del p¨²blico el arte imborrable de sus gestos, y adem¨¢s lo mejor que tiene el toreo es hacerlo de modo que no s¨®lo parezca f¨¢cil, sino que lo sea; sin correr, sin apresurarse, sin esforzarse; hay que hacerlo con mucha naturalidad.
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