El poder naval y la crisis del Golfo
Gran parte de los acontecimientos que se est¨¢n desarrollando ¨²ltimamente en las aguas del golfo P¨¦rsico/Ar¨¢bigo hubieran sido simplemente inconcebibles pocos a?os atr¨¢s: por ejemplo, la posibilidad de un estrangulamiento de los suministros de crudos sin que autom¨¢ticamente se disparen los precios, o las serias amenazas que penden sobre las superflotas por parte de pa¨ªses cuya fuerza naval estriba en un pu?ado de patrulleras. Estos aspectos revelan la existencia de profundas transformaciones en lo que, desde fines del siglo XIX, se ha denominado poder naval, cuyo te¨®rico m¨¢s destacado fue el almirante norteamericano Alfred T. Mahan.LA DOCTRINA DEL PODER NAVAL
El pensamiento cl¨¢sico desarrollado por potencias coloniales basadas en el comercio mar¨ªtimo identificaba tres elementos claves: flota de combate, red de bases y marina mercante. El control del oc¨¦ano era una garant¨ªa de la expansi¨®n econ¨®mica, alimentada por los flujos mercantiles, arterias de los imperios decimon¨®nicos. No era concebible, por tanto, un poder econ¨®mico desprovisto de fuerza naval; ¨¦sta, corolario del primero. En este contexto la protecci¨®n del comercio se configura como una funci¨®n clave, junto a las espec¨ªficamente b¨¦licas (nav¨ªos contra nav¨ªos; nav¨ªos contra tierra).
Una tercera funci¨®n, la pol¨ªtico-diplom¨¢tica, forma parte de las actividades fundamentales de las flotas, sobre todo en tiempos de paz. En ausencia de tensiones los nav¨ªos practican la vistosa tarea de mostrar el pabell¨®n (showing the flag) en una equilibrada combinaci¨®n de objetivos que incluyen desde el convencional estrechamiento de los lazos de amistad (vista de la Armada estadounidense a China, 1986), a la emisi¨®n de delicados mensajes diplom¨¢ticos (entrada del buque espa?ol D¨¦dalo en las aguas inglesas en Gibraltar, 1986). En tiempos de crisis, e incluso de hostilidades declaradas, el uso no b¨¦lico de la flota adquiere la contundente denominaci¨®n de diplomacia de las ca?oneras (gunboat diplomacy). El nav¨ªo en este caso adquiere una importante carga simb¨®lica, desempe?ando con su sola presencia efectos disuasorios. Su papel es pol¨ªtico en la medida en que est¨¢ relacionado con las reacciones que su despliegue puede evocar pero no inducir.
La historia reciente, sobre todo desde la II Guerra Mundial, muestra con profusi¨®n el papel coercitivo -no b¨¦lico- jugado en especial por los buques de superficie en las crisis pol¨ªticas. S¨®lo entre 1960 y 1980 se han contabilizado unos 40 casos que responden al concepto citado de diplomacia de las ca?oneras.
?CRISIS DEL PODER NAVAL?
En las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas se han producido cambios que han afectado profundamente a la concepci¨®n tradicional del poder naval, cambios que la crisis del Golfo muestra con car¨¢cter paradigm¨¢tico.
La liquidaci¨®n del sistema colonial con la consiguiente proliferaci¨®n de nuevos Estados, las armas nucleares y los avances tecnol¨®gicos en el campo de la inform¨¢tica han transformado radicalmente el paisaje estrat¨¦gico. En primer lugar la situaci¨®n actual se caracteriza por la multipolaridad del poder naval. La hegemon¨ªa naval descansa en las dos primeras potencias mundiales, pero a diferencia de ¨¦pocas anteriores en las que el hegemonismo brit¨¢nico del XIX o el norteamericano de a?os posteriores era incontestable, en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas se ha producido un singular fen¨®meno: el acceso de pa¨ªses medios a una cierta capacidad de armamento naval que, sin ser de la envergadura de las grandes potencias, posee un apreciable poder destructor.
