La destrucci¨®n de las ¨²ltimas culturas
Muchas veces nos preguntamos cu¨¢l es la raz¨®n por la que la sociedad occidental aniquila a las minor¨ªas ¨¦tnicas y, quiz¨¢, tengamos que buscar la respuesta en la misma naturaleza. El fuerte puede con el m¨¢s d¨¦bil, y la historia de las civilizaciones nos ense?a que desde que el hombre se organiz¨® en sociedad ha venido sucediendo muchas veces as¨ª. El totalitarismo empieza con la uniformidad cultural, coartando la individualidad y la libertad de los grupos tribales minoritarios para ejercer formas m¨¢s sutiles de control social; en definitiva, de poder.Desgraciadamente para el hombre, desde la antig¨¹edad hemos aniquilado razas enteras, hemos terminado con culturas, con religiones y con cualquier cosa que no entend¨ªamos. Todav¨ªa desconocemos el precio que habremos de pagar por ello. Sin embargo, las ciencias sociales nos ense?an a creer en el hombre, y hoy, en los albores del a?o 2000, el esp¨ªritu debe luchar contra la bestialidad salvaje de la supuesta sociedad civilizada.
Lo cierto es que el Hombre Moderno no sabe ya a d¨®nde va, y una visi¨®n global de nuestro planeta nos ense?ar¨¢ los problemas de nuestra sociedad: cada d¨ªa mueren de hambre 100.000 personas; el 25% de la poblaci¨®n de Jap¨®n en el a?o 2000 tendr¨¢ m¨¢s de 65 a?os; la poluci¨®n hace que la capa de ozono, que protege la atm¨®sfera de los rayos del Sol, est¨¦ presentando filtraciones en la Ant¨¢rtida, con consecuencias incalculables en el ecosistema; la tasa de suicidios sube alarmantemente en Europa; la criminalidad aumenta exponencialmente en nuestra sociedad debido a la gangrena de la droga, que mina a la juventud; el paro alcanza a un 25% de la poblaci¨®n activa.
Un delicado equilibrio
Otras culturas, las de "ellos", los indios muchas veces peyorativamente apodados como primitivios, tribales o no mec¨¢nicos, han comprendido que el hombre forma parte de la naturaleza y debe vivir respet¨¢ndola e integr¨¢ndose en ella, para as¨ª conseguir la felicidad de sus individuos. Estas culturas saben que si rompen el delicado equilibrio de! cosmos, si rompen el ritmo secular de la vida, todo caer¨¢ abajo y el mundo ser¨¢ destruido. Sus sociedades tienen mecanismos reguladores de sus econom¨ªas y frenos que limitan su expansi¨®n, un sistema complejo que evita que estas culturas caigan en muchos los problemas que nosotros sufrimos en la m¨¦dula de nuestra civilizaci¨®n.
La cosmovisi¨®n de todas estas culturas se defiende con una compleja mitolog¨ªa que tiene mensajes en clave que la antropolog¨ªa social descifra y que mantiene un delicado equilibrio social; diversos arquetipos y un complejo mundo ritual permiten al individuo tener una vida libre y feliz, integrado en delicado equilibrio con la madre naturaleza, a la que todos ellos veneran.
Estas sociedades intuyen que con la industrializaci¨®n entendida como hasta ahora lo entienden los blancos, perder¨¢n su felicidad, y ese bien tan preciado, esa palabra muchas veces desprovista de contenido en la sociedad blanca es para ellos el centro de sus vidas, algo que no est¨¢n dispuestos a vender por nada.?Qui¨¦n sabe entender mejor LA VIDA?, deber¨ªamos preguntamos. ?Nosotros o ellos?
Pero la respuesta est¨¢ en la historia, y el simple planteamiento de la pregunta nos aterroriza y por eso los destruimos desde hace siglos, queriendo con este genocidio acallar la implacable voz de nuestra conciencia, que desde el fondo del alma nos dice que podemos estar equivocados.
Los indios miskitos, en Nicaragua, ven invadidos sus territorios y sus l¨ªderes amenazados por el Gobierno sandinista. En Luz¨®n, Filipinas, los pueblos alta de la cordillera llevan 30 a?os resisti¨¦ndose a la entrada del ej¨¦rcito a sus zonas ancestrales, siendo bombardeadas sus aldeas. En Colombia, los indios P¨¢ez del distrito Cauca son perseguidos por la guerrilla revolucionaria, que quiere utilizarlos como estandarte, y por los terratenientes locales, que usurpan sus tierras para explotar sus riquezas.
