Spasski ten¨ªa raz¨®n
Pocos creyeron en la palabras del franco-sovi¨¦tico Boris Spasski, ex campe¨®n del mundo, cuando afirm¨® que Karpov estaba mejor preparado psicol¨®gicamente para este encuentro porque "atacar el t¨ªtulo es m¨¢s f¨¢cil que defenderlo". Sobre todo, porque esta frase tambi¨¦n podr¨ªa aplicarse al encuentro de revancha, celebrado el a?o pasado. Kasparov gan¨® por la m¨ªnima, pero lleg¨® a tener tres puntos de ventaja.Sin embargo, hay un matiz importante entre ambas situaciones. Kasparov juega contra Karpov por cuarta vez en tres a?os, pero una victoria en esta ocasi¨®n no ser¨ªa efilmera porque no habr¨¢ m¨¢s finales hasta 1990. Por fin, Kasparov ve cercana la oportunidad de ser un verdadero propietario del t¨ªtulo mundial, es decir, de cumplir de manera inequ¨ªvoca el objetivo para el que fue educado desde que era un ni?o.
Bien podr¨ªa ocurrir que esta idea le impulse obsesivamente a tener el tablero bajo control en todo momento, a no dejar nada en el aire. Para eso, hay que invertir mucho tiempo y esa inversi¨®n se termina pagando en el momento ¨¢lgido de la partida, cuando hay que resolver muchos problemas en minutos o en segundos. Es dif¨ªcil explicar de otra manera c¨®mo Kasparov, un jugador cuya memoria y agilidad mental son impresionantes, tenga apuros de tiempo tan graves como los sufridos en las dos partidas que perdi¨®, segunda y quinta.
Como dice el veterano gran maestro argentino Miguel Najdorf "Karpov juega muy bien al ajedrez, pero tambi¨¦n al p¨®ker. Esta es la diferencia con Kasparov". El aspirante plante¨® la partida con gran habilidad para lograr que Kasparov tuviera problemas cnn el reloj. Y al final, en los apuros de tiempo, rechaz¨® una sencilla combinaci¨®n que le garantizaba un final ventajoso para no facilitar la lucha del campe¨®n contra el segundero. Por el contrario, Kasparov no tom¨® la precauci¨®n de cambiar la defensa Grunfeld por cualquier otra, aun sabiendo que Karpov vendr¨ªa con las armas afiladas. Ciertamente, Kasparov tiene talento suficiente para salir de esas situaciones dif¨ªciles y por eso no las elude. Pero la carga psicol¨®gica que arrastra tal vez oprima su talento. Parece que Spasski tampoco se equivoc¨® al comparar a Kasparov con la fuerza del toro y a Karpov con la t¨¦cnica del torero. El viernes, el campe¨®n entr¨® al trapo sin dudar.
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