Escaso eco de Harold Pinter
Harold Pinter ha hecho una breve escapada a Avi?¨®n para asistir al estreno en Francia de tres de sus obras: Une sorte d'Alaska, Victoria Station y Un pour la route, esta ¨²ltima recientemente presentada en Barcelona por el Teatre Lliure con el t¨ªtulo de L'¨²ltima copa.
Las tres obras han sido interpretadas por miembros de la Com¨¦die Fran?aise -entre ellos, Claude Winter, decana de los soci¨¦taries, Michel Aumont y Jean le Poulain, administrador general de la Com¨¦die- bajo la direcci¨®n de Bernard Murat.
Huelga decir que el trabajo de los c¨®micos ha sido excelente y la acogida del p¨²blico (las localidades para las nueve funciones se agotaron antes del estreno), un¨¢nimemente cordial. Pero lo que me parece interesante destacar en esta cr¨®nica no es el valor art¨ªstico de las producciones de la Com¨¦die ni el trabajo de sus miembros, y mucho menos la calidad del teatro de Pinter, sino el escaso eco que ha tenido en los ambientes art¨ªsticos e intelectuales que rodean el festival -y que, de hecho, se alimentan de ¨¦l- la presencia, por primera vez en Francia, de un Pinter pol¨ªtico que aborda, en Un pour la route, el tema de la tortura. Dicho de otro modo: unos a?os atr¨¢s, no muchos, una obra que abordase dicha tem¨¢tica habr¨ªa provocado en Avi?¨®n una serie de debates, con participaci¨®n de miembros de partidos pol¨ªticos, asociaciones pro derechos humanos, Amnesty International, etc¨¦tera. Hoy, por el contrario, la gente se limita a aplaudir el trabajo de los actores, especialmente el del se?or Le Poulain (que interpreta el personaje del torturador, el mismo que en el Lliure encarnaba Ferm¨ª Reixach), famoso actor c¨®mico, muy querido del p¨²blico del bulevar, y al que en la cr¨ªtica francesa le reconoce en esta ocasi¨®n su esfuerzo en contenerse, su tacto al interpretar el personaje de Nicol¨¢s, el torturador. Como dice Henry-Jean Servat, en Lib¨¦ration: "Le Poulain ne fait plus d¨¦sormais le con".
El horror cotidiano
La tortura, pues, parece no interesar al culto y otrora hipersensibilizado p¨²blico de Avi?¨®n. Lo cual no hace sino darle la raz¨®n a Pinter cuando afirma: "En la actualidad, existen por lo menos tinos 90 pa¨ªses en los que la tortura es una pr¨¢ctica corriente, algo rutinario y plenamente aceptado. Cada detenci¨®n, cada encarcelamiento suelen ir acompa?ados de torturas. Lo que ocurre, dice el autor brit¨¢nico, es que, a diferencia de los a?os cincuenta en que los campos de concentraci¨®n eran todav¨ªa una herida abierta, hoy podemos f¨¢cilmente ignorar la tortura precisamente porque se ha convertido en algo habitual, en un horror cotidiano".Harold Pinter, 57 a?os, hijo de un zapatero jud¨ªo del East End, que conoci¨® la variante brit¨¢nica del fascismo en su carne adolescente; que fue objetor de conciencia y procesado como tal; que se dio a conocer como maestro en las martingalas del lenguaje, del lenguaje utilizado como "smoke screen", es hoy un miembro del CND (Campaing for Nuclear Disarmament), contaba en Avi?¨®n, a quien quisiera escucharle, que un Pour la route naci¨® como una respuesta rabiosa -y l¨²cida- a la detenci¨®n (acompa?ada de 45 d¨ªas de incomunicaci¨®n total), procesamiento y condena a ocho a?os de trabajos forzados de dos miembros de la Asociaci¨®n Turca por la Paz. Y tambi¨¦n contaba indignado, a quien quisiera escucharle, c¨®mo debajo del campo de su club de criket en el Buckinghamshire, se hab¨ªa construido en 1984 un b¨²nker de tres pisos destinado a albergar el cuartel general de la fuerza nuclear norteamericana en Europa. El centro de operaciones de las bases at¨®micas norteamericanas en Europa debajo de un campo de criket, ?qu¨¦ tema para una obra de Pinter! Pero el p¨²blico culto de Avi?¨®n pasaba, como suele decirse, de esas futilidades y parec¨ªa mucho m¨¢s interesado en saber qu¨¦ posible, relaci¨®n hab¨ªa entre el padre ciego de Une sorte d'Alaska y el viejo Edipo. "Evidentemente, ninguna", se limit¨® a responder el autor brit¨¢nico.
No ha habido pues, en Avi?¨®n, debate alguno sobre la tortura, pero s¨ª lo ha habido en torno al tema de la cultura y los medios de comunicaci¨®n. La culture est-elle victime des media?, era el t¨ªtulo del debate organizado por el peri¨®dico Le Monde con motivo del 40? aniversario del festival, aniversario al que el prestigioso diario franc¨¦s se ha querido sumar, adem¨¢s, con la edici¨®n de un n¨²mero especial dedicado a evocar, a trav¨¦s de cr¨®nicas y comentarios cr¨ªticos, esos 40 a?os de creaci¨®n teatral.
En torno a Dani¨¦le Heymann, responsable de la secci¨®n de cultura de Le Monde, se reunieron Antoine Vitez (director del Th¨¦?tre National de Chaillot), Michel Cardoze (TF-1), France Roche (Antenne 2), Guillaume Gronier (la SEPT), Alain Crombecque (director del Festival de Avi?¨®n), Bernard Faivre d'Arcier (ex director del festival) y Andr¨¦ Fontaine (director de Le Monde), para hablar de cultura (o mejor, de teatro) y de los medios de comunicaci¨®n (en concreto, de la televisi¨®n).
Cada cual defendi¨® "sa boutique", y si con Pinter no hubo debate o, si prefieren, hubo un conato de debate de ciegos y sobre ciegos, el de Le Monde termin¨® por parecer un debate de sordos.
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