Del cine silenciado
El autor de este art¨ªculo refresca la memoria de la caza de brujas o represi¨®n del sector progresista del cine de Hollywood hace 40 a?os. Un telonero de la depuraci¨®n fue Ronald Reagan. Y hoy, cuando ¨¦ste es presidente de Estados Unidos, se ven de cerca los efectos de aquella batida contra la libertad.
Hay efem¨¦rides y aniversarios sobre los que se pasa de puntillas, en silencio y sin hacer ruido, incluso en el mundo del cine, que es el mundo del oropel y de la publicidad masiva. El verano pasado la Prensa espa?ola apenas glos¨® la muerte de nuestra entra?able actriz Rosita D¨ªaz Gimeno, exiliada y fallecida en Nueva York, a pesar de que Rosita fue el prototipo avanzado de la mujer moderna en el imaginario popular republicano, en contraste con los arquetipos tradicionales, ruralistas y folcl¨®ricos, que le disputaron la fama en las pantallas. Han tenido que ser dos universidades neoyorquinas (Cornell University y Wells College) las que han recordado a esa gran mujer y actriz, a quien califiqu¨¦ en estos foros, como ya lo hab¨ªa hecho alguna vez en Espa?a, como la sonrisa de la Rep¨²blica.
Ahora parece que la consigna del silencio se va a extender sobre el cuadrag¨¦simo aniversario del inicio de la caza de brujas en Hollywood, en la que se inici¨® la operaci¨®n pol¨ªtica destinada a depurar a la industria del cine americano de sus elementos m¨¢s progresistas, despedidos de sus puestos de trabajo y en algunas ocasiones incluso encarcelados.
El a?o 1947 queda ahora muy lejos, pero se nos torna un poco m¨¢s cercano cuando pensamos que en ese a?o Ronald Reagan, un actor de segunda fila (propuesto, no obstante, para protagonizar Casablanca) era el presidente del Sindicato de Actores de Hollywood. Su ascenso posterior al m¨¢ximo estrellato pol¨ªtico ha significado, no que el cine se haya apoderado de la pol¨ªtica, sino que la pol¨ªtica se ha apoderado del cine. Lo ha confirmado, entre otras cosas, la reanudaci¨®n del ciclo cinematogr¨¢fico de la guerra fr¨ªa, clausurado durante la distensi¨®n pol¨ªtica de Kennedy, resurgido con pel¨ªculas como Amanecer rojo, de John Milius; Noches de sol, de Taylor Hackford, y los Rambo, Cobra y Rocky IV, erigidos a la mayor gloria del culturista Stallone.
El fin de un vuelo
Fue en marzo de 1947 cuando la Comisi¨®n de Actividades Antiamericanas del Congreso anunci¨® su intenci¨®n de iniciar su inquisici¨®n pol¨ªtica sobre Hollywood, que se abri¨® oficialmente en las audiencias p¨²blicas de Washington, en octubre de aquel a?o. Han pasado 40 a?os, en los que Hollywood ha transitado desde el apogeo de la serie negra (exponente del realismo cr¨ªtico en aquellos a?os) a la era de la televisi¨®n y de los fastos macroespectaculares y el neoinfantilismo de Spielberg y de Lucas. Hemos volado, en una palabra, de las junglas de asfalto en claroscuro a las guerras intergal¨¢cticas en pantallas macrosc¨®picas. No voy a detallar todo lo que se ha perdido en este vuelo vertiginoso, que ha enterrado definitivamente al viejo Hollywood forjado en la era de Roosevelt.
Recuerdo ahora, al hilo de estas reflexiones, una visita que hice a los estudios Paramount, invitado por sus ejecutivos. La ¨²nica persona interesante que encontr¨¦ en mi meticuloso recorrido fue al anciano guarda de la puerta, que se resist¨ªa a la jubilaci¨®n, y que pod¨ªa explicar todav¨ªa lo que fueron aquellos estudios en sus d¨ªas de gloria. Me cont¨® que cuando Adolph Zukor, fundador de la Paramount y quien morir¨ªa centenario, visitaba de cuando en cuando su viejo reino, s¨®lo se entreten¨ªa charlando con ¨¦l de los fantasmas del pasado (Lubitsch, Billy Wilder, Gloria Swanson, De Mille) y ni siquiera se molestaba en saludar a los nuevos j¨®venes y agresivos timoneles de la empresa, formados en los departamentos de mercadotecnia de las universidades. Pues bien, este anciano guarda me cont¨® la hermosa an¨¦cdota necr¨®mana seg¨²n la cual Cecil B. De Mille pidi¨® ser enterrado mirando hacia los estudios en los que labr¨® su carrera y su fama. Pens¨¦ entonces, por asociaci¨®n de ideas, en el protagonista de Accatone, de Pasolini, quien ped¨ªa al sepulturero que la luz del sol acariciase su tumba.
La izquierda Hollywoodense
Sic transit gloria mundi. Aquella izquierda hollywoodense, que milit¨® contra la guerra de Espa?a, ser¨ªa destrozada y desperdigada entre 1947 y 1951. Alvah Bessie combati¨® en Espa?a y fue encarcelado en Texas. John Howard Lawson escribi¨® el gui¨®n de Blockade, en favor de la Rep¨²blica agredida, y fue tambi¨¦n a parar a la c¨¢rcel. La actitud de los profesionales de Hollywood ante la guerra de Espa?a tiene uno de sus mejores testimonios hist¨®ricos en el telegrama que Carner Ribalta, comisario de Espect¨¢culos de la Generalitat catalana, envi¨® en marzo de 1937 a Charles Chaplin, presidente del Comit¨¦ de Ayuda a Espa?a, en el que le dec¨ªa: "Ante vuestro gesto de adhesi¨®n causa republicana y ante vejaci¨®n ex generales rebeldes prohibiendo en territorio ocupado vuestros filmes y los de Clark Gable, James Cagney, Paul Muni, Bette Davis, Marlene Dietrich, Miriam Hopkins, Joan Crawford, Gary Cooper, Wallace Beery, Douglas Fairbanks jr. Johnny Weissmuller, Buster Keaton y Hermanos Marx, le remito a usted y sus compa?eros homenaje de simpat¨ªa y admiraci¨®n pueblo de Catalu?a (que representa el 60% del p¨²blico cinematogr¨¢fico de Espa?a) y el cual prepara festivales en su honor y vuestros compa?eros". Hoy sabemos que el apoyo pol¨ªtico a la Rep¨²blica Espa?ola se convertir¨ªa en un elemento de sospecha y de acusaci¨®n para el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas, que acus¨® a sus responsables de antifascismo prematuro (es decir, de antifascismo anterior al de la II Guerra Mundial).
Han pasado 40 a?os de la caza de brujas, de la depuraci¨®n maccarthysta de Hollywood. Hace pocas semanas muri¨® el guionista Waldo Salt, una de sus numerosas v¨ªctimas. Desapareci¨® en el olvido. Pero los resultados de aquella purga est¨¢n bien a la vista en la era de Ronald Reagan, el primer actor que lleg¨® a ser presidente de Estados Unidos de Am¨¦rica.
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