Poes¨ªa 'heavy'
Hay que rebanar de una vez por todas el extendido juicio sobre la violencia en el cine y valorar cada sangrante pedazo de carne seg¨²n criterios que en nada tienen que ver la moral y el supuesto eslab¨®n edificante del arte. No es lo mismo Sylvester Stallone que Sam Peckinpah. No es lo mismo Acorralado que Grupo salvaje.La violencia de Peckinpah -bien aprovechada comercialmente, eso s¨ª, como su principal se?a de identidad- tiene siempre detr¨¢s una sustancia humana; nace, la mayor¨ªa de las veces, de un desarraigo vital. Y aunque en su trayectoria vacilante t¨ªtulos como Los arist¨®cratas del crimen o Clave: Omega no lleguen a convencer o convenzan poco, otros, como Mayor Dund¨¦e o ?Quiero la cabeza de Ajedo Garc¨ªa! son un tratado de poes¨ªa elevados al cubo por su naturaleza regia, febril, desgarradora y violenta.
Paladares
?Quiero la cabeza de Afredo Garc¨ªa! precisamente, es la pel¨ªcula que esta noche, o esta madrugada, emite TVE, y es buena. No para todos los paladares, naturalmente, pero s¨ª para quien a¨²n crea que para hablarnos de la tr¨¢gica existencia de un ser humano hay que ser tr¨¢gico. De la tragedia de Bennie nos da cuenta ?Quiero la cabeza de Afredo Garc¨ªa! Bermie es un fracasado pianista remojado en alcohol que para poder costear su futuro matrimonio, aceptar¨¢ ser, por tierras mex¨ªcanas, un cazar recompensas. Aceptar¨¢ dar caza, y la dar¨¢, a Alfredo Garc¨ªa, y con su cabeza putrefacta emprender¨¢ el camino de vuelta, dejando tras de s¨ª un r¨ªo de sangre, puesto que la sencilla trama ir¨¢ complic¨¢ndose como en un cuento de la serie negra.No hay que enga?arse por las apariencias. ?Quiero la cabeza de Afredo Garc¨ªa! cierto, es un filme extremadamente violento, y no se anda precisamente con rodeos Peckinpali al visualizar esa violencia. Pero detr¨¢s de la fachada, penetrando en las tripas siempre a la vista de sus personajes y, principalmente, en las de nuestro protagonista, Bennie, hay en esta pel¨ªcula una rom¨¢ntica mirada a la desesperada realidad. Como en Huston, los grados del alcohol perforan sensibilidades. Como en Fuller, las r¨¢fagas de p¨®lvora conducen a una loca pasi¨®n hacia las criaturas que las padecen.
Como en el buen cine, y ?Quiero la cabeza de Afredo Garc¨ªa! es de lo mejor de Peckinpah, el impacto indiscutible de su fiereza lleva no s¨®lo al genuino placer de la contemplaci¨®n, sino tambi¨¦n a la meditaci¨®n.
La revisi¨®n de la obra de este cineasta ha quedado un tanto perjudicada por la reiteraci¨®n con que otros directores han utilizado sus hallazgos (esos ya t¨®picos ralenties sobre un cuerpo en su ¨²ltima ca¨ªda). su cine era contrario a la transparencia, era evidente que alguien estaba contando una historia de alguna manera y esa cautela entre lo que se narraba y el espectador es lo que hace, insistimos, que sus filmes no sean violentos sino, simplemente, cine.
Por la tarde, La pr¨®xima estaci¨®n, un filme de Mercero, un relato de costumbres que no figura precisamente en los lugaares de honor de su filmografia.
?Quiero la cabeza de Alferdo Garc¨ªa! se emite hoy a la una de la madrugada en TVE 1.
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