En Brasil, la naci¨®n yanomana, de m¨¢s de 16.000 miembros, ve sus tierras invadidas y sus individuos asesinados por los buscadores de oro y las compa?¨ªas multinacionales que explotan concesiones otorgadas por el Gobierno, violando la Constituci¨®n.
Los indios pataxo, tambi¨¦n de Brasil, son heridos y asesinados por asesinos a sueldo de compa?¨ªas privadas y por la polic¨ªa militar. Las invasiones de tierras en el r¨ªo Negro hace que los indios boniwa se defiendan en el Ikana de los ataques a sus tierras realizados por las compa?¨ªas mineras de oro. En el ¨¢rea de influencia del proyecto Polonoeste, en el valle Corubiaru, tribus aisladas pertenecientes a la familia nambiguara, son objeto de agresi¨®n por el hacendado Antonio Vileles, entre otros muchos. Las 16 reservas indias de Brasil ven sus tierras violadas y sus habitantes son objeto de vejaciones de los derechos m¨¢s elementales. Un largo etc¨¦tera re¨²ne las violaciones de las tierras de los indios, la poluci¨®n de sus r¨ªos y el destrozo de sus culturas. ?Y todo ello, para qu¨¦?
?Qui¨¦n asesin¨® a los 4.000 altiros Waimiri Atroari de Brasil? Hoy s¨®lo quedan unos pocos representantes de esa cultura. De los kreen akarore s¨®lo restan marginados y malnutridos. La ¨²ltima superviviente de la cultura ona muri¨® en Argentina el a?o pasado. Con el aniquilamiento de estas tribus termina una cultura y todo lo que en ella subyace de sistema de vida, religi¨®n o concepci¨®n del mundo.
La farmacopea
Hoy en d¨ªa, el hombre blanco se est¨¢ dando cuenta de que, por ejemplo, el conocimiento de la farmacopea de los indios le puede resultar muy ¨²til, y de ah¨ª el proyecto brit¨¢nico Raleigh, que pretende investigar la utilizaci¨®n de las hierbas por parte de los indios, o el proyecto de Bioresources, Ltd., de informatizar las especies amaz¨®nicas.
Los indios kapayos, de Brasil, recogen frutos de 250 plantas, la mayor¨ªa de las cuales son desconocidas por la bot¨¢nica occidental. En Asi, los curanderos locales utilizan m¨¢s de 6.000 plantas, asimismo desconocidas en su mayor¨ªa por nuestra ciencia.
La tubocuranina, derivado del veneno indio amaz¨®nico curare, se emplea hoy en la medicina, e igualmente se podr¨ªan utilizar en otras aplicaciones las 2.000 plantas de la selva subtropical, igual que la quimopapaira se sintetiza de la papaya, tambi¨¦n utilizada por los curanderos y hoy muy empleada en neurocirug¨ªa moderna.
Desde la llegada de Col¨®n al Nuevo Mundo, m¨¢s de siete millones de hect¨¢reas bosque tropical han sido destruidos, y de cinco millones de ind¨ªgenas que hab¨ªa en Brasil en el siglo XV, hoy s¨®lo quedan 120.000, perdi¨¦ndose, asimismo, las m¨¢s de 1.300 especies vegetales que utilizan las tribus amaz¨®nicas, siendo absolutamente desconocidas para nosotros sus aplicaciones medicinales. Sin embargo, los indios las emplean como anaevolutivos, como antihist¨¢micos o termorreguladores, entre otras muchas aplicaciones.
Los cient¨ªficos hoy en d¨ªa consideran que se extingue una especie salvaje natural de flora o fauna cada d¨ªa. A este paso, en el a?o 2000 se habr¨¢ acabado un 25% de las formas de vida del planeta, el equivalente a 10 millones de a?os de evoluci¨®n imperturbada....
Para el a?o 2000 (Myer) o el 2057 (Guppy), dos tercios de los bosques tropicales terrestres habr¨¢n sido desforestados por el hombre, y entonces ya no quedar¨¢ ninguna cultura distinta a la nuestra: El mundo feliz, de Huxley, estar¨¢ ya cerca.
