?xitos y fracasos desilusiones del r¨¦gimen sovi¨¦tico
Dentro de unos d¨ªas, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y todas las personas que simpatizan con su r¨¦gimen en numerosos pa¨ªses celebrar¨¢n el 70? aniversario de la Revoluci¨®n de Octubre. No andan muy lejos los tiempos en que este tipo de celebraciones no daban lugar m¨¢s que a exagerados elogios y estrepitosas consignas, acompa?ados del m¨¢s concienzudo encubrimiento de los problemas del pa¨ªs y de una realidad no demasiado alentadora. Claro, que tambi¨¦n ahora el sistema de propaganda sigue encarg¨¢ndose de ensalzar los ¨¦xitos del pueblo sovi¨¦tico y la extraordinaria importancia de la Revoluci¨®n de Octubre. Sin embargo, esta vez no se vislumbran los festivos estados de ¨¢nimo de anta?o, ni se oyen las trompetas de la victoria. Por el contrario, desde principios de a?o, en nuestro pa¨ªs hace furor la cr¨ªtica de los defectos e insuficiencias existentes, cr¨ªtica que se extiende a un n¨²mero cada vez mayor de esferas de la vida social. La Prensa se dedica a criticar el funcionamiento de la industria, de la agricultura, del sector de servicios y del de transportes, de la energ¨ªa y las comunicaciones, de la ense?anza y de la sanidad p¨²blica. No se salvan ni la ciencia, ni la cultura, ni las instituciones estatales, ni los organismos pol¨ªticos, ni la polic¨ªa, ni la fiscal¨ªa. Nos enteramos hoy del alto ¨ªndice de drogadictos y prostitutas entre la juventud, de los estragos del alcoholismo y de los accidentes de carretera o en los centros de producci¨®n. Los peri¨®dicos nos mantienen al corriente de los abusos de poder en los ¨®rganos centrales y en los locales, nos revelan la corrupci¨®n reinante entre los altos funcionarios y entre quienes ostentan el poder, la existencia de grupos mafiosos en las grandes ciudades, en las provincias y en general en todas las rep¨²blicas.OLA DE CR?TICALos intentos de recordar al pueblo sovi¨¦tico el orgullo que ha de sentir por este gran pa¨ªs -que es el suyo- por su heroico pasado en este a?o conmemorativo, y poner fin a esta ola de cr¨ªtica -bien sorprendente para nosotros-, se han revelado hasta ahora ineficaces. Cada vez se hace m¨¢s profunda y extensa la cr¨ªtica de los elementos negativos presentes en la realidad sovi¨¦tica. Hasta la historia se ve afectada por ella, y no es de extra?ar, ya que las falsificaciones de todo tipo han sido desde hace tiempo un hecho com¨²n y corriente. En literatura este a?o predominan los temas de las represiones estalinianas, el terror de los a?os treinta, los errores y los cr¨ªmenes del per¨ªodo de la II Guerra Mundial y de la posguerra, la equivocada pol¨ªtica de Stalin a finales de los a?os veinte, los inadecuados e injustos m¨¦todos empleados para llevar a cabo la colectivizaci¨®n y la industrializaci¨®n, el premeditado olvido de los principios de la NEP (Nueva Pol¨ªtica Econ¨®mica) preconizados por Lenin.
En tan s¨®lo un a?o, la Prensa sovi¨¦tica, la literatura, el cine, el teatro, la televisi¨®n, se han visto sometidos a cambios sustanciales, y esas transformaciones en el campo de la cultura y el arte se extienden ahora al de la econom¨ªa y la cultura, y representan en buena parte un importante eslab¨®n de esa perestroika o nueva revoluci¨®n que preconizan Gorbachov y sus seguidores. Las actitudes frente a esta pol¨ªtica son muy diversas en las distintas capas sociales.
Los viejos esquemas y consignas de octubre ("El proletariado, contra la burgues¨ªa", "El campesinado, contra los terratenientes") han quedado desfasados. La estructura de la sociedad sovi¨¦tica es hoy mucho m¨¢s compleja, y la l¨ªnea divisoria entre los que apoyan la perestroika y los que est¨¢n en contra pasa por todas las capas sociales e instituciones pol¨ªticas. Nos encontramos con partidarios y adversarios de estas transformaciones radicales entre los obreros, campesinos, intelectuales, funcionarios p¨²blicos, empleados del aparato del Estado y del partido, de la polic¨ªa, del Ej¨¦rcito y de los servicios de seguridad. La gente ya no quiere s¨®lo mejoras y reformas que vengan desde arriba, sino que desea tomar parte activa en los cambios. Las promesas, incluso las m¨¢s seductoras, han dejado de surtir efecto.
