Un fantasma en Cuba
Hace m¨¢s de un siglo, Marx y Engels hicieron correr algunos escalofr¨ªos por la Europa burguesa anunciando que un fantasma recorr¨ªa el continente: el comunismo. ?Qui¨¦n hubiera sospechado que tambi¨¦n un pa¨ªs comunista podr¨ªa inquietarse por un fantasma comunista? Acabo de visitar la Rep¨²blica de Cuba durante tres semanas y comprobar que el fantasma de Mijail Gorbachov mantiene insomnes a los l¨ªderes castristas; que la informaci¨®n sobre lo que ocurre en Rusia es censurada en todos los medios de prensa.Los disidentes cubanos no han logrado abrir siquiera una peque?a brecha en el aparato oficial de comunicaciones, y por ahora es inimaginable incluso una hoja manuscrita que pudiera circular de mano en mano. La paranoia de derecha que Radio Mart¨ª lanza desde Miami, pagada por Ronald Reagan y conducida por exiliados cubanos dependientes de la CIA, no tiene credibilidad ni atractivo, excepci¨®n hecha de las audiciones musicales. M¨¢s a¨²n, el proyecto pol¨ªtico y econ¨®mico que Radio Mart¨ª propone, cubierto de ropajes democr¨¢ticos y tentaciones consumistas, es f¨¢cilmente descifrable para los habitantes de la isla: significa el retorno a la miseria y la opresi¨®n de los tiempos en que Estados Unidos controlaba, explotaba, usufructuaba y se divert¨ªa en nombre de la democracia, administrada por los maflosos Albert Anastasia y Meyer Lansky, prominentes en la Cosa Nostra.
Pero as¨ª como la generosidad estrat¨¦gica de Rusia sostiene la quebrada econom¨ªa cubana, desde Mosc¨² llega quincenalmente el ¨²nico samizdat cubano posible, un samizdat distinto de los tradicionales, su circulaci¨®n no puede ser prohibida, sus redactores no pueden ser encarcelados o perseguidos: el peri¨®dico Novedades de Mosc¨², en espa?ol.
Poco antes de partir hacia La Habana le¨ª en el diario Clar¨ªn, de Buenos Aires, el de mayor circulaci¨®n en el pa¨ªs -ubicado en la categor¨ªa de despreciable prensa burguesa seg¨²n la definici¨®n castrista-, un art¨ªculo de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. El novelista colombiano describe -?es necesario agregar que con excepcional talento, peculiar riqueza idiom¨¢tica, belleza conceptual?- su entrevista con Mijail Gorbachov en Mosc¨². La distribuci¨®n fue realizada por la agencia sovi¨¦tica de noticias Tass.
Obviamente, nada pod¨ªa ofrecer mayor garant¨ªa para un funcionario castrista que esos tres nombres: Garc¨ªa M¨¢rquez, Gorbachov, Tass. Pero los medios informativos cubanos, que se hacen eco de cualquier noticia relacionada con el novelista, incluidas sus vacaciones en Menorca, no reprodujeron el art¨ªculo.
Por cierto que no se trata de una ruptura con Garc¨ªa M¨¢rquez. Quien molesta es Gorbachov. Los dirigentes y funcionarios del r¨¦gimen han trazado una estrategia que inevitablemente lleva al ocultamiento de lo que ocurre en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Al margen de las iron¨ªas dirigidas a Gorbachov, en forma privada, sobre la inexistencia de un pasado combatiente en su biograf¨ªa -ten¨ªa unos 14 a?os cuando concluy¨® la II Guerra Mundial-, la argumentaci¨®n castrista se asienta en cuatro pilares:
1. No es necesario trasladar a Cuba un tema que le es totalmente ajeno, que no tiene relaci¨®n alguna con la situaci¨®n en la isla.
2. No se puede, ni se debe, utilizar mecanismos capitalistas para construir el socialismo.
3. No hay ninguna garant¨ªa que la perestroika y el glasnost tengan ¨¦xito. Gorbachov puede ser un fen¨®meno pasajero, un episodio personal antes que un desarrollo colectivo.
4. Gorbachov llega con retraso, Cuba est¨¢ aplicando desde hace tiempo medidas de rectificaci¨®n.
Pero los cubanos que se agolpan en los puestos de venta de La Habana para apoderarse de Novedades de Mosc¨² en el momento mismo de su arribo tienen otras expectativas. Y explicaciones que difieren de las deslizadas, si bien nunca publicadas, por los voceros del r¨¦gimen. (Describen el proceso de rectificaci¨®n m¨¢s como una b¨²squeda de culpables por los errores cometidos, que un examen de conciencia sobre una sociedad que lleva a la inevitabilidad de esos errores.)
