El asesinato pol¨ªtico de cada d¨ªa
Colombia, un pa¨ªs al borde del abismo en el que la vida carece de valor
H¨¦ctor Abad G¨®mez y Leonardo Betancur, los dos m¨¦dicos, los dos profesores universitarios y los dos defensores de los derechos humanos, fueron asesinados cuando sal¨ªan del velatorio de un l¨ªder sindical, asesinado tambi¨¦n 11 horas antes. Esto ocurri¨® en Medell¨ªn, la segunda ciudad m¨¢s importante de Colombia, el martes 25 de agosto. Qu¨¦ horror titul¨® a seis columnas un peri¨®dico al registrar estos hechos, que forman parte de la violencia pol¨ªtica que azota al pa¨ªs.
Un mes antes, el presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, el obispo colombiano Dar¨ªo Castrill¨®n afirm¨®: "En el pa¨ªs, la vida se est¨¢ devaluando". Y es cierto. Adem¨¢s de las v¨ªctimas que se cobr¨® la violencia social y la violencia del narcotr¨¢fico, el a?o pasado se registraron en Colombia 976 asesinatos de car¨¢cter pol¨ªtico. Para este a?o, seg¨²n la Comisi¨®n de Derechos Humanos, el n¨²mero de v¨ªctimas de car¨¢cter pol¨ªtico supera ampliamente esta cifra."En Colombia se quiere callar, silenciar las ideas de los que luchan por un pa¨ªs m¨¢s humano, m¨¢s democr¨¢tico", afirma Abel Rodr¨ªguez, presidente de la Asociaci¨®n Nacional de Educadores. En lo que va de a?o, 30 profesores han sido asesinados y muchos m¨¢s han tenido que abandonar su lugar de trabajo por amenazas de muerte. "Todos ¨¦stos ten¨ªan un denominador com¨²n", explica un portavoz de FECODE, "eran l¨ªderes sindicales". Y agrega que en la sede de Bogot¨¢ permanecen "asilados" cinco maestros que no encuentran garant¨ªas para su vida en ning¨²n lugar del pa¨ªs.
Siete l¨ªderes sindicales
La lista de muertos es muy larga. Hace poco m¨¢s de dos meses, al finalizar una huelga en la zona bananera, al norte del pa¨ªs, aparecieron muertos siete l¨ªderes sindicales. En Medell¨ªn, donde la violencia se ha ensa?ado con mayor fuerza, en s¨®lo mes y medio han ca¨ªdo seis profesores y siete estudiantes, todos de la universidad de Antioqu¨ªa.Aunque han sido abatidos l¨ªderes de todos los partidos, liberales, conservadores, izquierdistas, el grupo m¨¢s golpeado ha sido la Uni¨®n Patri¨®tica (UP). Este partido surgi¨® hace menos de dos a?os dentro del plan de apertura democr¨¢tica, y de ¨¦l forman parte el Partido Comunista y las FARC, el grupo guerrillero m¨¢s grande de Colombia. En tan corta vida, 467 de sus militantes han sido asesinados. La historias de todas estas muertes parecen id¨¦nticas: abatidos por balas disparadas por sicarios motorizados cuando sal¨ªan de su casa u oficina. Dos casos ocurridos hace dos semanas, sin embargo, tuvieron algunos visos que los hicieron diferentes. Para matar al senador Pedro Luis Valencia, los pistoleros derribaron la puerta de su casa y le acribillaron frente a su esposa e hijos. Esto ocurri¨® a plena luz del d¨ªa en Medell¨ªn. El otro hecho que caus¨® estupor fue el asesinato de un concejal de un peque?o pueblo. En el bolsillo del sicario, que tambi¨¦n cay¨® muerto, fue encontrado un salvoconducto que le autorizaba para portar armas de fuego, firmado el d¨ªa anterior por un jefe militar de la zona. El militar asegura que los sellos son verdaderos, pero su firma es falsificada.
"Por desgracia, la violencia pol¨ªtica nos golpea desde hace tiempo", explica a EL PA?S el dirigente y parlamentario de la UP Alberto Rojas Puyo. "Lo grave es que ahora se extiende mucho m¨¢s all¨¢. Golpea a los dem¨®cratas vinculados a la defensa de los derechos humanos y del pluralismo pol¨ªtico. Esta larga lista de v¨ªctimas de la UP es, sin duda, un mecanismo para impedir el trabajo pol¨ªtico a los grupos diferentes a los partidos tradicionales. Esta violencia se agudizar¨¢ por la elecci¨®n popular de alcaldes, pues los grupos tradicionales no van a querer compartir su espacio pol¨ªtico".
Para otros, sin embargo, la UP est¨¢ pagando sus incoherencias. Los que as¨ª opinan piensan que este grupo lleva un doble juego al querer utilizar las v¨ªas democr¨¢ticas y a la vez tener un brazo armado: las FARC. A este grupo guerrillero se le acusa tambi¨¦n de matanza de campesinos y asesinato de dirigentes pol¨ªticos que no comparten sus ideas.
"El fen¨®meno de los sicarios ha hecho que en el pa¨ªs impere la ley del silencio y la impunidad", asegur¨® el procurador general de la naci¨®n (fiscal del Estado). De todas las investigaciones que se realizan en este momento para aclarar estos cr¨ªmenes pol¨ªticos ninguna ha arrojado resultados. S¨®lo por uno de los 473 cr¨ªmenes contra la UP hay dos detenidos; los dem¨¢s est¨¢n en completa impunidad. Todos se?alan como culpables a los 40 grupos paramilitares que operan en el pa¨ªs.
Temor y con raz¨®n
"Faltan elementos de juicio para sacar adelante estas investigaciones. No existen pruebas, pues la gente siente temor de declarar", afirma uno de los encargados de estos procesos. Y existen razones para este temor. Hace pocos meses en Barrancabermeja, una peque?a poblaci¨®n del centro del pa¨ªs, fue asesinada una ni?a de s¨®lo 14 a?os. Los sicarios creyeron que ella hab¨ªa sido testigo de un atentado contra miembros de la UP ocurrido en una cafeter¨ªa. Pero se equivocaron y mataron a una familiar. La verdadera testigo, tambi¨¦n de 14 a?os, vive escondida y atemorizada.A ra¨ªz de los ¨²ltimos cr¨ªmenes, el Gobierno anunci¨® nuevas medidas para acabar con la impunidad. Se nombraron 100 nuevos jueces para investigar este tipo de delitos. Los miles de colombianos que han salido a las calles en estos ¨²ltimos d¨ªas en marchas silenciosas para exigir el derecho a la vida, portando pa?uelos y claveles blancos, parecen estar de acuerdo con la opini¨®n del ex presidente conservador, Misael Pastrana Borrero: "El pa¨ªs est¨¢ al borde del abismo", dijo, y tras unos minutos de silencio corrigi¨®: "No, el pa¨ªs est¨¢ en el abismo".
Todos ellos saben tambi¨¦n que tan cierto es lo que escribi¨® el catedr¨¢tico H¨¦ctor Abad G¨®mez horas antes de caer acribillado: "En Medell¨ªn hay tanta pobreza que se puede contratar por 2.000 pesos (menos de 1.000 pesetas) a un sicario para matar a cualquiera".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.