Sin embargo, en Suram¨¦rica todav¨ªa existen 484 culturas ind¨ªgenas distintas, la mayor parte de las cuales est¨¢ integrada, absorbida por las mayor¨ªas nacionales. Cada una de ellas tiene su idioma, idiosincrasia, religi¨®n y manera de entender el cosmos, y todas ellas tienen un equilibrio con el mundo que les rodea. Brasil tiene 175 tribus, y los rec¨®nditos mara?ones del Amazonas esconden todav¨ªa tribus que no han tenido a¨²n contacto con el hombre blanco. Colombia posee 150 comunidades ind¨ªgenas; Per¨², 64; Venezuela, 48; Paraguay, 17; Argentina, 14; Ecuador, 12, y Chile, 4. Muchas de estas comunidades y tribus est¨¢n siendo integradas culturalmente, absorbidas por las mayor¨ªas nacionales, y otras est¨¢n siendo objeto de ataques directos y genocidios.
El derecho a sus tierras y a que ellos mismos decidan su futuro es su m¨¢s elemental reconocimiento hist¨®rico. Ellos decidir¨¢n c¨®mo y de qu¨¦ manera tomar el progreso de la sociedad occidental y si se integran o no en un mundo que no puede comprenderles. Muchas veces los demagogos pretenden utilizar a los indios: la izquierda, haciendo de ellos m¨¢rtires de la lucha de clases, y la derecha, como obst¨¢culo para el progreso de esas naciones.
El tesoro de los bosques
Los indios, por todo ello, saben que no, deben romper el equilibrio que la naturaleza les dio, integr¨¢ndoles perfectamente en el cosmos. De alguna manera, su mitolog¨ªa les dice desde hace milenios lo que nosotros sabemos ahora: los bosques guardan el 50% de todas las formas de vida del planeta y cuatro quintas partes de la materia org¨¢nica e inorg¨¢nica.
La cuenca del Amazonas y el Orinoco representan el 50% de todos los bosques del planeta, y ya s¨®lo quedan cinco millones de kil¨®metros cuadrados. All¨ª viven cuatro millones de especies animales y vegetales, de las cuales solamente el 10%. son conocidas por nosotros y cada d¨ªa nuestros proyectos megal¨®manos destruyen miles y miles de hect¨¢reas, pagando un precio sin duda excesivo para los ruinosos resultados obtenidos con toda esta destrucci¨®n. Recordemos, entre muchos otros fracasos del desarrollismo tropical, el proyecto del r¨ªo Jari, en el que el armador norteamericano Ludwig invirti¨® m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares, consiguiendo tan s¨®lo cosechar unas p¨¦rdidas cuantios¨ªsimas que obligaron a ceder dicho proyecto al Gobierno (un sinn¨²mero de f¨¢bricas de papel, fincas ganaderas, agr¨ªcolas, etc¨¦tera). Nadie habla hoy del precio tan alto pagado en muertes, genocidios, poluci¨®n y desforestaci¨®n para conseguir tan poco.
Por eso, uno de los mitos de las tribus amaz¨®nicas dice que el d¨ªa que se terminen los grandes ¨¢rboles que sujetan la b¨®veda celeste, todas las estrellas del cielo, incluido el Sol, caer¨¢n sobre todas las tribus de la Tierra. Este mito, como muchos otros, ense?a a los ind¨ªgenas a preservar la naturaleza, y al vivir en equilibrio con el medio natural, consiguen que toda su sociedad sea feliz y desconozca palabras como suicidio o depresi¨®n. ?Por qu¨¦ nosotros no intentamos aprender algo de ellos en lugar de destruirlos y sojuzgarlos, coartando su individualidad para as¨ª poder controlarlos mejor?
Survival International, organizaci¨®n internacional nacida en Londres en 1969, denuncia constantes genocidios y atentados contra estas culturas, perpetrados por personas y Gobiernos que se dicen democr¨¢ticos y por otros que no lo son, y contribuye modestamente a solucionar estos problemas con sus campa?as internacionales en los centros decisorios de poder mundial (Banco Mundial, FMI, etc¨¦tera).
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