Mathias Rust, el atrevido
A LA vista de c¨®mo se ha desarrollado el proceso contra el joven piloto alem¨¢n Mathias Rust, que el pasado 28 de mayo aterriz¨® con su avioneta en la plaza Roja de Mosc¨² en un vuelo ins¨®lito, se entiende mejor que no tuvieran eco las gestiones discretas de la Rep¨²blica Federal de Alemania para obtener su liberaci¨®n anticipada.El proceso seguido en Mosc¨² contra este ciudadano alem¨¢n ha sido una ocasi¨®n magn¨ªfica para el l¨ªder sovi¨¦tico Mijail Gorbachov de presentar un funcionamiento normal de la justicia en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en presencia de los familiares del acusado y de periodistas de diversos pa¨ªses, con testigos que se contradicen, con un fiscal que acusa duramente, pero frente al cual un abogado de prestigio rebate sus argumentos y defiende a Rust. En una palabra, algo alejad¨ªsimo de la imagen que existe en Occidente, sobre la base de tristes y reiteradas experiencias, de los juicios en la URSS.
La direcci¨®n sovi¨¦tica se apunta un tanto doblemente eficaz, porque esa imagen llega a la opini¨®n p¨²blica sin mediaciones propagand¨ªsticas, como algo que sucede de modo corriente.
La condena a cuatro a?os de campo de trabajo ha sido pronunciada en ese marco, y su dureza excesiva no se debe tanto a una aplicaci¨®n viciosa de las leyes como a que el caso Rust escapa en cierto modo al marco en que ha sido tratado. En el plano jur¨ªdico -renunciando al conjunto de sospechas sobre una perversa maniobra de servicios de espionaje que aparecieron en las primeras versiones sovi¨¦ticas-, ha sido acusado por el fiscal como un joven que ha violado la frontera de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y los reglamentos sobre vuelo y que ha cometido un acto de gamberrismio al aterrizar en un lugar particularmente venerado por los ciudadanos sovi¨¦ticos.
Los dos primeros puntos son indiscutibles, pero la acusaci¨®n de "gamberrismo" -que sin duda responde a los sentimientos de numerosos ciudadanos sovi¨¦ticos- deja de lado algo importante: la versi¨®n que Rust da de su vuelo como una "misi¨®n de paz". Versi¨®n muy favorable para la URSS: quer¨ªa hacer algo absolutamente ins¨®lito, que causase sensaci¨®n en el mundo, para llamar la atenci¨®n sobre el problem¨¢de la paz y hablar con Gorbachov, en cuyas propuestas el joven alem¨¢n dice confiar.
La audacia de este muchacho de Hamburgo, de una inconsciencia incre¨ªble, pod¨ªa haber tenido consecuencias tr¨¢gicas. Pero no las ha tenido. El viaje que hab¨ªa concebido era en s¨ª una locura: lo normal es que hubiese sido derribado por cazas o misiles sovi¨¦ticos, y entonces el efecto hubiese sido radicalmente distinto. Aparte de ese peligro, exist¨ªan enormes riesgos de que su vuelo provocase accidentes en otros vuelos civiles, o que su aterrizaje en la plaza Roja causase v¨ªctimas entre los transe¨²ntes. En cualquiera de esas eventualidades, la situaci¨®n actual de Rust ser¨ªa muy diferente. Pero, gracias a un c¨²mulo de coincidencias que lindan con lo milagroso, no ha causado da?o a nadie. El balance de su viaje, situado en un marco pol¨ªtico general, ha sido beneficioso para la URSS, y concretamente para su imagen en el mundo.
Es l¨®gico que los sovi¨¦ticos consideren grave que en su sistema de defensa hayan aparecido enormes grietas y debilidades. En todo caso, esas debilidades dieron pie para que el secretario general del partido pudiese llevar a cabo cambios serios en los altos mandos militares -retirando a personalidades de la vieja escuela y promoviendo nuevos cuadros-, dando a la vez, en los mecanismos generales de decisi¨®n del Estado, un peso mayor a los civiles. Probablemente no es un factor secundario para que la l¨ªnea reformadora se consolide frente a serios adversarios.
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