Verde y con asas
DURANTE AGOSTO, mes propicio a las diabluras, incluidas las de car¨¢cter administrativo, el Bolet¨ªn Oficial del Estado (BOE) ha publicado las convocatorias para cubrir un total de 228 puestos administrativos de distintos niveles mediante el sistema de libre designaci¨®n entre funcionarios. Este sistema, considerado como excepcional por la ley de Reforma de la Administraci¨®n de 1984, consiste en la selecci¨®n por cada ministerio de la persona destinada a ocupar el cargo de entre los funcionarios que hayan enviado su curr¨ªculo en respuesta a la convocatoria aparecida en el BOE, en la que se hace constar los requisitos para concurrir. Con frecuencia, la convocatoria oficial sirve ¨²nicamente para dar apariencia de neutralidad administrativa a una decisi¨®n personal tomada de antemano: una ve? seleccionada in p¨¦ctore la persona, se hace p¨²blica la convocatoria en la que los requisitos exigidos corresponden al perfil de aqu¨¦lla. En ocasiones, el sistema produce efectos tan chuscos como el de un importante ayuntamiento vasco que incluy¨® entre los t¨ªtulos a exhibir por los aspirantes a jefe de la Polic¨ªa Municipal el de capit¨¢n de la marina mercante, que como por casualidad ven¨ªa a coincidir con el oficio de la persona que desempe?aba provisionalmente el cargo por decisi¨®n del partido mayoritario en la corporaci¨®n. Es decir: verde y con asas.El recurso al sistema de libre designaci¨®n ha sido profusamente utilizado por la Administraci¨®n socialista. En su d¨ªa se consider¨® una v¨ªa intermedia entre la simple designaci¨®n a dedo y el concurso u oposici¨®n. La discrecionalidad en el nombramiento se ve¨ªa moderada por la exigencia de que los aspirantes fueran funcionarios en ejercicio. Pero siempre se consider¨® una medida excepcional, explicable por la necesidad de la nueva Administraci¨®n de rodearse de un funcionariado no hostil tras decenios de administraciones de la derecha. Fuentes gubernamentales expresaron no hace mucho su voluntad de reducir el recurso a ese sistema a casos muy espec¨ªficos. A la vista de la cifra que ofrecemos no parece que esa voluntad haya cuajado por el momento.
Ello resulta especialmente preocupante teniendo en cuenta que desde la entrada en vigor de la ley de Reforma, 25.000 puestos funcionariales fueron cubiertos por ese sistema definido como excepcional. Pero es preocupante, sobre todo por lo que tiene de indicativo respecto a las dificultades con que sigue encontr¨¢ndose cualquier intento serio de abordar de una vez la modernizaci¨®n de la administraci¨®n p¨²blica espa?ola, imposible mientras el enchufismo, o incluso su mera posibilidad objetiva, siga impidiendo la aplicaci¨®n de criterios de estricta profesionalidad en la selecci¨®n y promoci¨®n de los funcionarios.
Desde hace un siglo, todos los intentos de construir una administraci¨®n p¨²blica profesionalizada, por una parte, y rentable y eficaz en t¨¦rminos sociales, por otra, han chocado sistem¨¢ticamente en Espa?a con resistencias corporativas, pero no s¨®lo de sectores del propio funcionariado, sino tambi¨¦n de los aparatos de poder pol¨ªtico. El sistema de corrupci¨®n electoral y caciquismo que caracteriz¨® a la Espa?a de la Restauraci¨®n dio al traste con intentos de reforma como el de Maura, en 1907, sin que ni durante la dictadura de Primo de Rivera ni en los a?os de la II Rep¨²blica lograran cuajar los numerosos proyectos que en uno u otro momento llegaron a discutirse. El franquismo, por su parte, convirti¨® a la administraci¨®n en un ap¨¦ndice del partido ¨²nico, por lo que esa anhelada profesionalizaci¨®n se aplaz¨® por varias d¨¦cadas m¨¢s.
El retraso as¨ª acumulado, con su corolario de condensaci¨®n de usos e inercias, ha dificultado la reforma prometida en el programa electoral de los socialistas. Pero que esos usos han entrado a formar parte de los h¨¢bitos del partido del Gobierno lo demuestra la facilidad con que, en todos los niveles de la administraci¨®n, y no ¨²nicamente en aquellos en que parece l¨®gica la presencia de personal de confianza, se ha renunciado a la v¨ªa considerada como normal -concurso u oposici¨®n- en favor de la libre designaci¨®n. No parece evidente que el sistema sea imprescindible para cubrir puestos como el de gestor de viajeros de Rosal de la Frontera o el de jefe del ¨¢rea de empresas, afiliaci¨®n, altas y bajas de trabajadores de la delegaci¨®n de trabajo de Manresa, por citar dos ejemplos extra¨ªdos del ¨²ltimo n¨²mero del BOE.
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