Contra el terrorismo
EL LLAMAMIENTO de la ejecutiva del PSOE recordando la responsabilidad de todos en la lucha contra la violencia terrorista es oportuna. Se produce en un momento en que, efectivamente, es m¨¢s necesaria que nunca la m¨¢xima colaboraci¨®n entre instituciones y fuerzas sociales, sometidas al chantaje brutal del terrorismo y al que, a caballo de ¨¦ste, han empezado a ejercer determinadas sectores buscando imponer sus concepciones antidemocr¨¢ticas.Debe reconocerse que el margen de maniobra que tiene el Gobierno entre estos dos chantajes es muy estrecho, pero hay que subrayar de nuevo que en el cumplimiento de su tarea tiene todo el apoyo de los millones de espa?oles que le han votado y el de todos los dem¨®cratas que desean el fin del terrorismo y el fin tambi¨¦n de las maquinaciones que se urden a su amparo para recortarles la libertad. Las exigencias que la prensa de la caverna ventea estos d¨ªas no tienen como ¨²nico objetivo terminar con el terrorismo, sino reducir el espacio pol¨ªtico constitucional y democr¨¢tico. Estamos asistiendo a una intensa campa?a de opini¨®n que intenta hacer creer a los ciudadanos espa?oles que el ¨¦xito en la lucha contra el terrorismo pasa por la impunidad de los excesos y abusos policiales, por el recorte y aun la supresi¨®n de algunas libertades y por la acumulaci¨®n de mayor poder -por encima incluso de los poderes constitucionales del Estado- en las fuerzas de seguridad. Urge que el Gobierno socialista se desmarque de esta maniobra.
En la intoxicaci¨®n se suele aludir indirectamente, sin mencionarlas -posiblemente porque eso resultar¨ªa incluso excesivo para el pudor de quienes las rememoran-, a las pr¨¢cticas supuestamente il¨ªcitas que la clase pol¨ªtica, la Prensa y la opini¨®n p¨²blica han tolerado en otros pa¨ªses europeos en la lucha antiterrorista. Se trata de buscar una complicidad, o cuanto menos cierta comprensi¨®n, para el caso de que se reproduzcan aqu¨ª esos m¨¦todos.
A pesar de la buena voluntad que cabe atribuir al llamamiento socialista, resulta inconsentible que su texto recoja frases de animosidad contra la publicaci¨®n de informaciones que, como las referentes a los detalles de la muerte de la terrorista Luc¨ªa Urigoitia, no son meras especulaciones, sino datos que, en la misma ¨®ptica de que la lucha contra ETA interesa a todos, no pueden privarse al conocimiento de la opini¨®n p¨²blica. Por ese camino de censura se abre la ocasi¨®n a desmanes de unos u otros sectores del poder, en contradicci¨®n con los fundamentos del Estado de derecho que se dice querer preservar. El argumento de que divulgando ese tipo de hechos se ataca "a la estabilidad del Estado dernocr¨¢tico" supone, adem¨¢s de una grav¨ªsima acusaci¨®n lanzada sin responsabilidad alguna, un intento de anular todo aquello que limita su voluntad de controlar todo y a todos. En este asunto, la actitud de un Gobierno sensato debe ser fomentar la investigaci¨®n y no precipitar sus conclusiones. En ese momento, como en todos los otros, no le faltar¨¢ el apoyo social y de los medios de comunicaci¨®n democr¨¢ticos para acabar con las bandas terroristas. Pero bueno es que el Gobierno entienda esta colaboraci¨®n como un ejercicio de solidaridad colectiva y no de subordinaci¨®n a sus ¨®rdenes.
El ¨²nico camino para acabar con el terrorismo es, junto a la adopci¨®n de todas las decisiones pol¨ªticas necesarias, una mejor preparaci¨®ny una mayor eficacia de las fuerzas de seguridad, manteniendo un absoluto respeto a la legalidad democr¨¢tica en la aplicaci¨®n de esas dos l¨ªneas de trabajo. El Gobierno socialista ha sido el que m¨¢s medios legales y materiales ha puesto a disposici¨®n de las fuerzas de seguridad, en general, y de aquellas que est¨¢n en primera l¨ªnea en la represi¨®n del terrorismo, en particular, y que ning¨²n pa¨ªs europeo tiene una legislaci¨®n especial tan dura contra el terrorismo como la que se puso en vigor en Espa?a en enero de 1984, con plazos para la detenci¨®n policial de hasta 10 d¨ªas y con una jurisdicci¨®n centralizada para enjuiciar ese tipo de delitos.
La lucha contra el terrorismo en nuestro pa¨ªs no pasa, pues, por nuevas reformas que traspasar¨ªan los l¨ªmites mismos de la legalidad constitucional. En este sentido, el llamamiento que ahora se hace deber¨ªa clarificar al m¨¢ximo la clase de solidaridad que invoca. Malo ser¨ªa que, alentando las emociones mas inmediatas y la justificada c¨®lera de los ciudadanos contra la barbarie de ETA, se pretendiera amparar actuaciones descontroladas. No ya la dignidad, sino tambi¨¦n la eficacia de la lucha antiterrorista pasa ineludiblemente por el fortalecimiento de los poderes del Estado. De todos los poderes del Estado, y sin que ninguno de ellos pretenda sabotear a los otros en una maniobra expansionista para ocupar en solitario la totalidad del espacio. Si la norma que reiteradamente presidi¨® las declaraciones oficiales tras los atentados fue la de invocar la calma y recuperar la sangre fr¨ªa en beneficio de una lucha m¨¢s productiva, mal se entender¨ªa que la llamada actual fuera un enardecimiento colectivo.
La colaboraci¨®n entre las instituciones del Estado y la sociedad es indispensable en la lucha antiterrorista, y ser¨¢ siempre bien venida cualquier iniciativa que lo fomente. Si la ocasi¨®n actual es tambi¨¦n un punto de partida para mejorar la acci¨®n pol¨ªtica y policial en ela lucha, mejor todav¨ªa. El momento puede ser tan crucial que el Gobierno deber¨ªa aprovecharlo para realizar una autocr¨ªtica de sus medrosidades, de sus errores y de sus empecinamientos. Pretender cualquier maniobra para mal defender a ultranza sus acciones es tan irresponsable como mezquino.
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