Leyendo a Burgess despu¨¦s de los sesenta
La lectura del art¨ªculo de Anthony Burgess, 3 X 20 + 10, aparecido en EL PA?S el pasado 29 de marzo, ha sido una grata y estimulante experiencia para m¨ª, como persona que supera en un 10% los 70 a?os del ilustre escritor brit¨¢nico. Creo tambi¨¦n que otros muchos lectores habr¨¢n disfrutado con su lectura aunque no hayan alcanzado dicha edad.Las reflexiones de Burgess sobre la creatividad y la situaci¨®n de las personas de edad avanzada en la sociedad contempor¨¢nea no son s¨®lo de inter¨¦s para quienes han alcanzado o superado el l¨ªmite b¨ªblico de los 70 a?os. Deben serlo tambi¨¦n para las personas cuyas decisiones afectan al bienestar de una sociedad en la que el n¨²mero de individuos de edad avanzada aumenta ?incesantemente.
En 1970 se estimaba que viv¨ªan en el mundo unos 291 millones de personas mayores de 70 a?os, algo m¨¢s de un 8% de la poblaci¨®n mundial en aquel momento. Se calcula que para el a?o 2000 el n¨²mero se habr¨¢ elevado a 580 millones, cifra que corresponde a casi un 9,7% de los 6.000 millones que para entonces se espera que vivan en el mundo. Es ¨¦ste un fen¨®meno nuevo en la historia de nuestra especie. Durante el per¨ªodo de Neanderthal, menos de un 50% de la poblaci¨®n pasaba de los 20 a?os, y el 90% de los supervivientes no alcanzaban los 40.
No es dif¨ªcil comprender la veneraci¨®n que por la vejez se sent¨ªa en la antig¨¹edad cl¨¢sica si se tiene en cuenta el escaso n¨²mero de personas que llegaban a lo que hoy llamamos la edad avanzada. Cicer¨®n, en su hermoso ensayo sobre la vejez (De senectute), trata de explicar por qu¨¦ son tan pocas las personas que llegan a ella y, lament¨¢ndose del hecho, a?ade. "Si no fuera as¨ª, la vida ser¨ªa mejor y m¨¢s sabia". Porque la vejez es para Cicer¨®n la edad en que culminan las facultades intelectuales del hombre. He aqu¨ª lo que dice a este respecto: "La inteligencia, la raz¨®n y la prudencia son inherentes a la vejez; si no hubiera ancianos no podr¨ªan existir comunidades" Supongo que Burgess y cuantos hayan pasado de los 70 no ten (ir¨¢n inconveniente en aceptar la opini¨®n de Cicer¨®n.
Beethoven
Creo que Burgess tiene raz¨®n al Armar que la supuesta falta de creatividad de los viejos no es casi nunca culpa suya. Es verdad que la capacidad creadora pare ce alcanzar su m¨¢ximo nivel en la edad madura, mas no debe olvidarse que, aun en la sociedad actual, hay m¨¢s personas de edad madura que de edad avanzada. La mayor creatividad de la edad madura, por otra parte, no demuestra que la vejez cause necesariamente la completa anulaci¨®n de la creatividad. Evidentemente no siempre es as¨ª. Beethoven, a quien Burgess cita, escribi¨® sus m¨¢s grandiosos cuartetos en los ¨²ltimos a?os de su vida pero nada impide pensar que hubiera podido componer obras a¨²n m¨¢s grandiosas si hubiera vivido m¨¢s. Tal fue el caso de Ver di, que escribi¨® sus dos mejores ¨®peras, Otelo y Falstaff a los 73 y a los 80 a?os, respectivamente. Si Verdi hubiera muerto, como Beethoven, a los 56 a?os, no hubi¨¦ramos conocido nunca Aida, la Misa de R¨¦quiem, Otelo y Falstaff. Si Beethoven hubiera vivido 80 a?os y hubiera vuelto a interesarse por la ¨®pera, ?no hubiera sido capaz de componer una ¨®pera m¨¢s importante que Fidelio? Personalmente pienso que hubiera podido hacerlo, pero es imposible demostrarlo.
El caso de S¨®focles escribiendo la ¨²ltima de sus tragedias cuando se acercaba a los 90 a?os y el de Goethe terminando la segunda parte de Fausto y la cuarta de sus memorias (Dichtung und Wahrheit) cuando hab¨ªa cumplido los 80, unidos al de Tiziano, mencionado por Burgess, demuestran que la edad avanzada no es siempre incompatible con la creaci¨®n literaria y art¨ªstica.