No se trata, por cierto, de cubanos adversos a la revoluci¨®n. M¨¢s bien, temerosos de que se pierda la oportunidad de iniciar un di¨¢logo abierto sobre la realidad cubana, debate que s¨®lo es pensable bajo el paraguas protector de Gorbachov o de la ayuda econ¨®mica sovi¨¦tica. Fatigados, abrumados, casi asfixiados por el interminable y agresivo mon¨®logo del comandante, temen que sin ese debate la esclerosis actual del sistema convierta a Cuba en la Albania del Caribe. Se inquietan al ver que el anciano Kim il Sung, de Corea del Norte, es promovido con mayor ¨¦nfasis que Gorbachov. Les preocupa que Fidel Castro no acepte que su papel en los asuntos mundiales se diluya ante el intento generalizado de una apertura entre los dos bloques e intente una competencia con Gorbachov que significar¨¢ mayores penurias econ¨®micas y mayor aislamiento cultural. Perciben que el comandante no ha superado todav¨ªa la rigidez de la guerra fr¨ªa.
El presidente argentino, Ra¨²l Alfons¨ªn, a su paso por La Habana hace un a?o, pregunt¨® a Fidel Castro si despu¨¦s -despu¨¦s de Fidel- Cuba podr¨ªa convertirse en una Yugoslavia. El comandante se mantuvo callado. Las esperanzas de los lectores habaneros de Novedades de Mosc¨² no van tan lejos. Les bastar¨ªa que por ahora en las librer¨ªas cubanas se puedan adquirir los discursos de Gorbachov, y saben que no hay librer¨ªa en Am¨¦rica Latina -a excepci¨®n de las de Chile y Paraguay- donde no se encuentren expuestos. Tuve que regalar el ejemplar que llevaba conmigo del informe de Mijail Gorbachov al pleno del Comit¨¦ Central del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS) rendido el 27 de enero de 1987. El folleto fue titulado en Buenos Aires Una revoluci¨®n en la URSS, y antes de viajar me hab¨ªa preparado para una discusi¨®n del tema desde la perspectiva cubana. Pero en La Habana nadie hab¨ªa tenido acceso al informe. Me refiero a nadie fuera de los m¨¢s ¨ªntimos c¨ªrculos oficiales.
La mayor¨ªa de mis interlocutores insistieron en la necesidad de cambios como los que se est¨¢n operando en Europa oriental. Uno de ellos subraya: "Con Castro, sin Castro o a pesar de Castro". Creo que sin Castro es m¨¢s que improbable; a pesar de Castro es impensable. Tendr¨¢ que ser con Castro. Y lo ¨²nico que podr¨ªa ejercer un cierto poder de convicci¨®n sobre el comandante son los millones de d¨®lares que la Uni¨®n Sovi¨¦tica env¨ªa a Cuba diariamente, a pesar de que todo hace suponer que la afligente situaci¨®n econ¨®mica de la URSS impedir¨¢ una magnanimidad sin l¨ªmite de tiempo. Seg¨²n una frase acu?ada en Cuba, Rusia paga un rublo por cubano por d¨ªa. Significar¨ªa 10 millones de d¨®lares diarios.
En la librer¨ªa de 23 y L, frente al hotel Habana Libre, las estanter¨ªas rebosan de libros de autores rusos en su versi¨®n espa?ola. Lo mismo ocurre en la m¨¢s imponente, a unos metros del Floridita, el lugar de los daiquiris de Hemingway en La Habana vieja. Pas¨¦ horas observando a los cubanos adquirir ejemplares que los historiadores y escritores sovi¨¦ticos denuncian hoy como falsificaciones de la realidad sovi¨¦tica. El espect¨¢culo resulta pat¨¦tico. Dentro de poco m¨¢s de un mes ser¨¢ celebrado en Mosc¨² el 70? aniversario de la revoluci¨®n encabezada por Lenin y un grupo de bolcheviques luego asesinados por Stalin. En las librer¨ªas de La Habana se ofrece a los cubanos, recopilados en un libro, los saludos que recibi¨® el Kremlin en el 60? aniversario. La escena me pareci¨® un s¨ªmbolo de la esclerosis de un r¨¦gimen anclado en el pasado. ?Se habr¨¢ referido a esto Gorbachov en su informe de enero? Dice: "Las nociones te¨®ricas sobre el socialismo quedaron, en muchos aspectos, al nivel de los a?os treinta y cuarenta, cuando la sociedad cumpl¨ªa tareas completamente distintas".
El comandante ?podr¨¢ ser convencido de que en Cuba las nociones sobre el guerrillerismo de los a?os sesenta y el tercermundismo de los setenta no se adaptan a la par¨¢lisis que afecta a la isla?
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