?Currito, si t¨² quisieras!
?NGEL CEBRI?N, De no haber sido noble el cuarto toro de la tarde, ca¨ªdo en suerte a Curro V¨¢zquez, la afici¨®n barcelonesa hubiera cre¨ªdo estar ante un torero legionario. De largo citaba el torero al Ib¨¢n con la muleta y a ella se arrancaba como un tren, en prolongada carrera y excelente de tranco. Cargaba la suerte Curro V¨¢zquez, planchada la franela, y de aqu¨ª lo transportaba all¨¢ en series cortas de derechazos rematados con el pase de pecho, barriendo el lomo. El tendido vibraba, los ol¨¦s se multiplicaban y al bueno de Currito -?ay, si ¨¦l quisiera!-, el de los detalles medidos, le brotaba del alma la vena torera de conquistar el triunfo. Entre serie y serie el torero se desmelenaba, pimiento morr¨®n su cara y su toreo portentoso, verdadero y categ¨®rico. No era este Curro V¨¢zquez el de los detalles escasos, sino otro: un Curro plet¨®rico de poder¨ªo, al que tambi¨¦n le salieron, aunque pocos, algunos detalles, tales como la intenci¨®n espartana de aguantar tarascadas y ga?afones al que abr¨ªa plaza.
Ib¨¢n / C
V¨¢zquez, Ortega Cano, JerezanoToros de Baltasar Ib¨¢n, de juego desigual. Curro V¨¢zquez: Ovaci¨®n y saludos; oreja. Ortega Cano: oreja; ovaci¨®n. Jerezano: dos vueltas al ruedo; palmas. Plaza de Barcelona, 19 de julio.
La l¨ªnea elitista de figura del toreo lleva firma propia con Ortega Cano. Sabedor del oficio, dominador de t¨¦cnica y con un regusto especial para depurarse cada d¨ªa m¨¢s, estuvo este diestro plet¨®rico ante el segundo Ib¨¢n, al que tore¨® con el cite justo y exacto el temple.
Jerezano mostraba su inmadurez como matador de reciente alternativa. En suerte tuvo al tercer Ib¨¢n, el mejor de la corrida y que tras su descarada cabeza atesoraba templanza y bonancible condici¨®n a nada que le bajara en enga?o d¨¢ndole sitio. Ni una cosa ni la otra hizo el diestro desaprovechando la oportunidad. Encimista ante el sexto ahogaba la embestida y proporcionaba el bostezo al personal.
Babelia
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