Simult¨¢neamente a este fen¨®meno, el desarrollo de las armas nucleares y la aplicaci¨®n de la energ¨ªa nuclear a la propulsi¨®n de los submarinos han transformado significativamente una de las funciones del poder naval: la proyecci¨®n de fuerza e influencia cede importancia en favor de la disuasi¨®n nuclear basada igualmente en la movilidad, flexibilidad t¨¢ctica y gran alcance geogr¨¢fico de la fuerza naval, pero adem¨¢s con todas las ventajas que posee el submarino nuclear frente a los buques de superficie en cuanto a su vulnerabilidad sensiblemente menor. La disuasi¨®n basada en el submarino bal¨ªstico nuclear estrat¨¦gico (SSBN) se complementa, en el nivel de las armas convencionales, con el submarino de ataque (SSK) y el submarino de ata que de propulsi¨®n nuclear (SSN), lo que induce ya a considerar al submarino como el capital ship del futuro.
Esta tendencia abre ciertas interrogantes acerca de la funci¨®n de las grandes flotas y su adaptaci¨®n a las nuevas situaciones a las que debe hacer frente. En la medida en que la estrategia ha adquirido una dimensi¨®n m¨¢s pol¨ªtica que militar, su finalidad no es tanto ganar guerras como prevenirlas, con lo cual las flotas de combate tienen un mayor papel que jugar en las crisis pol¨ªticas. Pero, por otra parte, el uso de niveles altos de la fuerza militar convencional implica generalmente elevados costes pol¨ªticos, tanto externos como internos. En este sentido Estados Unidos ha acaparado gran parte de las experiencias negativas: desde el intento de rescatar a los rehenes hechos por Teher¨¢n, al bombardeo de Tr¨ªpoli en 1986. Sin duda estas experiencias han pesado en el comportamiento de las distintas flotas, y en especial de la estadounidense en los acontecimientos que est¨¢n teniendo lugar en el Golfo.
EL ESCENARIO ESTRAT?GICO
La importancia de Oriente Pr¨®ximo para el mundo industrializado se basa fundamentalmente en el suministro de energ¨ªa: el 57% de las reservas probadas de crudos del mundo se localizan en esta regi¨®n, concentr¨¢ndose en Arabia Saud¨ª el 25% de las reservas de Oriente Pr¨®ximo.
Pero los pa¨ªses industrializados a ra¨ªz de la crisis de 1973 han modificado sustancialmente su estrategia energ¨¦tica. As¨ª, Europa ha reducido su dependencia del petr¨®leo del 61% al 45%, lo que est¨¢ suponiendo la disminuci¨®n del consumo de petr¨®leo, que en 1990 alcanzar¨¢ el nivel existente en 1979. Las energ¨ªas alternativas y la diversificaci¨®n de las fuentes de aprovisionamiento explican en gran medida el comportamiento de los precios del petr¨®leo en relaci¨®n con los acontecimientos del Golfo. Pero, aun as¨ª, la utilizaci¨®n de esta fuente de energ¨ªa sigue siendo capital e insustituible, sobre todo para ciertos usos como el transporte, y pa¨ªses como Jap¨®n, Reino Unido, Alemania Occidental y Francia importan en esta regi¨®n gran parte del petr¨®leo que consumen. Ello explica la presencia dominante de Estados Unidos, apoyado por Francia y el Reino Unido, dentro, a su vez, de un escenario m¨¢s amplio -el oc¨¦ano ?ndico- en el que ni India ni Australia poseen la suficiente fuerza naval.
La Uni¨®n Sovi¨¦tica, por su parte, desarrolla un proceso lento pero sostenido de acercamiento a los pa¨ªses del Golfo. En 1985 estableci¨® relaciones diplom¨¢ticas con Om¨¢n y los Emiratos ?rabes Unidos; con Kuwait mantiene un buen nivel de cooperaci¨®n, y no est¨¢ lejano el momento de formalizar relaciones diplom¨¢ticas con Arabia Saud¨ª, a la que seguir¨ªan Bahrain y Qatar.
