Gilipollas o gilipoyas
Resulta que pasa el tiempo m¨¢s r¨¢pido que antes o lo parece, porque ya est¨¢ pasado y tienes dentro un sinsabor que no te deja mirar, ni sorber, ni entender.Y eso que no hay queja. Las cosas van marchando, el coche (eso a cualquiera, de acuerdo), el trabajo (esto ya no tanto)... Pero sigamos, las cosas marchan. Lo del pasado fue poca cosa. Es ahora. La cabeza no est¨¢ en su sitio, la diana del pensamiento se mueve, constantemente, y no se acierta a explicar nada.
Dejemos esto o... el pensamiento se escapa por el tobog¨¢n y nada queda para contar. El vac¨ªo se va haciendo en el interior. ?Ser¨¢ la edad, el exceso de autocr¨ªtica, el deseo de la nada, un tel¨®n interior e intencionado que quita las ganas de todo, o la madre que te pari¨®?
La vida, s¨ª, va. Contin¨²a. No hay por qu¨¦ quejarse. la salud aceptable; las preocupaciones, normales; la familia, bien. No hay, entonces, circunstancias concretas que pudiesen ser, por s¨ª mismas, causa de malvivir.
Tiene un ojo tapado con una tela ovalada y acolchada y una cinta el¨¢stica que le sujeta el tapaojo por detr¨¢s de la cabeza; todo el artilugio negro y limpio (tendr¨¢ otro de quita y pon, como los calzoncillos). Recuerda al jud¨ªo del ojo tapado. Y no se sabe qu¨¦ pintaba en el asunto, pero anda siempre por en medio, y es simp¨¢tico y llama por tel¨¦fono.
Ahora se acaban de comprar un piso, a plazos, ?toma!, ?c¨®mo va a ser? Y parece que estas cosas reconfortan. Dan la impresi¨®n de que las cosas funcionan. La peque?a vanidad. La b¨²squeda de unos cuelgatoallas que entonen con los baldosines del ba?o. Esas cosas corrientes que no amargan, que amargar no amargan, pero amargan.
Unas ventanas dan a Naciente, otras a Poniente. Pero por lo s cristales de las ventanas de los ojos no se distingue nada. Hay luz, y blancos, y oscuros, colores, pero no hay olores; por los ojos nada se huele. Para oler, la embarazada, que todo lo huele, porque el feto ya quiere oler, aprender a oler, y huele para indagar, averiguar, saber qu¨¦ le traer¨¢ el mundo cuando todav¨ªa las leyes podr¨ªan llegar a deshacerse de ¨¦l.
Detr¨¢s, en la pared, est¨¢ el gr¨¢fico con la marcha del negocio, el dinero que hay en caja, los datos de la tensi¨®n de cada uno, la estatura expresada en cent¨ªmetros (por ejemplo, 177 cent¨ªmetros, y no un metro setenta y siete), una lista de alimentos para tener lo que llaman, est¨²pidamente, una dieta equilibrada, para adelgazar comiendo, o, al contrario, para engordar no comiendo, que las mismas tonter¨ªas dictan unos para engordar sus bolsillos o las aceptan otros para rellenar los huecos del ocio. Este invento que se invent¨® el hombre para sufrir en lugar de pasar las horas de aburrimiento aburri¨¦ndose. En la pared hay muchas m¨¢s cosas: dos cuadros y una jaula sin p¨¢jaro, pero con varilla de medir el aceite del c¨¢rter del coche, y un recordatorio para hacer un recado as¨ª que empiece el pr¨®ximo a?o.
PARIENTES
Despu¨¦s, toda la retah¨ªla de parientes muertos, en buena hora, sobre todo para ellos, que son la luz que alumbra nuestros pasos en el camino hacia la luz definitiva. La locomotora se acerca en la noche, de frente, hacia nosotros, con el potente farol frontero relumbr¨¢ndolo todo. Es el destino importante que nos acaban de conceder o que le acaban de conceder a alguien que con pitos y flautas le supone un 30% de subida en el sueldo, quiz¨¢ algo menos. Nos frotamos las manos. Comeremos m¨¢s y mejor y dormiremos menos y peor por las malas digestiones y preocupados por d¨®nde guardar las riquezas acumuladas, oro, joyas, billetes de curso legal y tarjetas de cr¨¦dito, para entrar y salir en todos los pa¨ªses y acceder, hasta en el Extremo Oriente, a un festival de inform¨¢tica.
Andaba dolido con la vida porque no le daba m¨¢s que problemas. En todos los frentes, se mirase en d¨®nde se mirase. Una cortinilla de sufrimiento inundaba los ojos en forma de humores. No eran lloros, ni llantinas; era, acaso, una rabia sin medida por no poder acercar el futuro hasta ah¨ª mismo, a cada instante, lleno siempre de esperanza, de bellos colores, etc¨¦tera. Era siempre igual conforme se acercaba, o lo parec¨ªa, o se alejaba. Era una distancia constantemente igual, qu¨¦ cosas.
Los d¨ªas pasaban con pena. Malvados d¨ªas olvidados, pero no suficientemente. Terribles esperas al porvenir. Ese futuro distante, ya comentado y odiado por deseado.
NADIE ES PERFECTO
Ahora hay otro traj¨ªn. Es distinto. Se va vaciando el saco. Ten¨ªa un agujero. Nadie es perfecto. Las semanas pasan volando, y ello no es malo ni es bueno; es necesario para ir echando canas o enemistades.
?Entom¨®logo!, entom¨®logo de la vida, de la tierra, de la paja, de los humos, del agua, del cerdo, de la piedra, de la hoja, de las matr¨ªculas de los coches.
Quisiera ser el hombre regordete que ten¨ªa un cargo de la fecha principal, en cumplimiento de una orden ministerial que le confer¨ªa rango de secretario, director, principal.
Se trata de rebuscar con un hierrito entre la basura para deslindar mierdas de mierdas. El peque?o hombre regordete del carguito oficial, con el ch¨®fer y la miseria pase¨¢ndose y exigiendo que el coche le llevara hasta la puerta del despacho. El conductor tuvo que hacer muchas maniobras para llegar a donde el hijo puta le dijo.
Pero no todo es as¨ª. Hay cosas peores. Pudiera bajarse el del carguillo, el llevado en el coche, y mearse encima del ch¨®fer, como dicen que hacen esos peque?os basureros de la mierda urbana con forma de carne y pelos tot¨¦micos, en las noches de los viernes, para cabrear a los que pasan.
Oye, y andaba con el pito fuera y meaba a unos y otras. ?Qu¨¦ alegr¨ªa! Era su premio..., ?al gilipollas o al gilipoyas?
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