Despu¨¦s de Hess

La muerte de Rudolf Hess subraya el anticuado estado de la alianza sovi¨¦tico-norteamericana de la II Guerra Mundial. La c¨¢rcel de Spandau, fortaleza de ladrillo del siglo XIX en donde el nazi de 93 a?os viv¨ªa en cautividad, estaba administrada conjuntamente por sovi¨¦ticos, norteamericanos, brit¨¢nicos y franceses. En realidad nos inclin¨¢bamos a estar de acuerdo m¨¢s con los sovi¨¦ticos, quienes insist¨ªan en que Hess siguiera en Spandau a pesar de su mala salud, que con los norteamericanos, franceses o brit¨¢nicos. El fallecimiento del nazi significa que la estructura de ladrillo ser¨¢ destruida muy probablemente, dejando s¨®lo otro punto aislado de Berl¨ªn -un centro de control de tr¨¢fico a¨¦reo- en el que sovi¨¦ticos y norteamericanos compartan el mando. A pesar de las conversaciones de Ginebra, la URSS no ha detenido sus investigaciones y construcci¨®n del m¨¢s moderno arsenal de armas nucleares estrat¨¦gicas. La Administraci¨®n Reagan, por supuesto, es la parte principal de Occidente en las negociaciones internacionales y tanto m¨¢s responsable de un error en la opci¨®n doble cero. Pero Alemania Occidental es una gran naci¨®n que deber¨ªa estar representando un mayor papel. Mientras los Hess del mundo se vayan muriendo, ello parece posible. Cuando el punto de atenci¨®n en Alemania se aleje de los nazis y del patronazgo aliado, quiz¨¢ los ciudadanos alemanes comiencen a ver d¨®nde est¨¢n los problemas hoy d¨ªa. 19 de agosto