Melki Makhandar
Las dos vidas de un compositor de ¨®pera
El pianista, compositor, core¨®grafo y escritor Melki Makhandar, que el lunes present¨® en un bar de Madrid el cuento-comedia musical Pianisla o el sue?o del archipi¨¦lago secreto, basado en la mitolog¨ªa de las islas Canarias y de sus primeros habitantes, los guanches, tiene cinco a?os. Los otros 50 que nutren su anatom¨ªa y su existencia los vivi¨® como Michel Conte, un ciudadano franco-canadiense que fue bailar¨ªn, director de escena en televisi¨®n y profesor de danza y expresi¨®n corporal, entre otras actividades, y que un buen d¨ªa mand¨® una carta a los peri¨®dicos anunciando su propia muerte.
"Un ser humano, y m¨¢s si es un artista", dice, "se da cuenta de cu¨¢ndo se acaba un per¨ªodo de su vida y de que, si no quiere acabar como un funcionario, esperando los 65 a?os y la jubilaci¨®n, debe cambiar. Yo soy una persona creativa y no ten¨ªa m¨¢s remedio que morirme y empezar a renacer. Y me mat¨¦. Mat¨¦ al otro".Atr¨¢s quedaron, entre otras p¨¢ginas del curr¨ªculo, m¨¢s de 300 programas en la televisi¨®n, las coreograf¨ªas de los grandes ballets canadienses, tres centenares de canciones, varios ¨¢lbumes, cursos como profesor en Jap¨®n, actuaciones con la Orquesta Sinf¨®nica de Montreal y la composici¨®n de la m¨²sica de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1976. Tras 25 a?os en Canad¨¢, nac¨ªa Melki Makhandar y se instalaba en Tenerife, una isla, dice ¨¦l, con forma de piano de cola.
"Cuando llegu¨¦ a Tenerife empec¨¦ mi novela Los pastores. Despu¨¦s volv¨ª a Suiza, a terminar un elep¨¦, y no pude continuarla hasta que regres¨¦ de nuevo a la isla", prosigue Melki Makhandar. "Poco a poco descubr¨ª su lado m¨¢gico, como descubr¨ª que el archipi¨¦lago canario ten¨ªa siete islas. Yo, que soy m¨²sico, las identifiqu¨¦ con las siete notas; yo, que me intereso por la astrolog¨ªa, las identifiqu¨¦ con los siete planetas. Pens¨¦ que las Canarias eran un peque?o sistema solar, donde cada isla era un planeta. Quiz¨¢ era un sue?o superrealista. Pero precisamente Andr¨¦ Breton escribi¨® en Tenerife su manifiesto su perrealista en 1935, y yo creo que las ondas se quedan en los lugares en que se producen. Hay un cuadro de Oscar Dom¨ªnguez, pintado en 1930, que representa un drago, el ¨¢rbol sagrado que s¨®lo se da all¨ª, cuya savia es del color de la sangre humana, y que tiene a su pie un piano de cola. Me sorprendi¨®. Es la forma de la isla".
Y Melki Makhandar escribi¨® y compuso Entre el agua y el fuego, que ahora presenta como Pianista, dedicado a Tenerife, y que hace en Madrid hasta el jueves d¨ªa 11, inclusive. Dice que es un juego on¨ªrico pasado por la m¨²sica, la actividad que m¨¢s le interesa de su polifac¨¦tica vida. Y es que, seg¨²n ¨¦l, habr¨ªa que cambiar la Biblia, porque en el principio no era la palabra: "En el principio era el sonido, y el sonido se hizo m¨²sica. Incluso la poes¨ªa, que tambi¨¦n he cultivado, es una m¨²sica verbal". En proyecto tiene un musical, cuyo gui¨®n ya est¨¢ terminado, sobre las pasiones que el f¨²tbol provoca. "Querr¨ªa ser el primero en hacer un musical espa?ol exportable". Se le ocurri¨® que el portero lleva el n¨²mero uno y es un ser solitario.
Que Emilio Butrague?o lleva el siete, signo cabal¨ªstico donde los haya, y que el cinco es el dorsal habitual del l¨ªbero. Y el cinco, explica, en numerolog¨ªa significa fuerza. Melki Makhandar parece dispuesto a seguir haciendo diana. A meter goles.
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