El estudio de las relaciones entre edad y creatividad ha dado lugar a opiniones muy dispares en el caso de los cient¨ªficos. Se dice generalmente que los matem¨¢ticos alcanzan sus creatividad m¨¢xima a edad muy temprana. A este respecto se cita con frecuencia el caso del matem¨¢tico franc¨¦s Evaristo Galois (1811-1832), cuya contribuci¨®n a la teor¨ªa general de la soluci¨®n algebraica de ecuaciones fue realizada antes de los 20 a?os. ?Cu¨¢les hubieran podido ser sus contribuciones si no hubiera cometido la estupidez de dejarse matar en un duelo a los 21 a?os?
Pero hay ejemplos como el de Gauss (1777-1855), el pr¨ªncipe de las matem¨¢ticas, que mantuvo su actividad creadora hasta muy cerca de su muerte, a los 78 a?os. Los astr¨®nomos, en cambio, parecen distinguirse por mantener su capacidad creadora hasta edad muy avanzada. Tal es el caso del astr¨®nomo ingl¨¦s Halley, muerto a los 86 a?os.
De los qu¨ªmicos se ha dicho que alcanzan su m¨¢xima creatividad entre los 30 y los 40 a?os. Esta opini¨®n se funda en el estudio realizado por el qu¨ªmico norteamericano T. Midgley, en 1944, en el que se recoge la edad de los autores de 85 "descubrimientos" importantes en qu¨ªmica. La mitad de dichos descubrimientos fue realizada por qu¨ªmicos de menos de 35 a?os. Midgley concluye, en consecuencia, que la m¨¢xima creatividad de los qu¨ªmicos se alcanza entre los 30 y 40 a?os. Pero es dudoso, que los 85 descubrimientos estudiados constituyan una muestra adecuada para evaluar la creatividad de los qu¨ªmicos. Por otra parte, en un estudio realizado por otro qu¨ªmico norteamericano, H. C. Lehman, en 1936, se concluye, m¨¢s razonablemente a mi juicio, que los qu¨ªmicos han llevado a cabo su obra "mejor conocida" entre los 30 y los 59 a?os, y que los qu¨ªmicos, en conjunto, han contribuido con distinci¨®n al progreso de su ciencia a edades comprendidas entre los 20 y los 80 a?os.
Un caso extraordinario
El caso m¨¢s extraordinario entre los qu¨ªmicos es sin duda el del qu¨ªmico franc¨¦s Eugenio Chevreul (1786-1889), el fundador de la qu¨ªmica de las grasas, quien mantuvo su actividad credora hasta su muerte, a los 103 a?os. El caso de Chevreul, para m¨ª una de las figuras m¨¢s interesantes de la historia de la Qu¨ªmica, es extraordinario; pero dado el peque?¨ªsimo n¨²mero de qu¨ªmicos centenarios que conozco, tendr¨ªamos que concluir que la proporci¨®n de qu¨ªmicos que mantienen su capacidad creadora hasta haber alcanzado un siglo de edad es elevad¨ªsima.
El estudio del efecto de la edad sobre la creatividad, o sobre cualquier funci¨®n fisiol¨®gica, encierra enormes dificultades. El m¨¦todo generalmente empleado consiste en comparar medidas pertinentes, obtenidas en personas distribuidas en grupos de distinta edad. Pero un grupo de personas de 75 a?os, por ejemplo, no es estrictamente comparable con uno de 25 a?os. El primero est¨¢ integrado por los supervivientes de un grupo que ten¨ªa 25 a?os 50 a?os antes. Se trata, pues, de un grupo seleccionado por la muerte. Supongamos que la creatividad media del grupo de 75 a?os es significativamente menor que la del grupo de 25 y aceptemos el resultado sin preocuparnos de la validez de las medidas utilizadas. El resultado puede indicar, efectivamente, que la creatividad disminuye con la edad, pero puede indicar tambi¨¦n que los individuos desaparecidos en el curso de los 50 a?os que separan a los dos grupos han sido precisamente aquellos con mayor capacidad creadora. Su desaparici¨®n da lugar a que la creatividad media del grupo de 75 a?os sea inferior a la del grupo de 25 a?os. El resultado, evidentemente, no autoriza a concluir que la edad cause un descenso de la creatividad, puesto que no conocemos la creatividad de los desaparecidos. Espero que el lector no caiga en la tentaci¨®n de concluir de este ejemplo que una elevada capacidad creadora en la juventud favorece la muerte prematura.
