Un dem¨®crata tenaz y sin car¨ªsima
La concesi¨®n del Premio Nobel de la Paz al presidente de Costa Rica, el socialdem¨®crata ?scar Arias, de 46 a?os, significa un espaldarazo para el acuerdo Esquipulas 2, que se firm¨® en Guatemala el pasado 7 de agosto. El acuerdo, que busca establecer las bases para la paz en Centroam¨¦rica, se logr¨® gracias a la tenacidad y coherencia pol¨ªtica de Arias, que, con el Nobel, recibe el premio a su trabajo y al mismo tiempo fortalece su posici¨®n como l¨ªder moral de Centroam¨¦rica.Una cierta torpeza de movimientos, escasas cualidades ret¨®ricas y poca capacidad de expresi¨®n alejan la figura de Arias de la imagen tradicional del caudillo y el pol¨ªtico populista latinoamericano. Su aparente debilidad invita a solidarizarse con su persona. Parece un hombre que se mueve mejor entre los libros de su biblioteca que en los ba?os de multitudes, a las que dificilmente puede entusiasmar su falta de carisma. La biblioteca de su casa, en un barrio elegante de San Jos¨¦, es la de un estudioso, la t¨ªpica de un hijo de la generaci¨®n del 68, donde no faltan los cl¨¢sicos de la sociolog¨ªa y el Libro Rojo de Mao.
Desaf¨ªo a la racionalidad
El discurso pol¨ªtico de Arias es un desaf¨ªo continuo a la raz¨®n de sus receptores desde las convicciones democr¨¢ticas profundamente arraigadas, que el presidente de Costa Rica considera deben servir de modelo para toda Centroam¨¦rica. "No puede haber paz sin democracia. Ni democracia sin paz", podr¨ªa ser el lema que define su l¨ªnea de actuaci¨®n pol¨ªtica desde que, en mayo de 1986, tom¨® posesi¨®n de la presidencia de Costa Rica. Al cumplimiento de este ideal dedic¨® en los ¨²ltimos 17 meses gran parte de sus esfuerzos, que se vieron coronados por el ¨¦xito de la firma de Esquipulas 2 y ahora por el Nobel.
El poco peso pol¨ªtico que se le conced¨ªa se puede palpar en el hecho de que en el anuario Nuestro Mundo, editado por la agencia Efe en 1985, no se inclu¨ªa la de Arias entre las 65 n¨²nibiograrlas de costarricenses m¨¢s destacados. Dos a?os despu¨¦s, Arias era presidente de Costa Rica. Los que siguieron y apoyaron su campa?a desde un principio conocen su tenacidad y fortaleza pol¨ªtica, que le llevaron a desafiar e imponer su candidatura presidencial contra toda la vieja guardia del Partido de Liberaci¨®n Nacional (PLN). Los dinosaurios pol¨ªticos liberacionistas prefer¨ªan a otro, pero Arias, aun a riesgo de dividir el partido, logr¨® imponerse como candidato del PLN y gan¨® las elecciones para la presidencia el 2 de febrero de 1986.
Desde su toma de posesi¨®n, Arias fue contemplado con desconfianza por los sandinistas y la legi¨®n de izquierdismo verbal de Am¨¦rica Latina y Europa. Para ellos, Arias era simplemente "el hombre de los americanos" y Costa Rica, una plataforma de lanzamiento para los contra nicarag¨¹enses. Arias cometi¨® la osad¨ªa de criticar el plan de Contadora, que no avanzaba ni aportaba la anhelada paz a Centroam¨¦rica. Gentes en el entorno de Arias dec¨ªan, m¨¢s o menos bajo cuerda, que "Contadora es un muerto que nadie se atreve a enterrar". Esto hizo rasgarse las vestiduras a muchos ante ese pol¨ªtico insignificante que se atrev¨ªa con la vaca sagrada de Contadora.
Arias es plenamente l¨²cido sobre las limitaciones que tienen las rep¨²blicas centroamericanas frente al hermano mayor del Norte. Adem¨¢s, Costa Rica es un pa¨ªs completamente volcado en sus simpat¨ªas hacia Estados Unidos y con casi un mismo grado de antipat¨ªa hacia los sandinistas. Esta antipat¨ªa es tal vez menor que la que ten¨ªan los ticos a la dictadura de Somoza en Nicaragua. Consciente de estas limitaciones, Arias supo ensanchar poco a poco su margen de maniobra hasta lograr la firma de los cinco presidentes de Centroam¨¦rica bajo el acuerdo Esquipulas 2.
El camino fue largo y dif¨ªcil. En enero, Arias expuso en Miami su plan a los enviados del presidente norteamericano, Ronald Reagan. Sus amigos americanos le jugaron una mala pasada. El encuentro de Miami se descubri¨® y se filtr¨® a la Prensa que el plan Arias exig¨ªa un di¨¢logo entre sandinistas y contra como condici¨®n para lograr la paz. Esto marc¨® el plan Arias con el estigma inicial de que todo era una confabulaci¨®n con Estados Unidos, lo que increment¨® las cr¨ªticas y la desconfianza.
El 9 de febrero pasado, los cancilleres comunitarios europeos, reunidos en Guatemala, todav¨ªa ignoraban por completo el plan Arias y apoyaban firmemente a Contadora. El 15 de febrero, Arias reuni¨® en San Jos¨¦ a todos los presidentes de Centroam¨¦rica, menos al nicarag¨¹ense, Daniel Ortega. Arreciaron las cr¨ªticas contra el plan de paz, que inclu¨ªa a Nicaragua, pero exclu¨ªa a los sandinistas de sus deliberaciones. Con las correcciones hechas en la reuni¨®n de San Jos¨¦, Arias inici¨® una larga serie de viajes para promocionar su plan de paz. Finalmente, Arias recorri¨® los cinco pa¨ªses del istmo centroamericano, incluida Nicaragua. Al mismo tiempo que ganaba voluntades en Centroam¨¦rica crec¨ªa la desconfianza de Estados Unidos ante un plan que exige poner fin a las actividades de la contra y que no prev¨¦ derribar a los sandinistas por las armas, sino que contempla la posibilidad de unas elecciones cuando Ortega cumpla su mandato.
La inspiraci¨®n de Lincoln
Arias explica que la idea del plan se le ocurri¨® mientras le¨ªa una biograf¨ªa del presidente de EEUU Abraham Lincon. Se trataba de solucionar un problema a base de encerrar a los implicados hasta conseguir llegar a un acuerdo. Esto ocurri¨® en Guatemala en la noche del 6 al 7 de agosto pasado. All¨ª quedaron encerrados los cinco presidentes de Centroam¨¦rica, mientras afuera ni los m¨¢s optimistas esperaban nada de un encuentro que ya hab¨ªa quedado aplazado en dos ocasiones y nac¨ªa con la desconfianza de Washington y Managua.
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