El creciente ?filema de Coraz¨®n A quino
LA DIMISI?N del Gobierno de la presidenta Coraz¨®n Aquino es consecuencia de una crisis pol¨ªtica cuya ra¨ªz inmediata es el golpe militar del pasado 28 de agosto, el m¨¢s serio de los cinco que han tenido lugar desde el derrumbamiento de la dictadura de Ferdinand Marcos. La gravedad del ¨²ltimo golpe no se debe s¨®lo a que estuvo a punto de apoderarse de posiciones decisivas, sino a los fen¨®menos que surgieron en el campo gubernamental cuando se trat¨® de hacerle frente. La propia presidenta ha explicado que estuvo mucho tiempo aislada, y que s¨®lo al cabo de 10 horas se lanz¨® el ataque para acabar con la rebeli¨®n. En las tropas leales no hab¨ªa voluntad de lucha, y es sintom¨¢tico que la gran mayor¨ªa de las v¨ªctimas hayan sido civiles alcanzados de modo accidental. En el debate que se ha abierto en el Congreso sobre estos hechos se produjeron acusaciones y respuestas que sacaron a la superficie hondas contradicciones en el seno del Gobierno.En el momento de la rebeli¨®n, Coraz¨®n Aquino habl¨® de castigo implacable a los culpables. El clima que ahora predomina es muy distinto. Una de las causas que han provocado la dimisi¨®n de los ministros es la voluntad de los militares, y de los c¨ªrculos m¨¢s conservadores, de eliminar del Gobierno a personas que consideran demasiado izquierdistas, en particular al secretario ejecutivo de Aquino, Joker Arroyo, calificado de procomunista porque defendi¨® como abogado a presos comunistas en la ¨¦poca de la dictadura. En el Ej¨¦rcito existen, por causas econ¨®micas y pol¨ªticas, quejas muy extendidas: por la paga insuficiente, por el material deficiente... En esas quejas se apoyaron los rebeldes, pero los militares leales las comparten, y quieren de paso imponer en el Gobierno un cambio hacia la derecha, apartando de ¨¦l a las personas que se esfuerzan por poner en marcha con prioridad las reformas de tipo social.
No estamos ante algo nuevo: el Gobierno de Aquino ha dado anteriormente giros en ese mismo sentido, y desde hace tiempo el poder del general Fidel Ramos es mucho m¨¢s que el de jefe de las fuerzas armadas. No se puede descartar que la desembocadura de la crisis actual acent¨²e la evoluci¨®n de la democracia filipina hacia una creciente tutela militar. Ello tendr¨ªa consecuencias graves y dejar¨ªa pendientes -o incluso empeorar¨ªa- los problemas decisivos que el pa¨ªs tiene que afrontar.
En tiempos de Marcos, los militares han tenido carta blanca para la lucha contra los comunistas, pero ¨¦stos no han sido liquidados. M¨¢s bien ocurri¨® lo contrario: su influencia se ampli¨® a causa de la desesperaci¨®n que cunde en extensas zonas entre la poblaci¨®n campesina. Iniciativas audaces en el terreno de la reforma agraria y una pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s din¨¢mica son condiciones imprescindibles para que la democracia en Filipinas encuentre una base s¨®lida y estable. La indecisi¨®n, la incapacidad de Coraz¨®n Aquino de definir una pol¨ªtica coherente, han tenido en ese orden consecuencias nefastas. Lleg¨® al poder hace 18 meses con una popularidad extraordinaria, como rara vez se ha conocido en la historia contempor¨¢nea. El entusiasmo de entonces es ahora para muchos amarga frustraci¨®n.
Las necesidades reales del Ej¨¦rcito deben ser atendidas, ya que desempe?a un papel indispensable para la garant¨ªa de la ley y de la Constituci¨®n. Pero la crisis filipina seguir¨¢ sin soluci¨®n si Coraz¨®n Aquino reorganiza su Gobierno sin considerar prioritaria la obligaci¨®n de impulsar una pol¨ªtica econ¨®mica y social moderna.
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