Nueva Zelanda antinuclear
EL PARTIDo Laborista acaba de ganar las elecciones en Nueva Zelanda y dispone de mayor¨ªa absoluta en el Parlamento. El jefe del Gobierno, David Lange, obtiene as¨ª un segundo mandato, algo que los laboristas no hab¨ªan logrado desde hace m¨¢s de 20 a?os. Aunque Nueva Zelanda es un pa¨ªs con poco m¨¢s de tres millones de habitantes no se puede considerar el resultado de sus elecciones como un hecho local.Nos hallamos en una ¨¦poca hist¨®rica en la que el peso del Pac¨ªfico en los acontecimientos mundiales est¨¢ creciendo. Por ello el triunfo laborista en Nueva Zelanda, despu¨¦s del que ha obtenido recientemente en Australia el partido de igual denominaci¨®n, refleja una tendencia cuyo impacto se har¨¢ sentir en la evoluci¨®n de esa zona del mundo.
La econom¨ªa ha sido la piedra de toque en las opciones electorales de los neozelandeses. Los laboristas se encontraron en 1984, cuando derrotaron al Gobierno conservador del Partido Nacional, con una situaci¨®n econ¨®mica ca¨®tica. Por contradictorio que parezca, el Partido Nacional hab¨ªa establecido la econom¨ªa m¨¢s reglamentada y menos eficiente del mundo capitalista. La pol¨ªtica laborista en los tres ¨²ltimos a?os ha consistido en aflojar los reglamentos, ampliar las zonas de mercado, suprimir subvenciones y dinamizar la econom¨ªa sobre la base de la competencia. Tal pol¨ªtica ten¨ªa un serio coste social; en particular los ganaderos se sintieron afectados por la disminuci¨®n de las subvenciones. Ello determin¨® previsiones pesimistas para los laboristas, que luego no se han confirmado. En cambio, la pol¨ªtica de Lange ha estimulado el desarrollo de los centros urbanos.
Si en el terreno econ¨®mico la pol¨ªtica laborista dejaba a los conservadores, a contracorriente, en cambio en pol¨ªtica exterior los electores tuvieron que escoger entre dos opciones netamente contrapuestas. David Lange ha sido el pol¨ªtico que con m¨¢s firmeza ha traducido en acci¨®n de gobierno la voluntad de su pueblo de no tener armas nucleares en su territorio. Al a?o de su elecci¨®n, hizo saber a EE UU que sus nav¨ªos de guerra solamente podr¨ªan fondear en puertos de Nueva Zelanda si no eran portadores de armas nucleares. Ante la negativa de EE UU a manifestar cu¨¢les de sus barcos eran portadores de tales armas, la respuesta de Lange ha sido muy distinta de las ambig¨¹edades a las que han recurrido otros pa¨ªses, como el nuestro. Les prohibi¨® la entrada. Las relaciones alcanzaron cotas de fuerte tensi¨®n. El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, declar¨® en 1985 que Nueva Zelanda "pagar¨ªa caro" su actitud. En 1986, EE UU dej¨® sin efecto, con respecto a Nueva Zelanda, el tratado de defensa mutua ANZUS, en elque estaban integrados EE UU, Australia y Nueva Zelanda.
El Partido Nacional hizo campa?a en las recientes elecciones contra el "neutralismo" de Lange, acus¨¢ndole de colocar a Nueva Zelanda en una posici¨®n de no alineamiento, "semejante a la de Libia o Cuba". Anunci¨® que su victoria significar¨ªa el retorno de los nav¨ªos de EE UU a los puertos neozelandeses y la reanudaci¨®n de la alianza militar del ANZUS. Pero esa campa?a no ha surtido efecto. Los sondeos coinciden en que la posici¨®n antinuclear de los laboristas cuenta con un respaldo muy amplio, que desborda, incluso, las fronteras de su electorado.
La geograf¨ªa pol¨ªtica del Pac¨ªfico se ha modificado sustancialmente en los ¨²ltimos tiempos con el surgimiento de nuevos Estados independientes. Entre esos Estados los sentimientos antinucleares son muy fuertes y ello ha llevado a la proclamaci¨®n oficial del Pac¨ªfico sur como zona desnuclearizada. El papel del Gobierno Lange, despu¨¦s de su ¨¦xito electoral, crecer¨¢ en esa importante regi¨®n del mundo.
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