Un reto para el desarrollo
La cumbre de Venecia se plantear¨¢ con toda probabilidad la necesidad de establecer una mayor cooperaci¨®n entre los pa¨ªses desarrollados para aumentar la tasa de crecimiento econ¨®mico, superar la inestabilidad de los tipos de cambio y los desequilibrios en el comercio internacional.
Los representantes de los siete grandes pa¨ªses van a tener ante sus ojos la belleza de Venecia. Pero, por encima de ella, van a tener que enfrentarse inevitablemente a un paisaje mundial mucho m¨¢s sombr¨ªo.Est¨¢ en primer lugar la amenaza de una nueva recesi¨®n. Las previsiones de crecimiento econ¨®mico han resultado excesivamente optimistas. Por t¨¦rmino medio en los pa¨ªses desarrollados apenas se alcanza un 3% de crecimiento, en el futuro pr¨®ximo las previsiones se sit¨²an por debajo del 2%. De ah¨ª se seguir¨¢ en el peor de los casos un aumento del desempleo, y en el mejor de los casos un estancamiento del problema. A este futuro se a?ade la urgencia de resolver el d¨¦ficit de la balanza de pagos norteamericana; si no se ataja, la debilidad del d¨®lar seguir¨¢ creando problemas de inestabilidad internacional en los tipos de cambio, por m¨¢s medidas que se tomen en cuanto a su gesti¨®n. Pero si el problema del d¨¦ficit presupuestario norteamericano entra en v¨ªas de soluci¨®n veremos desaparecer del mercado mundial -v¨ªa importaciones a EE UU- m¨¢s de 100 billones de d¨®lares de demanda anuales. ?Qui¨¦n podr¨¢ ampliar la demanda en el mercado mundial hasta cubrir ese hueco? Alemania Occidental ni puede ni adem¨¢s parece que quiere. Jap¨®n, amenazado con un descenso de su potencial exportador por un Gobierno norteamericano que hasta ayer acomod¨® perfectamente su expansi¨®n a la penetraci¨®n de productos japoneses en EE UU, tampoco puede llenar el hueco. En resumen, la necesaria resoluci¨®n del d¨¦ficit norteamericano puede llevar a una contracci¨®n significativa de la demanda a nivel mundial.
La deuda externa
De la mano del fantasma de una nueva recesi¨®n viene otro: el agravamiento del problema de la deuda externa. Porque si alguien va a sufrir esta nueva recesi¨®n es, en primer lugar, Am¨¦rica Latina, cuyo mayor mercado de exportaci¨®n es Estados Unidos. Esto reabre la urgente necesidad de reconsiderar y resolver el problema de la deuda externa.
Los siete pa¨ªses reunidos en Venecia no pueden dejar de lado el hecho de que el sistema asentado en aplazamientos y renegociaciones t¨¦cnicas de la deuda, por un lado, y en la actual pol¨ªtica ortodoxa monetarista del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, impuesta como condici¨®n al aplazamiento, parece que no funciona: la combinaci¨®n de pol¨ªticas deflacionistas para los pa¨ªses en desarrollo y de altos tipos de inter¨¦s en los mercados internacionales han estrangulado las posibilidades mismas de desarrollo de tales pa¨ªses, y, con ellos, la posibilidad de que cumplan sus compromisos con respecto a la deuda externa a partir de un crecimiento de sus exportaciones. Si ¨¦sta es la situaci¨®n t¨ªpica de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, los pa¨ªses del ?frica subsahariana se enfrentan no ya con el estancamiento econ¨®mico: su futuro es, pura y simplemente, sobrevivir a las sequ¨ªas, el hambre, las enfermedades y la miseria.
Junto a ello, los representantes de los siete pa¨ªses m¨¢s desarrollados deber¨¢n considerar otro hecho obvio: son muy pocos los pa¨ªses que hoy dan un 0,7%. de su IPIB para ayuda y asistencia internacional, siguiendo el objetivo oficial de las Naciones Unidas para los pa¨ªses de la OCDE.
?ste es el panorama: la amenaza de una nueva recesi¨®n y el agravamiento del problema de la deuda. Tales perspectivas llevan, indudablemente, a una multitud de consideraciones. La primera y principal es que, si se hace un balance de los ¨²ltimos a?os, habr¨ªa que concluir que los a?os ochenta, hasta ahora, han sido a?os perdidos en la perspectiva de un desarrollo mundial. Es m¨¢s: que ¨¦ste s¨®lo ser¨¢ posible si se toman medidas de gran calado en los dos frentes antes mencionados.
En primer lugar, se precisa un replanteamiento de la relaci¨®n en el tri¨¢ngulo Jap¨®n-EE UU-Europa: ni pueden continuar las guerras comerciales, que casi ya se ha convertido en una escena cotidiana, ni la resoluci¨®n del problema del d¨¦ficit norteamericano puede ser abordada de un modo insolidario y en solitario. Las guerras comerciales deben dar paso a un relanzamiento conjunto de las econom¨ªas desarrolladas: se puede crecer, no hay nada que lo impida, si se hace conjuntamente. Y esto es particularmente evidente en Europa. En segundo lugar, se precisa una expansi¨®n de la demanda, a nivel mundial. Y esto no es algo que s¨®lo afecte a los pa¨ªses desarrollados.
El potencial de crecimiento de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo 3e ha estrangulado. Y con ¨¦l las perspectivas de una ampliaci¨®n de la demanda mundial. La deuda externa debe ser radicalmente repensada y concebida como un coste de desarrollo del mundo en su totalidad, que ha de ser costeado por todos. Adem¨¢s debe ser tratada del mismo modo que se trata a la deuda p¨²blica en cualquier pa¨ªs -una deuda a muy largo plazo que se amort¨ªza en la medida en que existe crecimiento.
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