La disidencia socialista
EL A?O Nuevo comenzar¨¢ con el 31? Congreso del PSOE. El comit¨¦ federal del partido aprob¨®, los pasados d¨ªas 2 y 3, la ponencia que servir¨¢ de referencia para el debate que se inicia en las agrupaciones. Las urgencias de la batalla pol¨ªtica cotidiana, especialmente a partir del acceso al gobierno, a fines de 1982, han degradado la tradici¨®n de debate interno de los socialistas. El partido se ha ido difuminando, reducido a la condici¨®n de racionalizador a posteriori de la pr¨¢ctica desarrollada por el Gobierno. El te¨®rico equilibrio entre las tres instancias fundamentales en que se apoyaba el proyecto socialista (Gobierno-partido-sindicato) no se rompi¨® con la disidencia de UGT, sino con la difuminaci¨®n, que es muy anterior, del partido como elemento relativamente diferenciado del Gobierno. Seguramente, aquella disidencia se habr¨ªa planteado en t¨¦rminos menos dram¨¢ticos si el partido hubiera jugado cabalmente su papel amortiguador. Pero ese papel es inseparable del debate, y ¨¦ste no ha existido.El ayuno de debate es tan intenso que ha bastado un conato de discusi¨®n en el ¨²ltimo comit¨¦ federal para que algunos de los m¨¢s cr¨ªticos militantes se den por satisfechos. En los ¨²ltimos a?os, la ¨²nica corriente cr¨ªtica organizada en el interior del partido ha sido Izquierda Socialista (IS). El ejemplo de autodestrucci¨®n ofrecido por el partido comunista aconsej¨® a la plana mayor del PSOE mantener una actitud flexible con sus disidentes internos. Una modificaci¨®n reglamentaria permiti¨® garantizar a esos cr¨ªticos su presencia en el comit¨¦ federal, donde las voces de los Castellano, Santesmases, Ria?o y otros han constituido el contrapunto a la autosatisfacci¨®n reinante. Autosatisfacci¨®n que inclu¨ªa el placer de demostrar que la conciencia cr¨ªtica ten¨ªa su espacio en la vida partidista: excelente coartada frente a las acusaciones de pragmatismo y seguidismo.
La direcci¨®n ha podido permit¨ªrselo por la escasa incidencia de Izquierda Socialista en un partido en el que el 16% de los afiliados ocupa o ha ocupado cargos p¨²blicos, y otro 39%, cargos internos. Mientras el PSOE est¨¦ en el poder, la posibilidad de incidencia de Izquierda Socialista en las bases ser¨¢ m¨ªnima, porque juega con la desventaja de no poder ofrecer oportunidades de acceso a cargos internos o p¨²blicos m¨¢s que en casos muy particulares. Se produce as¨ª un c¨ªrculo vicioso, agravado por el hecho de que, en la pr¨¢ctica, los militantes cr¨ªticos que acceden a cargos locales tienden a adaptarse a las actitudes dominantes en el partido. Frente a esa realidad, la funci¨®n de conciencia cr¨ªtica que se atribuye Izquierda Socialista se ve reducida con frecuencia a la batalla de las palabras, sin que sea siempre evidente la correspondencia entre ella y una real confrontaci¨®n de ideas. Por ejemplo, que se incluya o no la expresi¨®n lucha contra todo tipo de explotaci¨®n en la definici¨®n de los objetivos del partido es bastante menos relevante que la inclusi¨®n de propuestas concretas sobre la reforma de la Administraci¨®n y la forma de dar un mejor servicio al contribuyente. ?ste es otro problema de Izquierda Socialista. Su cr¨ªtica a la desideologizaci¨®n y derechizaci¨®n del partido se plantea en t¨¦rminos que apenas tienen que ver con las preocupaciones, no ya de los militantes, sino de los votantes potenciales. De ah¨ª la sensaci¨®n de irrealidad que con frecuencia producen sus propuestas. Especialmente cuando su cr¨ªtica al pragmatismo de la direcci¨®n, al oportunismo de ¨¦sta para cambiar de cabalgadura en plena marcha y sin mayores explicaciones (marxismo, OTAN, pol¨ªtica econ¨®mica), no va acompa?ada de la sim¨¦trica reflexi¨®n cr¨ªtica sobre las propuestas abandonadas en el camino por quienes fueron adalides de una estrategia de unidad de la izquierda, defensores de nacionalizaciones a la francesa o reticentes a la l¨ªnea de consenso en el per¨ªodo constituyente.
Sin esta reflexi¨®n cr¨ªtica sobre s¨ª misma, ser¨¢ imposible que Izquierda Socialista -nombre que sugiere ominosamente la existencia de una derecha socialista- vaya m¨¢s lejos de lo que ha ido. Es, por eso, en gran medida un simulacro de disidencia o una disidencia s¨®lo te¨®rica, en el m¨¢s abstracto sentido de la palabra. Y ha permitido a UGT enarbolar la verdadera bandera de la contestaci¨®n al Gobierno.
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