La segunda frontera
La lucha de los hispanos por integrarse en la cultura 'gringa'
Hay una frontera que se cruza para venir de M¨¦xico, con la esperanza de una nueva vida por delante. Y hay otra frontera, la segunda, que es s¨®lo ideal, que quiere decir dar el salto a donde est¨¢n los gringos. A su dinero, a su ¨¦xito, a su forma de vida. Para la segunda frontera, los chicanos tienen una palabra: crossover. El problema es que cuando alcanzan esa otra orilla muchos de ellos se sienten con derecho a hacer lo mismo que los americanos; es decir, peor, pues se trato de despreciar a la propia raza. Artistas concienciados del ¨²ltimo boom latino prefieren utilizar el t¨¦rmino convergencia.
Gente como Andy Garc¨ªa, como Ruben Blades -escritor, m¨²sico, y actor que trabaja en la ¨²ltima pel¨ªcula dirigida por Robert Redford, sobre un tema chicano: The milagro Beanfield War-, Luis Vald¨¦s, director de La Bamba; Camala L¨®pez, Esai Morales, y tantos otros que no renuncian a su nombre para americanizarlo y se niegan a seguir haciendo el indio , mejor dicho, el hispano, para mayor complacencia del p¨²blico. Ya no quieren ser, en las pel¨ªculas, putas, ni drogadictos, ni par¨¢sitos, ni empleados de la limpieza. Aunque esta realidad exista, no es la ¨²nica realidad hispina. De su actitud est¨¢ empezando a surgir un nuevo respeto hacia su trabajo.Los hispanos de Los Angeles, concretamente, todav¨ªa sufren de una explotaci¨®n con la que no contaban al llegar, y es la de los monopolios, la de los intermediarios mexicanos. Ver cine en cualquiera de los guetos del este de la ciudad quiere decir, tan s¨®lo, ver cine mexicano. T¨ªtulos como Macho en la c¨¢rcel de mujeres, Qu¨¦ viejas tan calientes, Huevos a la ranchera, Narcotr¨¢fico. Pel¨ªculas hechas con cuatro pesos en la frontera e impuestas luego por las cadenas de distribuci¨®n, que suelen ser al mismo tiempo las productoras, y que aducen que al p¨²blico hispano s¨®lo le interesa ese tipo de cine. El gran ¨¦xito de La Bamba, en su versi¨®n castellana, como el de Born in East L .A. -igualmente doblada al castellano-, as¨ª como el de un filme para toda la familia producido por Spielberg, An American tale, que tambi¨¦n se exhibi¨® en castellano, demuestran que la gente no es tonta.
Santiago Pozo, que es un espa?ol que se vino a Los ?ngeles con una beca para hacer un master de producci¨®n y ahora dirige el departamento hispano de la Universal, es el padre del invento, ya que An American tale fue la primera experiencia. "Sin embargo, el hecho de que Columbia produjera La Bamba y la lanzara tambi¨¦n en castellano, con el consiguiente ¨¦xito, ayud¨® mucho a que mi idea saliera adelante". La idea consiste en hacerse con ese 10% de la poblaci¨®n estadounidense que es hispano, y que en las grandes ciudades alcanza porcentajes mucho mayores. Lo que ocurre tambi¨¦n, de rebote, es que los productos hispanos empiezan a interesar a los americanos.
La principal moraleja de esta historia, aparte de haber conseguido introducir otro tipo de pel¨ªculas en los barrios-gueto, es que los propios hispanos van a disponer de una imagen de s¨ª mismos mucho m¨¢s digna que las que le dan sus propios compatriotas. Gracias a La Bamba, quiz¨¢ muchos de ellos se hayan enterado de que Ritchie Valens fue un cantante de rock chicano que colabor¨® en el desarrollo de la m¨²sica de su tiempo. De paso, los gringos tambi¨¦n se han enterado.
No s¨®lo es la m¨²sica. Es tambi¨¦n la poes¨ªa, que empez¨® como un gesto de afirmaci¨®n chicana paralelamente al movimiento sindical de los braceros de Chaves, a finales de los sesenta y que se ha desarrollado hasta alcanzar una calidad considerable.
Y est¨¢n los artistas pl¨¢sticos, cuya huella ha sembrado la ciudad de murales.
Al auge de la cultura hispana -de la que tambi¨¦n tanto podemos aprender- en esta ciudad deber¨ªa contribuir la madre patria.
Hay millones de hispanos que necesitan algo que oponer a la cultura dominante, y nuestro cine, nuestra literatura, todo lo que ya est¨¦ s¨®lidamente asentado, puede enriquecerles. Como dice Rub¨¦n Blades: "Esto es una ofensiva de todos".
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