Los ricos no tienen remedio
Juan fuerza la vivienda de Javier; sujeto por los hombres de seguridad, entra en el sal¨®n donde Javier, su mujer y su hija reciben a sus ¨ªntimos Ernesto y Matilde en una escena de alta comedia, donde los riqu¨ªsimos, con esmoquin y licores viejos, ofrecen el cinismo de su vida. Juan tiene una verdad para todos: Javier fue el amante de su mujer -fallecida-, y ¨¦l se ha vengado siendo el amante de la mujer de ¨¦ste y de su hija, y tambi¨¦n, por casualidad, de la esposa de Ernesto -que resulta bisexual-, que tambi¨¦n es ad¨²ltera con Javier. Cuando este aguafiestas cree que va a suscitar una toma de conciencia, encuentra que esa sociedad es impermeable, que el juego de sociedad abarca todo ello, que ninguno tiene necesidad de perdonar a nadie porque todo est¨¢ comprendido. Incluso el entregar a la muerte al aguafiestas.Suena a Priestley. Pero Priestley ten¨ªa muchas m¨¢s cosas que decir de la sociedad de su tiempo -a?os treinta-, muchas m¨¢s cosas que contar de cada uno de sus personajes, muchas m¨¢s sorpresas teatrales que dar, y creaba un ¨¢mbito denso y emotivo. Suena a Benavente. Pero las frases de autor de Benavente ten¨ªan m¨¢s calado, m¨¢s carga, y la acusaci¨®n a su entorno social part¨ªa desde un mejor conocimiento de ella y desde otro conocimiento del teatro. Hay muchas cosas que recuerda la obra de Mar¨ªa Manuela Reina, pero sin llegar a ellas. Para cumplir sus dos horas de espect¨¢culo tiene necesidad de reiterar, de volver a contar las mismas acciones varias veces (al comenzar el segundo acto se relata largamente el primero), sin que las formas de lenguaje interesen por s¨ª mismas. La idea moral de que los ricos son malos, muy malos, es algo estimulante; pero no pasa de ah¨ª. Por otra parte, el pobre no es tampoco un hombre virtuoso, aunque no se acuda a esa demostraci¨®n, que ser¨ªa contraria al intento demag¨®gico de la autora.
El pasajero de la noche
De Mar¨ªa Manuela Reina. Int¨¦rpretes: Carlos Larra?aga, Ramiro Oliveros, Pastor Serrador, Licia Calder¨®n, Teresa de? R¨ªo, Flavia P. de Castro. Escenograf¨ªa de Manuel Mampaso. Direcci¨®n de Mara Recatero. Estreno: teatro Maravillas. Madrid, 4 de septiembre.
Malos papeles
No van los actores a mejorar el texto. Cuando lo que se dice es inane, el actor no se anima. Carlos Larra?aga tiene que acudir a tics para personalizar su papel de ingenuo que fracasa en su ¨²ltima misi¨®n, y Ramiro Oliveros se estira y se hace terso para mostrar su donjuanismo; Tere del R¨ªo y Licia Calder¨®n visten bien sus figurines -lo cual es fundamental en la alta comedia-, pero no tienen m¨¢s recurso que acudir al falsete de risas y tonillos para defender sus malos papeles. Pastor Serrador tiene que hacer de fascistoide: lo que sale es pintoresco. Y Flavia P. de Castro tiene que vivir entre la ingenuidad, el amor, la desesperaci¨®n y la entrada en la sociedad c¨ªnica, y no lo consigue. No son culpables, sino v¨ªctimas de su texto.El decorado de Mampaso reproduce el sal¨®n de la casa rica con verismo art¨ªstico. Y la direcci¨®n de Mara Recatero se limita a hacer lo posible por dar movimiento a la sucesi¨®n de discursos; consigue bastante soltura.
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