Secretos de matrimonio
Celos y acusaciones de lesbianismo en la historia de una pareja que se disputa la custodia de su hija
Nada en su recatado aspecto de colegiala un poco crecida permite intuir la fuerza y la palabra f¨¢cil con que Montserrat Gallart, de 34 a?os, profesora de franc¨¦s en un instituto de Barcelona, defiende su derecho a ejercer la maternidad. ?ngel Aranega, su marido, un maestro industrial qu¨ªmico de 31 a?os, al que los acontecimientos parecen haber sumido en el estado de profunda ansiedad que revela su desali?ado aspecto, reivindica con menores recursos dial¨¦cticos, pero, hasta ahora, con mayor ¨¦xito, su derecho a la paternidad. La decisi¨®n del juez de otorgar al padre la custodia de Marta, la hija de ambos, de cuatro a?os, ha desencadenado un espectacular strip tease de los c¨®nyuges ante la opini¨®n p¨²blica, cuyo plato fuerte han sido las relaciones homosexuales que supuestamente la mujer ha mantenido con una de sus alumnas.
Montserrat y ?ngel iniciaron su relaci¨®n, a principios de los a?os ochenta, en un instituto de la poblaci¨®n barcelonesa de Gav¨¢. Ella ocupaba una plaza de profesora agregada de franc¨¦s y ¨¦l tras haber fracasado en su intento de llegar a las aulas universitarias mediante la prueba de acceso para mayores de 25 a?os, se propon¨ªa alcanzar la titulaci¨®n necesaria de COU para poder iniciar los estudios de psicolog¨ªa. "Quiz¨¢ fue el inter¨¦s que demostraba por las cosas, su af¨¢n por superarse, lo que hizo que Montserrat se fijara en ¨¦l", explica una amiga de la mujer desde hace m¨¢s de 22 a?os. "Y tambi¨¦n sus ojos; entonces ?ngel era mucho m¨¢s atractivo", agrega.Nada hac¨ªa prever en la vida de ambos j¨®venes su futura relaci¨®n. Montserrat, hija ¨²nica de una familia menestral catalana afincada en el casco antiguo de Barcelona, realiz¨® sus estudios primarios y secundarios en la escuela Vedruna Gr¨¢cia, regentada por religiosas carmelitas. Posteriomente, se licenci¨® en filolog¨ªa cl¨¢sica y francesa, simultaneando sus estudios universitarios con los de alem¨¢n, italiano y griego moderno.
?ngel es el segundo hijo de una familia granadina que despu¨¦s de la guerra civil emigr¨® a Argelia, donde un pariente explotaba una hacienda agr¨ªcola en la que su padre se emple¨® de capataz. En 1956 (?ngel ten¨ªa entonces 13 meses), cuando la virulencia de la guerra de Argelia les oblig¨® a regresar a Espa?a, los Aranega se instalaron en el entonces incipiente cintur¨®n industrial de Barcelona, en Cornell¨¢ primero y en Viladecans despu¨¦s.
El hijo menor de los Aranega inici¨® en esta ¨²ltima localidad los estudios de formaci¨®n profesional ("yo era un mal estudiante", confiesa), en la rama de electr¨®nica primero, para decidirse despu¨¦s por la qu¨ªmica. Mientras cursaba la maestr¨ªa industrial en Barcelona consigui¨® un puesto en una empresa, en la que trabaja todav¨ªa, dedicada a la elaboraci¨®n de materias primas para la fabricaci¨®n de cosm¨¦ticos.
Inquietud religiosa
A sus 19 a?os, antes de incorporarse al servicio militar en Barbastro (Huesca), ?ngel sinti¨® una "inquietud religiosa" que le movi¨® a interesarse por movimientos como los Testigos de Jehov¨¢, los Hare Krishna y los evangelistas, y a inicarse en los principios de la filosof¨ªa china y del budismo.Mientras ?ngel simultaneaba las clases con el trabajo en la f¨¢brica, Montserrat realiz¨® dos viajes de estudio al extranjero, uno a Francia y otro a Alemania. En los a?os de la adolescencia y de su primera juventud, "la relaci¨®n de Montserrat con los chicos era la normal de una ¨¦poca en la que todo era pecado", recuerda su amiga.
