Honecker, en Bonn
EL ANUNCIO de que Erick Honecker, dirigente m¨¢ximo del partido y jefe del Estado de la RDA, visitar¨¢ la Rep¨²blica Federal de Alemania en septiembre, tiene un alcance pol¨ªtico indiscutible, precisamente porque tal visita ha sido reiteradamente aplazada por causas muy concretas, que hoy han desaparecido. La invitaci¨®n fue hecha en 1981 por el entonces canciller, Helmut Schmidt, y durante seis a?os no ha sido posible materializarla. Las repetidas anulaciones del viaje, en dos casos despu¨¦s de haber sido anunciado, ten¨ªan como causa de fondo la tensi¨®n creada en las relaciones Este-Oeste por la cuesti¨®n de los euromisiles.Pero, adem¨¢s, el proyecto chocaba con dos obst¨¢culos muy concretos, muy dispares el uno del otro: Mosc¨² y la derecha del Partido Democratacristiano alem¨¢n. El primer obst¨¢culo ha desaparecido. El segundo se ha reblandecido, aunque es significativo el retraso y frialdad de los comentarios del partido del canciller Kohl al anuncio de la visita. La derecha alemana se opone a todo cuanto signifique reconocer, de modo visible, la existencia de dos Estados alemanes. En cuanto a Mosc¨², siempre ha temido que una normalizaci¨®n entre Berl¨ªn Este y Bonn pudiese convertirse en un factor de presi¨®n sobre la evoluci¨®n europea, susceptible de escapar a su control. Pero hoy Gorbachov tiene sobrados motivos para considerar que, tanto para su pol¨ªtica hacia Europa occidental como para fortalecer las corrientes de reforma en los pa¨ªses del Este, la visita le conviene.
El aspecto m¨¢s importante del anunciado viaje del m¨¢ximo dirigente de la Alemania del Este es que no se trata de un hecho aislado. Se enmarca dentro de un proceso de cambios significativos que se han producido en los ¨²ltimos a?os y que se traducen en una intensificaci¨®n de las relaciones entre las dos Alemanias. El clima ha mejorado desde 1984, al aumentar el n¨²mero de ciudadanos de la RDA que han recibido permiso para emigrar a la RFA. A la vez, las autorizaciones para visitar Alemania Occidental se han multiplicado de manera a¨²n m¨¢s notable. Se calcula que este a?o unos dos millones de personas de la RDA visitar¨¢n la otra Alemania. Cuando se llega a tales cifras, salta a la vista el anacronismo del muro de Berl¨ªn, donde se siguen produciendo de tarde en tarde tr¨¢gicas muertes. Adem¨¢s, el anuncio hecho ayer de una amnist¨ªa general y la abolici¨®n de la pena de muerte en la RDA contribuir¨¢, sin duda, a un acercamiento de buena voluntad al mundo occidental.
A la vez, el incremento de los intercambios econ¨®micos y comerciales es considerable, como se refleja en acontecimientos como la Feria de Leipzig, en la que cada a?o la participaci¨®n de la RFA adquiere una importancia mayor. Crece, adem¨¢s, el peso del componente cultural en los intercambios entre las dos Alemanias. En el terreno estrictamente pol¨ªtico, son interesantes las relaciones entre el Partido Socialdem¨®crata de la RFA y el Partido Comunista, que gobierna en la RDA. Juntos han elaborado un proyecto de zona denuclearizada en el centro de Europa. Todo ello responde a una voluntad, bastante amplia en las opiniones p¨²blicas, de concertar criterios y buscar coincidencias.
El programa del viaje de Honecker por la RFA ofrece la ocasi¨®n de tomas de contacto con realidades distintas. En Renania-Westfalia ser¨¢ recibido por el socialdem¨®crata Rau y, en cambio, en Baviera, por el l¨ªder socialcristiano Strauss. En el Sarre visitar¨¢ su lugar de nacimiento y se encontrar¨¢ con familiares ¨ªntimos. Por encima del aspecto sentimental, esta visita al Sarre -independientemente de las intenciones de Honecker- ser¨¢ una confirmaci¨®n de que la actual divisi¨®n de Alemania tiene algo de artificial, y, por tanto, transitorio. M¨¢s all¨¢ de unas estructuras estatales impuestas por la historia no es posible negar la existencia de una realidad nacional alemana, que parte de la intimidad m¨¢s profunda de las personas y de las familias.
Es inevitable por ello que el viaje de Honecker suscite recelos, y no s¨®lo en los pa¨ªses del Este. En realidad, empieza a ser posible un nuevo enfoque del problema alem¨¢n, no en clave de revanchismo, sino de distensi¨®n y europe¨ªsmo.
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