La evoluci¨®n del catolicismo
No existe a¨²n un modelo de interpretaci¨®n de lo que est¨¢ ocurriendo en el catolicismo. El modelo de evoluci¨®n programada que fue el Concilio Vaticano II no tuvo ¨¦xito. El esquema cultural sobre el que trabaj¨® el concilio ven¨ªa dado por la necesidad de superar los grandes conflictos que hab¨ªa creado la figura de la Iglesia cat¨®lica tras la Revoluci¨®n Francesa, y que se concretaban en el s¨ªlabo en la definici¨®n de la infalibilidad pontificia y en la lucha contra el modernismo. P¨ªo IX y P¨ªo X fueron los papas del modelo: ellos expresaron con sus gestos y con sus actos pontificales la idea de una Iglesia alternativa a la. cultura que estaba plasmando la sociedad. Con ello permitieron una imagen elevada de la Iglesia-instituci¨®n. Si el objeto del mensaje de la Iglesia era el rechazo de la cultura dominante, entonces habr¨ªa sido necesario reconocer que la Iglesia era una cultura alternativa, una pol¨ªtica alternativa, una sociedad alternativa. El producto de esta concepci¨®n era una exaltaci¨®n de la imagen de la Iglesia misma como sociedad organizada, y no fue casual que su estructura jer¨¢rquica y su centrataci¨®n en torno al papado se reforzaran con esta definici¨®n altamente pol¨ªtica de la Iglesia.Para este tipo de Iglesia era esencial que el adversario se le asemejara, es decir, que tuviera una estructura similar a la suya. De esta forma, durante un cierto per¨ªodo hist¨®rico, su adversario fue la masoner¨ªa, y en un segundo momento, la Internacional Comunista. El adversario era, por tanto,- tan real y conocido como la Iglesia misma: la confrontaci¨®n era total y, por tanto, no problem¨¢tica.
El concilio fue un intento de aprovechar la evoluci¨®n que se hab¨ªa dado desde hac¨ªa tiempo en la cultura laica, y empez¨® a acercarse a la cultura comunista para sustituir el conflicto por el di¨¢logo. Efectivamente, di¨¢logo fue la palabra dominante del concilio. Y la palabra supon¨ªa dos sujetos conocidos y reales: el di¨¢logo pod¨ªa obligar a un cambio cultural en la Iglesia, pero ese cambio pod¨ªa- estar programado. El concilio fue precisamente el intento de pilotar ese cambio: se trataba de modificar la Iglesia de manera que en ella fuera posible producir algunos elementos del adversario. Ciertamente de forma limitada, pero tal que permitiera una zona com¨²n de acuerdo: por ejemplo, la de las libertades civiles. Ya no se pod¨ªa decir a los democr¨¢ticos, como Louis Veuillot: "Cuando soy minor¨ªa, os pido la libertad, porque es vuestro principio, pero cuando subo al poder os la quito porque no es el m¨ªo".
La supremac¨ªa de la persona humana deb¨ªa reflejarse en la doctrina social de la Iglesia. Y sin embargo, no deb¨ªa tocar la estructura de la Iglesia en s¨ª misma. La Lex Fundamentalis, que fue elaborada bajo Pablo VI, era de todo menos una declaraci¨®n de los derechos humanos en la Iglesia. El di¨¢logo era una pol¨ªtica exterior, no una pol¨ªtica interior. Quiz¨¢ fue ¨¦sta la debilidad de base del concilio: ceder en el campo de las relaciones con las fuerzas adversarias, pero resistir en el plano de la concepci¨®n de la Iglesia. La jer¨¢rquica y la institucional segu¨ªan siendo las dimensiones dominantes.
No obstante, no fue una lucha por los derechos en la Iglesia la que puso en crisis las bases del concilio. Fue la transformaci¨®n del adversario. En 1968, Europa se hizo consciente de c¨®mo hab¨ªa cambiado culturalmente. La ciencia y la pol¨ªtica, que hab¨ªan estado en candelero durante toda la llamada edad moderna, eran objeto de preocupaci¨®n y rechazo. La dimensi¨®n religiosa entraba de nuevo en las posibilidades del lenguaje, pero de una forma fuertemente anclada en la subjetividad. En suma, el adversario de la Iglesia estaba cambiando radicalmente: no ofrec¨ªa ya la imagen del sistema, sino la del fragmento. El sujeto de la cultura occidental ya no quer¨ªa recuperar la objetividad de la pol¨ªtica y de la sociedad, sino gozar de su estado de fragmento. Si ca¨ªa el sistema adversario, no s¨®lo ca¨ªa el conflicto, sino que ca¨ªa tambi¨¦n el di¨¢logo. El gran compromiso con la ciencia y con la pol¨ªtica que la Iglesia se dispon¨ªa a hacer, con la consiguiente exaltaci¨®n de su imagen que se habr¨ªa conseguido, se presentaba de pronto sin objeto. ?C¨®mo dialogar con los fragmentos? Ello habr¨ªa significado tener que acoger algo del fragmento en s¨ª misma. Pero esto era precisamente lo que la Iglesia cat¨®lica romana, construida sobre la autosuficiencia de la dimensi¨®n institucional y jer¨¢rquica, no quer¨ªa y no pod¨ªa aceptar. Habr¨ªa sido, citando a Pablo VI, la autodemolici¨®n de la Iglesia.
La Iglesia romana no pod¨ªa convertirse en una sociedad dentro de la cual fuera posible la autoexperimentaci¨®n del individuo. No pod¨ªa convertirse en una cultura en la que las emociones pudieran ser escogidas y reflejadas por las personas. Su concepci¨®n de la persona no llegaba a tanto. Por ello, los discursos sobre la pol¨ªtica y sobre la ciencia, de los que el concilio esperaba tanto, terminaron por llevar al concilio, decayendo, al ocaso. Se abre as¨ª una nueva era, en la que la Iglesia cat¨®lica tiene un nuevo inaccesible adversario. El cambio que acontece en el catolicismo es un cambio sistem¨¢tico: no es ni el esquema de P¨ªo IX ni el de Pablo VI. Este cambio es un hecho nuevo, y como tal debe ser observado.
Traducci¨®n:
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.