El ¨¢mbito territorial de la crisis queda claramente definido por la morfolog¨ªa del golfo P¨¦rsico/Ar¨¢bigo (aproximadamente unos 300.000 kil¨®metros cuadrados), cuyo acceso es el estrecho de Orinuz, con una anchura m¨¢xima de 30
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millas y m¨ªnima de 23 cuartos. Como cada uno de los Estados ribere?os (Ir¨¢n y Om¨¢n) tienen establecida una anchura de mar territorial de 12 millas n¨¢uticas, no existen (en la parte m¨¢s reducida) aguas, internacionales. Con arreglo a la Convenci¨®n de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982), ¨¦ste es un "estrecho utilizado para la navegaci¨®n internacional", y, por tanto, es de aplicaci¨®n el concepto de paso en tr¨¢nsito (equivalente a la libre navegaci¨®n y sobrevuelo).Tanto Ir¨¢n como Om¨¢n son Estados signatarios de la Convenci¨®n, aunque Ir¨¢n lo hizo con una declaraci¨®n cuya finalidad es reservarse el derecho para requerir autorizaci¨®n previa a los buques de guerra para ejercer el derecho de paso inocente por sus aguas territoriales el derecho de paso en tr¨¢nsito por las aguas iran¨ªes del Estrecho, cuesti¨®n que est¨¢ ¨ªntimamente relacionada con las denominadas maniobras Martirio.
Dadas las dimensiones del Golfo, con una anchura m¨¢xima de 180 millas, ning¨²n Estado tiene acceso a grandes extensiones de aguas jurisdiccionales (zona econ¨®mica exclusiva, plataforma continental), siendo Irak el Estado m¨¢s desfavorecido, con s¨®lo 10 kil¨®metros de costa (Ir¨¢n tiene 990 kil¨®metros) y un ¨²nico acceso a trav¨¦s del Shatt-al-Arab, cuyas disputas sobre su control han sido una Fuente de controversias con Ir¨¢n desde hace cuatro centurias. Solamente Arabia Saud¨ª, que dispone de doble fachada mar¨ªtima (golfo P¨¦rsico/Ar¨¢bigo y mar Rojo), puede crear una zona econ¨®mica exclusiva de 54.300 millas cuadradas, con una longitud de litoral de 1.316 kil¨®metros. Pero ¨¦sta no es la ¨²nica disputa territorial existente en la zona. Precisamente la tensi¨®n entre Ir¨¢n e Irak se inicia con la controversia sobre la soberan¨ªa de las islas Abu Musa, en la embocadura del Estrecho, ocupadas por Ir¨¢n y reclamadas por los Emiratos Arabes Unidos.
Indudablemente, la importancia de los conflictos territoriales se ha difuminado tras el alto grado de tensi¨®n provocado por el inicio de los ataques a los buques mercantes y la amenaza de bloquear Ormuz. La posibilidad de este bloqueo fue una de las causas por las cuales Sadat propuso en 1980 la creaci¨®n de una fuerza naval conjunta Egipto-Arabia Saud¨ª. Por estas mismas fechas se concentraban en el oc¨¦ano ¨ªndico unos 60 nav¨ªos de guerra pertenecientes a Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Australia, dispuestos a defender los intereses occidentales en el Golfo.
La presencia naval m¨¢s intensa en la regi¨®n la mantiene Estados Unidos (la URSS ten¨ªa en 1984 29 buques), que dispone para el Oriente Pr¨®ximo de la VI Flota (Mediterr¨¢neo), VII Flota (oc¨¦ano Indico y el Golfo), m¨¢s el CENTCOM, dispositivo militar que en 1983 reemplaza a la Fuerza de Despliegue R¨¢pido y cuyo cuartel general naval se encuentra en Hawai.
