Gobernar de otra manera
AUNQUE UNA cosa son las elecciones legislativas, otra las municipales y auton¨®micas y otra las europeas, el an¨¢lisis en bruto de los comicios de ante ayer indica que el PSOE ha perdido 1,5 millones de votos en un a?o. Y casi tres millones desde su victoria en las legislativas de 1982. Sigue siendo el primer partido del pa¨ªs, con gran distancia todav¨ªa respecto a AP, que no se beneficia del desgaste socialista, y sin que los avances del CDS sean tan significativos como para poder considerar que ha surgido una alternativa a corto plazo. Pero el declive socialista es indudable, y la necesidad en que se encuentra el PSOE de concluir pactos para seguir gobernando en municipios y autonom¨ªas significa una merma considerable de su poder. Las elecciones contribuir¨¢n a dinamizar la vida pol¨ªtica. El sistema de partidos se har¨¢ m¨¢s fluido. El se?uelo del bipartidismo se ha acabado. La sociedad espa?ola es m¨¢s plural que la imagen proyectada por los resultados de 1982. El PSOE y AP mantienen una correlaci¨®n de fuerzas similar a la establecida en las ¨²ltimas legislativas, pero entre ambos han perdido en tan corto plazo de tiempo tres millones de votos, que se han dispersado entre el CDS, la izquierda comunista y los partidos nacionalistas y regionalistas. Parece como si el electorado no impugnara tanto el significado de la actual mayor¨ªa como la utilizaci¨®n que el Gobierno ha venido haciendo de ella.
Muchos de los perjudicados por la p¨¦rdida de poder del PSOE en las administraciones local y auton¨®mica -incluyendo los miles de concejales y los cientos de diputados auton¨®micos que han de abandonar el puesto, y con ¨¦l el sueldo y los gastos a?adidos dirigen ahora sus ojos, quiz¨¢ con rencor, hacia la Moncloa. En Madrid, escenario de las movilizaciones antigubernamentales que han abrumado a los viandantes durante los ¨²ltimos cinco meses, se culpa al Gobierno de haber desviado contra Leguina y Barranco los efectos de, esa sorda irritaci¨®n. Se piden explicaciones. Felipe Gonz¨¢lez est¨¢ obligado a darlas, pero no ¨²nicamente a esos perjudicados que ahora se desmarcan, sino a cuantos prestaron su apoyo al proyecto de modernizaci¨®n simbolizado por la consigna del cambio. Mucho m¨¢s si se tiene en cuenta que el propio Gonz¨¢lez baj¨® a la arena electoral, participando en m¨ªtines y en programas televisados pidiendo el voto para su partido. Es inadmisible que un pol¨ªtico que concurre a demandar los votos de los electores con argumentaciones incluso de Estado (ser¨ªa mejor para el pa¨ªs que hubiera coherencia entre el Gobierno central y las municipalidades) no comparezca para ofrecer un balance de los resultados de los comicios.
Si el presidente es capaz de interpretar el aviso que le. ha sido dirigido tiene que comenzar por admitir que este Gobierno no le sirve ya, en la medida en que su pol¨ªtica haya influido en el declive electoral del PSOE. Es preciso gobernar de otra manera. Tanto si procede a una remodelaci¨®n amplia del Gabinete, que el pa¨ªs ya pide a voce s, como si se atrinchera en el principio de autoridad, eso va a influir en el seno del partido socialista. Por otra parte, como secretario general del mismo, deber¨¢ encarar el 31? Congreso, previsto para fines de a?o. Ser¨¢ la ocasi¨®n en que pondr¨¢ a prueba su capacidad para resistir tambi¨¦n la adversidad y para realizar una autocr¨ªtica, hasta ahora ausente de los comportamientos gubernamentales.
Alianza Popular est¨¢ m¨¢s o menos donde estaba, pero con tendencia evidente a la baja. La satisfacci¨®n moral de Hern¨¢ndez Mancha por haber demostrado que los antiguos socios no sumaban nada a Coalici¨®n Popular se ve empa?ada por una p¨¦rdida de m¨¢s de un mill¨®n de votos en las municipales (respecto a las legislativas de hace un a?o), por el hecho de que Fraga mantiene el tipo en las europeas algo mejor que el conjunto del partido en las locales y por la circunstancia de que algunos regionalistas que antes concurrieron amparados bajo el paraguas de AP obtienen ahora mejores resultados. Las perspectivas electorales del conservatismo a ultranza no son buenas.
Quien tiene la papeleta m¨¢s dif¨ªcil, y tambi¨¦n la m¨¢s brillante, es el CDS. Se confirma. como tercera fuerza, con tendencia a crecer, y consigue extender territorialmente su implantaci¨®n. La situaci¨®n de ¨¢rbitro que le otorgan los resultados en numerosos ayuntamientos y algunas importantes comunidades le obligar¨¢ a abandonar su relativa indefinici¨®n. No se comprometi¨® respecto a la OTAN, ha callado calculadamente ante el fondo de los problemas planteados durante los ¨²ltimos meses en el terreno social y Su¨¢rez apenas ha roto su enigm¨¢tico silencio en el Parlamento. Ello le ha permitido avanzar en la construcci¨®n del partido sin divergencias o fricciones. Pero ahora no tendr¨¢ m¨¢s remedio, por poner un ejemplo, que decidirse por otorgar la alcald¨ªa de Madrid a Barranco o negociar con AP otra alternativa. Tanto si opta por la abstenci¨®n cr¨ªtica, abriendo paso al PSOE (tal vez en alianza con Izquierda Unida), como si prefiere un pacto con alguien, el CDS perder¨¢ la virginidad, aunque est¨¢ por ver con arreglo a qu¨¦ liturgia.
Estas son algunas lecciones principales que pueden extraerse del 10 de junio. Menci¨®n aparte merece la situaci¨®n creada en el Pa¨ªs Vasco, la evoluci¨®n del voto en Catalu?a y el serio deterioro socialista en sus feudos tradicionales de Sevilla y Valencia. De esto nos hemos de ocupar en d¨ªas venideros. Pero sirva para cerrar esta primera reflexi¨®n la constataci¨®n de una buena noticia, no por sabida menos grata de ser reconfirmada: la democracia espa?ola funciona a satisfacci¨®n. Se produce con procedimientos electorales limpios y con un nivel de adhesi¨®n popular muy importante. Muchos van a intentar pasar factura a unos y otros de las p¨¦rdidas o ganancias obtenidas en los comicios. Pero no conviene olvidar que, en ¨²ltima instancia, ¨¦stos son el fiel reflejo de la voluntad soberana y libre de los ciudadanos de este pa¨ªs, acostumbrados a ir ya a las urnas en perfecto orden, normalidad y esp¨ªritu de convivencia. Y este es un hecho a¨²n demasiado novedoso entre nosotros como para dejar de apreciarlo en su justa y generosa medida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.