La revoluci¨®n de octubre de 1917 fue causa de innumerables privaciones y sufrimientos para nuestro pueblo, a la vez que provocaba entusiasmos y esperanzas sin precedentes. Lenin, al dirigirse en 1920 a los komsomoltsi (miembros de la Uni¨®n de las Juventudes Comunistas), aseguraba que les tocar¨ªa a ellos no s¨®lo construir la sociedad comunista, sino vivir en ella.
Para los revolucionarios bolcheviques -que hab¨ªan ganado la batalla en octubre de 1917- parec¨ªa evidente la consolidaci¨®n del sistema comunista en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de Europa occidental en un per¨ªodo de 25 a 30 a?os, as¨ª como la independencia y el pr¨®spero desarrollo econ¨®mico, social y cultural de las colonias en Asia y ?frica.
Sin embargo, sabemos ahora que casi todos los bolcheviques que rodeaban a Lenin en 1917 fueron aniquilados durante los a?os del terror estaliniano, y gran parte de aquellos j¨®venes de los a?os veinte cay¨® exterminada en los campos de las terribles batallas a las que dio lugar, tanto en nuestro pa¨ªs como en el resto de Europa, la Il Guerra Mundial. Se podr¨ªa considerar que el progreso en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y a nivel de toda la humanidad, iba demasiado despacio, y esto hubo de pagarse a muy alto precio.
?POCA DE ESTANCAMIENTO
Cuando Stalin, en uno de sus discursos electorales de finales de 1946, prometi¨®, entre otras cosas, reconstruir la econom¨ªa del pa¨ªs en un tiempo r¨¦cord, devolver a la naci¨®n el nivel de producci¨®n alcanzado antes de la guerra en 15 a?os, alcanzar y sobrepasar el nivel t¨¦cnico y cient¨ªfico de los pa¨ªses capitalistas, el pueblo sovi¨¦tico viv¨ªa en la miseria y el pa¨ªs se cubr¨ªa de una espesa red de c¨¢rceles y campos de concentraci¨®n. Nos esperaba entonces alg¨²n que otro ¨¦xito, pero tambi¨¦n nuevas tragedias y desilusiones. La Uni¨®n Sovi¨¦tica se convirti¨® en una superpotencia militar, pero sigui¨® siendo un pa¨ªs atrasado en su econom¨ªa, as¨ª como en la t¨¦cnica y en la ciencia. Los tiempos de abundancia y de democracia quedaban a¨²n en la lejan¨ªa para nuestro pueblo.
Pasaron unos cuantos a?os, y, en 1961, cuando se celebr¨® el 22? Congreso
?xitos, fracasos, desilusiones del r¨¦gimen sovi¨¦tico
del PCUS, Nikita Jruschov prometi¨® nuevamente superar el retraso y lanzar (11 pa¨ªs hacia adelante. El congreso decret¨® que, en un per¨ªodo de 10 a?os, el nivel econ¨®mico y cient¨ªfico-t¨¦cnico de Estados Unidos habr¨ªa de ser alcanzado, y que para 1980 deber¨ªan estar sentadas las bases de la sociedad comunista en la URSS. Pero tampoco estas promesas se cumplieron, y lo de alcanzar a Am¨¦rica se realiz¨® tan s¨®lo en el terreno militar.En los a?os setenta, Breznev no se atrevi¨® ya a proclamar el comienzo de la era comunista. No obstante, a¨²n se nos prometi¨® para el a?o 1990 la floreciente sociedad del socialismo desarrollado, en la que sobrar¨ªa todo tipo de productos y tendr¨ªamos a nuestra disposici¨®n todos los bienes culturales habidos y por haber, enriquecidos por la experiencia de una verdadera democracia. Pero, en vez de un r¨¢pido desarrollo, lo que esperaba a, nuestra sociedad era una ¨¦poca de estancamiento, de arbitrariedad administrativa y de crisis econ¨®mica.
Lo ¨²nico que proliferaba r¨¢pidamente era la corrupci¨®n, la malversaci¨®n de los fondos p¨²blicos, el nuevo culto de la-personalidad y un ambiente de total y peligrosa permisividad.
En el dominio econ¨®mico y en el de la t¨¦cnica, el retraso de la URSS con relaci¨®n a los pa¨ªses de Europa occidental se hizo cada vez m¨¢s patente, y a¨²n seguimos como entonces, importando no s¨®lo tecnolog¨ªa y maquinaria, sino decenas de millones de toneladas de trigo y otros productos alimenticios.
