'Pixote' represent¨® su papel hasta el final
Fernando da Silva, actor de la famosa pel¨ªcula brasile?a, muri¨® a manos de la polic¨ªa
Como suele ocurrir en este tipo de casos, hay dos versiones totalmente contradictorias. La polic¨ªa de Sao Paulo asegura que persigui¨® a dos asaltantes hasta una casucha en la periferia miserable de la mayor ciudad brasile?a. Uno de ellos se entreg¨®, el otro se enfrent¨® a los guardias a balazos y fue muerto en el tiroteo. Podr¨ªa ser una de esas muertes rutinarias en la violencia de los suburbios de Sao Paulo, donde la polic¨ªa suele disparar varias veces antes de insinuar cualquier pregunta. Pero Fernando da Silva Ramos, de 19 a?os, fue, m¨¢s que un rostro, una historia conocida por los brasile?os: ¨¦l era Pixote, personaje-t¨ªtulo de una pel¨ªcula de H¨¦ctor Babenco.
Las versiones son contradictorias, pero una cosa nadie puede negar: en la tarde del martes pasado hubo un muerto, un muchacho de 19 a?os llamado Fernando da Silva Ramos, abatido por cuatro tiros en el pecho.En 1979, Fernando fue seleccionado entre 1.300 otros ni?os para el papel de un peque?o marginal en una de las pel¨ªculas m¨¢s punzantes realizadas en Brasil en los ¨²ltimos a?os. Gan¨®, en la ¨¦poca, el equivalente a mil d¨®lares por su trabajo. No era un ni?o-actor: su ¨²nica experiencia hab¨ªa sido en una obra de teatro montada cuatro a?os antes. Viv¨ªa, con la madre y siete hermanos, en una casa de sala y cuarto en Vila Ester, perdida en la periferia de Sao Paulo. La pel¨ªcula obtuvo un ¨¦xito espectacular en Brasil y buena carrera en el exterior. Fernando decidi¨® mover un pleito al director Babenco, exigiendo el 5% del total recaudado en la taquilla. Pixote pas¨® a ser un s¨ªmbolo. Pese a no tener ninguna obligaci¨®n jur¨ªdica, Babenco propuso al muchacho que retirara la querella a cambio de una casa amplia con tres dormitorios. El acuerdo se llev¨® a cabo mientras Fernando se consum¨ªa en fallidos intentos de proseguir su carrera de actor.
Contrato cancelado
Obtuvo peque?os papeles en pel¨ªculas importantes y un contrato con la red del Globo, la mayor cadena de televisi¨®n del pa¨ªs. Trabaj¨® en esa f¨¢brica de estrellas a lo largo de seis meses. El contrato fue cancelado: Fernando no lograba memorizar su parte en la serie El amor es nuestro.Su rostro volvi¨® a aparecer en los peri¨®dicos en mayo de 1984, cuando Fernando fue detenido, acusado de robar en la casa de un comerciante en la ciudad de Diadema, vecina a Sao Paulo.
Para Brasil fue la dura constataci¨®n de que Pixote caminaba en la vida real por la misma senda que hab¨ªa representado en el cine: el ni?o criado a las orillas de un sistema de injusticia crec¨ªa y, para enfrentarse a la vida, creaba reglas propias. Toda la gente que vio la pel¨ªcula se asombr¨® de la naturalidad con que el ni?o actuaba, su sinceridad y su frialdad.
La tragedia, sin embargo, estaba al margen de la pel¨ªcula: cuando las luces se apagaron, Fernando da Silva no se conform¨® con seguir siendo Fernando da Silva. A falta de otro contrato, desempe?¨® el ¨²nico papel que le quedaba: el de Pixote.
Cuando fue detenido en 1984 logr¨® no ser llevado a un penal. El juez le dej¨® en libertad y el alcalde de Duque de Caxias, una ciudad vecina a R¨ªo de Janeiro, le regal¨® una casa para que se mudara con la madre y los hermanos y empezara una nueva vida. Dur¨® poco: en menos de seis meses, la madre vendi¨® la casa y regresaron todos a la misma Vila Ester de siempre. Fernando se compr¨® un coche y sigui¨® buscando trabajo. Se enamor¨® de una muchacha de su misma edad, Mar¨ªa Aparecida. La pareja tuvo una hija, Jacqueline, hace poco m¨¢s de un a?o.
El regreso a la pobreza de la periferia de la ciudad m¨¢s rica y opulenta de Brasil fue, para Fernando, el regreso a la realidad. Pas¨® a odiar el personaje Pixote a medida en que cumpl¨ªa, como en la tr¨¢gica profec¨ªa, el itinerario del ni?o de la pel¨ªcula.
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