Esquipulas 2 vive
LOS PRESIDENTES de los cinco pa¨ªses centroamericanos han acordado en la capital de Guatemala un plan de paz no s¨®lo para acabar con el conflicto de Nicaragua sino con una vocaci¨®n regional, de forma que, pese a que su puesta en pr¨¢ctica inmediata es sumamente dificil, hay que considerarlo un paso adelante de la mayor importancia en la soluci¨®n de los problemas de la zona.El plan acordado en la reuni¨®n de Esquipulas 2 se basa en una iniciativa del presidente costarricense, ?scar Arias, y preconiza el comienzo de un proceso de reconciliaci¨®n nacional, notablemente en Nicaragua y El Salvador, con el alto el fuego en las guerras m¨¢s o menos civiles de ambos pa¨ªses, la adopci¨®n de medidas de amnist¨ªa y la profundizaci¨®n de la democracia y las libertades individuales, no solamente en lo que afecta al r¨¦gimen sandinista, sino en toda la regi¨®n.
Ser¨ªa equivocado, por otra parte, juzgar el alcance del plan a partir ¨²nicamente de sus posibilidades inmediatas de aplicaci¨®n. Est¨¢ bastante claro que la contra antisandinista dif¨ªcilmente va a deponer las armas porque lo pidan los presidentes centroamericanos, y que la guerrilla salvadore?a exigir¨ªa improbables garant¨ªas del Gobierno de Napole¨®n Duarte para contemplar semejante posibilidad.
De la misma forma, cualquier proceso de ampliaci¨®n y consolidaci¨®n de las libertades p¨²blicas en Nicaragua, que en la actualidad existen en precario, deber¨ªa ir acompa?ada de un cambio fundamental en las relaciones entre Ej¨¦rcito y poder civil en El Salvador y Honduras para que fuera posible aquel proceso en estos mismos pa¨ªses; en particular en Honduras, est¨¢ claro que los acuerdos implican no s¨®lo el fin del albergue pasivo que las autoridades dan a la guerrilla antisandinista, sino la terminaci¨®n del apoyo activo que recibe ¨¦sta de los asesores norteamericanos en el pa¨ªs. Todo ello es imposible de llevar a cabo, sobre todo en un plazo limitado de tiempo. Y por ello si esto es as¨ª, ?en qu¨¦ reside la importancia de la cumbre de Guatemala?
En primer lugar, los acuerdos tienen el enorme m¨¦rito de haber sido suscritos a contrapelo de la transparente intenci¨®n norteamericana de negarles viabilidad con el anuncio de su particular plan de paz en la v¨ªspera de la reuni¨®n de los presidentes centroamericanos. El proyecto del Departamento de Estado parece ahora claro que ten¨ªa, adem¨¢s, como gran objetivo ofrecer una hoja de parra a la contra que permitiera a ¨¦sta rechazar la exhortaci¨®n a la paz de Esquipulas 2. El movimiento antisandinista puede sentirse de esta manera ¨²nicamente obligado por el texto norteamericano, en la medida en que ¨¦ste exige negociaciones directas entre Managua y la guerrilla como paso previo para un alto el fuego, y esto es imposible porque el Gobierno de Nicaragua se niega a ello entendiendo que sin el apoyo de Washington no existir¨ªa la contra.
Al mismo tiempo, el plan de Estados Unidos puede haber producido un efecto contrario al deseado y haber estimulado por razones de orgullo y de dignidad ante la opini¨®n p¨²blica centroamericana a los cinco presidentes a seguir adelante con sus propias deliberaciones y a no aceptar tan visibles presiones del exterior. En cierto modo, el plan norteamericano les ha evitado a Honduras y El Salvador acumular las cargas de la prueba sobre Nicaragua, como en ocasiones anteriores ha ocurrido, de forma que las soluciones preconizadas fueran dif¨ªcilmente aceptables para el sandinismo. La soluci¨®n alternativa de Washington permitir¨ªa as¨ª a la contra seguir su propio curso pol¨ªtico sin obligar a los peones de Washington en la zona a abortar la posibilidad de un acuerdo pol¨ªtico general en Centroam¨¦rica.
Esquipulas 2 se ha constituido, por tanto, al margen de su viabilidad, en un nuevo factor pol¨ªtico regional. Los presidentes centroamericanos quieren la paz, no desean la intervenci¨®n extranjera, reconocen el derecho a existir de la Nicaragua sandinista, rechazan a la contra, y hablan de iniciar un cierto proceso de integraci¨®n a trav¨¦s de la creaci¨®n de un parlamento interregional. Washington s¨®lo puede, a la vista de todo ello, aspirar a mantener a la contra sobre el terreno, sin visos de retomar la iniciativa. Aunque no se cumplan, lo importante de los acuerdos de Guatemala es que existan. Eso ya es m¨¢s de lo que parece.
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