Desde 1984 la crisis del Golfo se ha agudizado con los ataques a los buques mercantes, fundamentalmente petroleros, de los que se han contabilizado ya m¨¢s de 200, de los cuales 125 han sido llevados a cabo por Irak. En total se llevan producidas unas p¨¦rdidas de siete millones de toneladas de peso muerto.
El escenario configurado a partir del enfrentamiento Ir¨¢n-Irak se caracteriza, pues, por su dimensi¨®n mar¨ªtima y, en consecuencia, por la activaci¨®n y puesta en juego del poder naval, tanto por parte de las potencias navales como por Estados recientemente creados, dentro de un proceso en el cual se han alterado sensiblemente los patrones tradicionales.
El enfrentamiento Irak-Ir¨¢n es fundamentalmente una guerra naval, aunque los contendientes carezcan de flotas adecuadas. Las acciones b¨¦licas, no obstante, est¨¢n basadas en acciones navales: el ataque a buques mercantes y el control unilateral por parte de Ir¨¢n de los accesos mar¨ªtimos al Golfo.
La dimensi¨®n mar¨ªtima de la crisis se ha acentuado en los ¨²ltimos d¨ªas con el minado de las aguas y la realizaci¨®n de maniobras navales por parte de Ir¨¢n. Ambos hechos ponen de manifiesto la existencia de un poder naval de caracter¨ªsticas muy peculiares, capaz de poner en jaque a las grandes flotas.
Esta pr¨¢ctica -el minado de las aguas- no es una novedad en la regi¨®n. Durante el verano de 1984, unos 18 buques de distintas nacionalidades fueron alcanzados por la explosi¨®n de minas en el mar Rolo. Las aguas poco profundas del golfo son particularmente aptas para el empleo de estos artefactos, y a su vez implican una mayor complejidad para su detecci¨®n por medios ac¨²sticos. La colocaci¨®n de minas puede realizarse con bastante discreci¨®n -como se est¨¢ poniendo de manifiesto- y por nav¨ªos no especializados, siendo muy efectivas en lugares de tr¨¢fico denso. La detecci¨®n y desactivaci¨®n, por el contrario, es una labor compleja y costosa.
Aunque, ninguno de los ocho Estados ribere?os del Golfo puede ser definido como potencia naval, todos ellos disponen de capacidad de movimiento por las aguas con poder destructivo suficiente para causar da?os irreparables a nav¨ªos de gran porte y alta tecnolog¨ªa.
La flota tipo de los pa¨ªses del Golfo est¨¢ compuesta fundamentalmente por patrulleras y patrulleras r¨¢pidas equipadas, con misiles. S¨®lo Ir¨¢n, Irak y Arabia Saud¨ª cuentan en sus flotas con unidades de cierta envergadura, generalmente fragatas y corbetas que no sobrepasan las 2.000 toneladas. El desarrollo de estas flotas de combate no puede decirse que sea un fen¨®meno minoritario: existen en el mundo 56, excluidas las de los pa¨ªses inclustrializados, y al menos 20 Estados del Tercer Mundo tienen capacidad para la construcci¨®n naval bajo licencia.
El poder naval desarrollado en los pa¨ªses del Golfo -cuyos programas de construcci¨®n est¨¢n pasando por dificultades debido a la disminuci¨®n de las rentas del petr¨®leo- no pretende obv¨ªamente ser una r¨¦plica de las grandes flotas. Su funci¨®n no es la de proyectar poder e influencia pol¨ªtica, aunque s¨ª constituye una respuesta militar en un conflicto cuya dimensi¨®n es esencialmente mar¨ªtima, y ante el cual se est¨¢n poniendo al descubierto las deficiencias e inadecuaci¨®n para su control de los patrones tradicionales.
Los acontecimientos que acompa?an al desarrollo de esta crisis constituyen ya elementos de reflexi¨®n en el debate moderno sobre el poder naval, algunos de cuyos fundamentos, tales como el peso de los flujos de bienes y mercanc¨ªas y el papel de las flotas de combate en la proyecci¨®n de fuerza e influencia, probablernente ser¨¢n sometidos, a revisi¨®n.
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