El descenso de la actividad creadora en cient¨ªficos que han traspasado la edad madura puede deberse a causas diversas. Muchos de ellos, por la misma importancia de su obra, se ven obligados a aceptar cargos y obligaciones que pueden ser ¨²tiles para la sociedad pero que los apartan de la actividad cient¨ªfica, una de cuyas condiciones indispensables es la continuidad. No es necesario ir muy lejos para encontrar elocuentes ejemplos de este resultado. Por el contrario, como lo demuestra el caso singular de Chevreul y otros que podr¨ªa citar entre mis propios colegas, quien contin¨²a con su actividad cient¨ªfica suele conservar una envidiable capacidad creadora. Creo que Burgess se hace cargo de este hecho al escribir: "Que el trabajo mantiene a raya las miserias de la vejez es un t¨®pico aburrido, pero es verdad". No s¨¦ si el t¨®pico es aburrido; el trabajo cient¨ªfico desde luego no lo es. Con esta salvedad, suscribo calurosamente la afirmaci¨®n de Burgess.
Uno de los aspectos que m¨¢s me agrada del art¨ªculo de Burgess es el optimismo con que habla de continuar estudiando la lengua inglesa despu¨¦s de haber cumplido los 70 a?os. Para un literato que escribe en ingl¨¦s esto es, a fin de cuentas, lo mismo que es para un hombre de ciencia continuar activo en su campo de trabajo.
El detallado an¨¢lisis de su historia cl¨ªnica que hace Burgess me lleva a pensar que, para ¨¦l, las limitaciones que la edad avanzada impone se deben muchas veces a las enfermedades frecuentes en esta edad m¨¢s que al mismo proceso de envejecimiento, considerado como un proceso fisiol¨®gico. En contra de una opini¨®n muy extendida, la vejez no es una enfermedad, aunque muy frecuentemente as¨ª lo parezca, y se acompa?e de enfermedades. El mantenimiento de un buen estado de salud es, por supuesto, fundamental para alcanzar una vida larga y productiva; pero no debemos olvidar que no podemos vivir indefinidamente. Como escribe Bernard Shaw en el pr¨®logo de El dilema del doctor: "No trate de vivir eternamente. No lo conseguir¨¢". Una preocupaci¨®n excesiva por la salud no es seguramente la mejor manera de mantener la capacidad creadora.
La inevitabilidad de la muerte debe servir para que tratemos de emplear los a?os que nos quedan de vida cultivando al m¨¢ximo posible nuestra actividad en el campo de nuestro particular inter¨¦s, sin preocuparnos demasiado del n¨²mero de a?os de vida que nos quedan. Tengo la impresi¨®n que Burgess comparte esta opini¨®n, y me alegra que as¨ª sea.
Jubilaci¨®n temprana
Muy acertadamente se?ala Burgess la incongruencia de la sociedad moderna, obsesionada con la jubilaci¨®n temprana de las personas de edad, sin preocuparse de prepararlas para que puedan disfrutar del ocio al que las condena. M¨¢s grave es todav¨ªa el despilfarro de actividad creadora que supone la jubilaci¨®n forzosa de quienes a¨²n sienten deseo de seguir trabajando y est¨¢n en condiciones de hacerlo.
Dice Burgess que los viejos esperan la muerte actualmente jugando al bingo, y esta frase me hace recordar la que escribe Cicer¨®n en una ¨¦poca en la que, seg¨²n creo, no hab¨ªa jubilaci¨®n anticipada: "La vejez es el acto final del drama de la vida, y debemos abandonarla cuando la representaci¨®n se torna aburrida, sobre todo cuando hemos tenido una vida llena".
Para terminar, quisiera se?alar un punto del art¨ªculo que no considero del todo correcto. Burgess pone en boca de Chaucer (1340?- 1400) la frase: "La vida es corta, el arte es largo de aprender". Es posible que esta frase, como dice Burgess, saliese del coraz¨®n de Chaucer; pero la frase, como seguramente habr¨¢n adivinado muchos lectores, es el primero de los famosos aforismos de Hip¨®crates, que Chaucer tradujo al ingl¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.