"Sal¨ªamos de excursi¨®n con frecuencia, pero nunca demostr¨® ning¨²n inter¨¦s especial por las chicas", afirma ¨¦sta, que s¨®lo concede un escaso margen de un 1% a la posibilidad de que Montserrat sea lesbiana y haya mantenido relaciones homosexuales. ?ngel, por su parte, mantuvo en esa ¨¦poca relaciones ocasionales con varias chicas. "Lo normal", dice ¨¦l. "Bastantes", replica Montserrat.
Para ?ngel, Montserrat fue su primera relaci¨®n seria, estable, mientras que ella, tres a?os mayor que ¨¦l, ya hab¨ªa vivido un primer fracaso matrimonial. "Nos separamos de mutuo acuerdo", asegura Montserrat sobre su primer matrimonio sin querer proftindizar. "Estuvo casada con un maestro, pero ¨¦l se hizo comunista y la dejaba en casa mientras asist¨ªa a reuniones y pegaba carteles por las calles. Se separaron sin problemas y me parece que ¨¦l se fue a Nicaragua, creo que con otra chica", explica la amiga.
"Antes de casarme con Montserrat rompimos varias veces, siempre a causa de su car¨¢cter hist¨¦rico", se?ala ?ngel. "Eso pertenece a nuestra vida privada", responde Montserrat, que elude contestar la mayor¨ªa de las preguntas que no conciernen directamente a la decisi¨®n judicial de conceder la custodia de la ni?a a su esposo.
"Todo lo que ha ocurrido", consiente en concretar, "es a causa de sus enormes celos y de su car¨¢cter posesivo. Yo no ten¨ªa libertad para ejercer mi profesi¨®n, ya que a ¨¦l no le gustaba que me relacionara con mis compa?eros fuera del instituto y tampoco ve¨ªa con buenos ojos los intercambios, una actividad esencial en la ense?anza de los idiomas modernos".
La actitud de su esposo no fren¨® la iniciativa de Montserrat, que el 30 de abril ¨²ltimo particip¨® como acusadora en el concurso de la televisi¨®n auton¨®mica catalana Vost¨¨ jutja (Usted juzga) en el que se juzg¨®, de forma ficticia, la actitud de un farmac¨¦utico que se negaba a facilitar metadona a un drogadicto. Aunque en el fallo de los distintos jurados populares del programa se produjo un empate -no consideraron la actitud del farmac¨¦utico ni tolerable ni inadmisible-, Montserrat, que defendi¨® el suministro de la metadona, venci¨® y gan¨® un premio de 640.000 pesetas.
Las fotos
La presencia en el domicilio familiar de una alumna de Montserrat y "las atenciones que ambas se dispensaban" indujeron a ?ngel a sospechar de una posible relaci¨®n homosexual de su mujer. ?ngel ide¨® un plan con la intenci¨®n de obtener pruebas concluyentes. Se provey¨® de una sencilla c¨¢mara fotogr¨¢fica ("una Kodak provista de cubo-flash", precisa) y, acompa?ado de un amigo y una amiga, se introdujo sigilosamente en el piso."Las sorprendimos desnudas en la cama. Al vernos, se taparon r¨¢pidamente, pero, aunque no soy un fot¨®grafo experto, logr¨¦ disparar la c¨¢mara", asegura. Los negativos, "cuya autenticidad resiste cualquier examen pericial", seg¨²n ?ngel, han sido entregados al juez. "Me da igual lo que haga mi mujer, pero no puedo tolerar que su conducta influya en la ni?a, y aquel d¨ªa Marta se encontraba en la habitaci¨®n vecina", precisa para justificar su conducta. Montserrat, por su parte, niega que haya mantenido relaciones homosexuales.
El enfrentamiento entre los c¨®nyuges ha desembocado en un r¨ªo de acusaciones y reproches mutuos que, en buena parte, se ci?en a cuestiones de ordim dom¨¦stico y econ¨®mico. "No voy a consentir que se quede con el fruto de 16 a?os de mi trabajo", afirma Montserrat, que, tras la decisi¨®n del juez, ha tenido que regresar con su familia, junto a la que lucha por recuperar a su hija "y nuestro hogar". "Mi mujer", ironiza ¨¦l, "siempre ha exigido el piso, el aparcamiento y la. ni?a, por este orden".
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