Camar¨®n compareci¨® en Almer¨ªa

Hab¨ªa expectaci¨®n en Almer¨ªa por escuchar a Camar¨®n. Y, antes que nada, por saber si el cantaor comparecer¨ªa, pues en dos ocasiones anteriores en que hab¨ªa estado convocado y anunciado fall¨® a la cita con el p¨²blico. Yo creo que Camar¨®n hace esas cosas para a?adir suspense a su aureola del flamenco de m¨¢s tir¨®n popular que quiz¨¢ haya existido nunca.Esta vez s¨ª vino a Almer¨ªa, y quiz¨¢ para congraciarse con la audiencia cant¨® eso de "Soy del Reino de Almer¨ªa, / donde habitan los tempranos...", que fue acogido, l¨®gicamente, con clamores no justificados por la calidad del cante, que, a mi juicio, Camar¨®n forz¨® demasiado, violentando en exceso un estilo que no tiene por qu¨¦ llegar a romper su l¨ªnea mel¨®dica.

Por lo dem¨¢s, el recital de Camar¨®n -seis o siete cantes- complaci¨® a la concurrencia s¨®lo a medias. Todos se quedaron con ganas de o¨ªrle m¨¢s, pero el cantaor se mantuvo inamovible y s¨®lo a rega?adientes sali¨® al final de nuevo para hacer otro cante por buler¨ªas.

No fue, desde luego, una noche memorable del joven maestro, aunque sus Incondicionales quedaran encantados con su forma habitual de hacer los cantes, ese rajo tan caracter¨ªstico suyo, ese juego, a veces espectacular, en las tonalidades y matices, su flamenqu¨ªsima temperatura cantaora.

Compenetraci¨®n

Pero no es menos cierto que se mostr¨® bastante desganado en otros momentos, y que su cante raramente lleg¨® a emocionar. Por soleares y por buler¨ªas alcanz¨® la mayor plenitud, siempre acompa?ado por un Tomatito -almeriense ¨¦l- que en su tierra estuvo realmente brillante. Nadie acompa?a hoy a Camar¨®n con la perfecci¨®n de este gran guitarrista, existiendo, adem¨¢s, entre ambos una compenetraci¨®n extraordinaria.Angelita Vargas y el Biencazao hicieron sus bailes habituales. Ella, unas soleares de gran fuerza, quiz¨¢ en esta ocasi¨®n menos crispadas, con lo que gan¨® en calidad, y ¨¦l y su hijo Joselito, esas buler¨ªas que tienen montadas con gran precisi¨®n de movimientos. El cante de Boquer¨®n, atr¨¢s, espl¨¦ndido como de costumbre.