Su ¨²nica victoria
MATAMOS, LUEGO existimos, es el escueto mensaje lanzado ayer por ETA a la sociedad espa?ola. Una vez m¨¢s se ha demostrado que matar, y matar sin riesgo para los ejecutores, es f¨¢cil. Mucho m¨¢s que explicar cu¨¢l pueda ser la utilidad de los cr¨ªmenes, el sentido de volver a sembrar dolor a voleo. Un somero parte militar rendir¨¢ cuenta de la acci¨®n, e incluso tal vez reservar¨¢ unas l¨ªneas a lamentar la muerte, que considerar¨¢ accidental, de una anciana que circulaba por los alrededores, as¨ª como las heridas de las dem¨¢s personas afectadas. Pero tales explicaciones s¨®lo servir¨¢n para acreditar nuevamente el vac¨ªo moral y la miseria ideol¨®gica de quienes han convertido la muerte en su ¨²nica v¨ªa de expresi¨®n. Porque, en efecto, resulta irrelevante que en la justificaci¨®n del crimen sea evocada la situaci¨®n vivida recientemente en Reinosa o la voluntad de forzar a "los poderes reales del Estado" a aceptar negociar. Igualmente in¨²til ser¨¢ buscar desde fuera explicaciones m¨¢s o menos sutiles, como la proximidad de las elecciones o el deseo de ensangrentar las fiestas de San Isidro. ETA act¨²a siempre que puede, con o sin elecciones, con o sin celebraciones. Siempre habr¨¢ unas elecciones en el horizonte, o en el inmediato pasado, o cualquier otro dato de la coyuntura susceptible de ser evocado. Pero el recurso a la violencia ser¨¢ la ¨²nica constante, la exclusiva se?a de identidad, el solo discurso identificable.Por ello resulta doblemente descorazonador que personas seguramente de buena fe se empe?en en discernir dentro de ese discurso aspectos apreciables junto a otros condenables. Uno de los testimonios ofrecidos en el programa televisivo dedicado el s¨¢bado en el programa Informe semanal a la situaci¨®n de Euskadi result¨® particularmente revelador. El p¨¢rroco de Hernani asegur¨® que en ETA "hay cosas buenas y malas". Los asesinatos y secuestros pertenecer¨ªan al segundo ep¨ªgrafe, pero otros aspectos ser¨ªan dignos de encomio. Sin embargo, hace a?os que la ¨²nica actividad de ETA consiste en asesinar, secuestrar, extorsionar, destruir. E incluso si, como hip¨®tesis, se admitiera que existe una intencionalidad pol¨ªtica ulterior en la realizaci¨®n de tales acciones -por ejemplo, forzar esa proclamada negociaci¨®n con los "poderes reales"-, se tratar¨ªa de una intencionalidad netamente antidemocr¨¢tica: obligar por la fuerza a que m¨ªllones de ciudadanos se plieguen a las exigencias de una minona cuya exclusiva credencial para erigirse en representante de los vascos consiste en que lo que demanda se exige mediante la violencia.
Los portavoces de Herri Batasuna, que pretenden el voto de determinados sectores sociales descontentos de la poblaci¨®n espa?ola en las pr¨®ximas elecciones al Parlamento Europeo, acaban de reiterar que no piensan condenar las acciones de ETA -aunque s¨ª podr¨ªan hacerlo cuando los autores pertenezcan a otros grupos-. Podr¨ªa considerarse contradictorio que se pretenda ganar apoyos de la poblaci¨®n no vasca a base de excusar c¨ªnicamente las muertes de viandantes como la ocurrida ayer en Madrid.
De cualquier manera, resulta irreconciliable a los ojos de la l¨®gica que pueda esgrimirse un deseo de participar en las instituciones y en el sistema democr¨¢tico aprovech¨¢ndose de la muerte agazapada en una calle de cualquier ciudad espa?ola.
La acci¨®n terrorista de ayer, por otro lado, denota tambi¨¦n en el plano operativo la creciente dificultad que va encontrando ETA. No obstante, los ¨²ltimos atentados realizados en Barcelona y Madrid deben servir de se?al de alarma del inicio de un terrorismo a¨²n m¨¢s indiscriminado y que puede aumentar el riesgo de v¨ªctimas en la poblaci¨®n civil, que carecen de ninguna condici¨®n especial para que puedan ser consideradas objetivos del terrorismo asesino de ETA.
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