El nuevo candidato al Supremo, considerado similar al rechazado Bork
Ronald Reagan ha vuelto a desafiar a los liberales en el Senado al elegir para el Tribunal Supremo a un juez fabricado en el mismo molde ideol¨®gico conservador que el rechazado Richard Bork. Sin experiencia judicial y muy joven (41 a?os), Douglas Ginsburg puede volver a desatar una nueva y amarga batalla pol¨ªtica entre el presidente, que quiere dejar como herencia un Supremo alineado en posiciones conservadoras, y el Senado, dominado por los dem¨®cratas, que debe confirmar el nombramiento.Ginsburg, actualmente juez del Tribunal de Apelaciones de Washington, su primer puesto judicial y donde lleva menos de un a?o, es un ilustre desconocido. No tiene detr¨¢s, como ten¨ªa Bork, una serie de opiniones judiciales escritas que sirvieron en gran parte para desmontar su candidatura. Pero est¨¢ claro que es un conservador y ya ha sido bautizado como Baby Bork.
Su designaci¨®n ha sido aplaudida por los reaganistas, y en el otro extremo ideol¨®gico, el senador Edward Kennedy prometi¨® ayer que "si su filosof¨ªa es tan extremista como la de Bork, har¨¦ todo lo posible para que no sea confirmado".
Reagan desoy¨® los consejos de su jefe de gabinete, Howard Baker, que le aconsej¨® que designara al juez moderado de California Anthony Kennedy, inclin¨¢ndose en cambio a favor del candidato del ministro de Justicia, Edwin Meese, ¨ªntimo del presidente y el cruzado de la revoluci¨®n Reagan. Baker trataba de evitar una nueva confrontaci¨®n con el Congreso tras la humillante derrota sufrida con Bork. Pero el presidente prefiere, al parecer, ir al choque frontal, y ha hecho buena su promesa de hace unos d¨ªas, cuando afirm¨® que "buscar¨¦ otro juez al que se opongan tanto como a Bork".
Pero los senadores liberales, aunque cr¨ªticos de la designaci¨®n, se manifestaron ayer, sin embargo, con cierta prudencia, a la espera de conseguir razones objetivas para oponerse a la designaci¨®n. Tampoco quieren aparecer como los responsables de politizar la designaci¨®n de jueces del Supremo. Los grupos defensores de derechos civiles han comenzado a escudri?ar en los antecedentes de Ginsburg.
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