No es de extra?ar, pues, que nuestro pueblo no est¨¦ en estos momentos de humor festivo ni preste demasiada atenci¨®n a los elogios de turno e ignore las nuevas promesas y los llamamientos. Ya no son suficientes las consignas para atraer a la gente. A nuestro alrededor se notan muchas transformaciones, pero no ha habido a¨²n ning¨²n cambio radical El ¨¦xito de la perestroika y de la nueva revoluci¨®n depende hoy no s¨®lo de los deseos y la actitud de los nuevos dirigentes, sino de la parte activa que el pueblo tome en ellas. Esa actitud activa del pueblo es la que logr¨® levantar al pa¨ªs r¨¢pidamente durante el corto per¨ªodo que dur¨® la NEP, la que ayud¨® a que se cumpliesen los primeros planes quinquenales b¨¢sicamente industriales, la que hizo posible la victoria de nuestro pueblo durante la II Guerra Mundial, aun despu¨¦s de las terribles derrotas de los a?os 1941 y 1942. Esta misma actitud es la que se est¨¢ despertando en la gente este a?o, aunque despacio.
Quiz¨¢ sea justamente este a?o -el de la conmemoraci¨®n- ¨²nico en todo este tiempo de poder sovi¨¦tico en la vida pol¨ªtica y cultural de nuestro pa¨ªs, el que nos haya permitido tocar de cerca ciertos brotes de liberalizaci¨®n que ya hab¨ªan hecho su aparici¨®n en anteriores ocasiones, y, lo que es m¨¢s importante, sentir algunos s¨ªntomas muy evidentes de una democracia que no se limita a lo formal.
Estos s¨ªntomas se reflejan en la amplitud y la profundidad de la cr¨ªtica, en la limitaci¨®n del poder y de los derechos de la censura, en el incremento de la actividad social de millones de ciudadanos. Por todo el pa¨ªs, en estos ¨²ltimos a?os, se ha multiplicado el n¨²mero de asociaciones informales, grupos, clubes, revistas y boletines en los que se estudian y discuten acaloradamente los problemas de la perestroika, la intensificaci¨®n, la econom¨ªa y la ecolog¨ªa, as¨ª como la historia y el problema de nacionalidades, la religi¨®n y la cultura.
En este proceso, la juventud ocupa las primeras filas, pero tambi¨¦n empieza a notarse la acci¨®n de la generaci¨®n del 20? congreso, que a menudo se opone a los puntos de vista oficiales de los ¨®rganos directivos, a los que les cuesta a¨²n mucho salir del embrollo burocr¨¢tico y conservador del centralismo. Claro, que este esbozo de cambio hacia la democracia y la transparencia (glasnost) no es ni mucho menos irreversible; son a¨²n demasiado fuertes la inercia, el autoritarismo y la reacci¨®n. No obstante, cada mes que pasa de jam¨¢s clara la profunda renovaci¨®n de la sociedad sovi¨¦tica, que dif¨ªcilmente se volver¨¢ atr¨¢s.
Cuando llega el momento de echar cuentas de lo que habr¨¢ sido el siglo XX, la situaci¨®n en el mundo es, sin lugar a dudas, mucho m¨¢s compleja y peligrosa que la de principios de siglo, cuyas contradicciones dieron lugar a la I Guerra Mundial y ala Revoluci¨®n de Octubre.
Sigue creciendo el conflicto entre capitalismo y socialismo. Y, dentro de cada tino de estos campos, son muchos los conflictos y desavenencias internos.
CARRERA ARMAMENTISTA
Fruto de los despojos del sistema colonial, el Tercer Mundo sigue atenazado por la pobreza, la dependencia, inmensas deudas, luchas armadas y guerras civiles provocadas desde el exterior. La carrera armamentista, sobre todo en lo que se refiere a armas nucleares, ha alcanzado ¨ªndices astron¨®micos. Por primera vez en la historia de la humanidad parecen reales tanto la posibilidad de una nueva guerra mundial como la de la destrucci¨®n de la civilizaci¨®n humana. Hemos puesto fin al precario equilibrio existente entre el hombre y la naturaleza, lo que mu, bien podr¨ªa provocar una cat¨¢strofe ecol¨®gica.
Nuestro pa¨ªs puede y debe participar activamente en la resoluci¨®n de estos problemas, y lo que podamos hacer para influir en la situaci¨®n mundial est¨¢ en estrecha dependencia de como logremos resolver los problemas acuciantes de nuestra propia sociedad sovi¨¦tica.
No podemos seguir despreocup¨¢ndonos y perdiendo el tiempo como hemos venido haci¨¦ndolo durante estos ¨²ltimos decenios.
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