5.000 millones
LA COTA de 5.000 millones que acaba de alcanzar la cifra de poblaci¨®n mundial debiera ser motivo de seria consideraci¨®n. Hasta hace relativamente poco, los ben¨¦ficos efectos de la revoluci¨®n cient¨ªfica y la revoluci¨®n industrial, que determinaron un asombroso descenso de la tasa de mortalidad y una multiplicaci¨®n de la cifra de producci¨®n de alimentos, parec¨ªan no tener ninguna contrapartida. Pero ahora la situaci¨®n es distinta.A principios del siglo XIX, los habitantes de la Tierra eran s¨®lo 1.000 millones. En no mucho m¨¢s de un siglo esta cantidad se duplic¨®, y en menos de otro medio, entre 1930 y 1975, volvi¨® a duplicarse, para totalizar 4.000 millones. El fantasma de una nueva duplicaci¨®n de la cantidad actual se acerca a un ritmo algo menos r¨¢pido, aunque parece lo m¨¢s probable que nos visite antes de 100 a?os.
Hablando en t¨¦rminos malthusianos, el problema que se plantea es cu¨¢ntas duplicaciones m¨¢s de habitantes podr¨¢ soportar este mundo. Pero cualquiera que sea la cifra que responda a esta pregunta, no ser¨ªa ni mucho menos suficiente que la humanidad tratara de acomodarse a ella. Las proporciones relativas de crecimiento de la poblaci¨®n mundial no son menos preocupantes que la cifra global absoluta. El control de natalidad no es el mismo en los pa¨ªses ricos que en los pa¨ªses pobres. Hacia 1950, la poblaci¨®n de los pa¨ªses ricos e industrializados era del 34%. Habida cuenta del veloz crecimiento de habitantes en los pa¨ªses no. desarrollados, muy bien puede suceder que para el a?o 2000 los pa¨ªses ricos o mas industrializados representen un 20%.
Si a esta tendencia al desequilibrio entre pa¨ªses desarrollados y no desarrollados a?adimos la consideraci¨®n de algunos otros factores, como la proliferaci¨®n y la expansi¨®n de las grandes ciudades (puede que para entonces la capital de M¨¦xico pase de los 30 millones de habitantes y que Calcuta y Bombay lleguen a los 20 millones), el agotamiento de algunos recursos planetarios -como el petr¨®leo o el f¨®sforo- o el deterioro que puede significar para el ambiente terrestre una eventual elevaci¨®n de la temperatura climatol¨®gica inducida por la energ¨ªa que consuman tantos miles de millones de personas, resulta f¨¢cil percatarse de que la bomba de la poblaci¨®n mundial constituye una amenaza no muy inferior a la carrera de armamentos.
Hacerle sitio a otros 5.000 millones de seres humanos no ser¨¢ f¨¢cil. Ni ser¨¢ posible sin el recurso a la imaginaci¨®n y al desarrollo de una tecnolog¨ªa capaz de resolver el problema energ¨¦tico. Entre los planes dise?ados por hombres de ciencia hay modelos duros, apoyados en la energ¨ªa de origen nuclear y la organizaci¨®n social centralizada, que ofrecen la posibilidad de multiplicar por 20 la cifra de poblaci¨®n actual, y modelos blandos, apoyados en el desarrollo de la energ¨ªa solar y la descentralizaci¨®n social, que exigir¨ªan el l¨ªmite de 8.000 a. 10.000 millones de habitantes. Esperemos que entre uno y otro la humanidad sepa encontrar un camino claro que la mantenga suficientemente alejada del desastre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.