Nicaragua o la paz razonable
En julio, en Madrid, y a finales de octubre, en Managua, he participado en unas jornadas de reflexi¨®n pol¨ªtica sobre Nicaragua. Ambas reuniones fueron organizadas por varias instituciones: el National Democratic Institute -allegado al Partido Dem¨®crata norteamericano o a partidos liberales europeos-, la Fundaci¨®n alemana occidental Naumann y la espa?ola Libertad y Progreso. Acudieron a estas citas representantes de partidos de gobierno y de oposici¨®n, socialdem¨®cratas y liberaci¨®n, conservadores y socialcristianos, de m¨¢s de 15 pa¨ªses, de Am¨¦rica y de Europa, y por parte nicarag¨¹ense, pr¨¢cticamente todas las fuerzas pol¨ªticas que constituyen la oposici¨®n interna anitisandinista o simplemente no sandinista. No participaron ni los contra ni los sandinistas, aunque, con respecto a estos ¨²ltimos, se les invit¨® a la inauguraci¨®n de las sesiones y m¨¢s tarde existi¨® un amplio consenso para que interviniesen. En todo caso, algunos sectores progresistas mantuvimos extensas conversaciones con dirigentes gubernamentales y, muy especialmente, con uno de sus l¨ªderes m¨¢s cualificados en asuntos internacionales: Bayardo Arce.Muchas consideraciones se podr¨ªan decir de estas jornadas, en dos etapas. La fundamental gira sobre un tema cl¨¢sico: la paz. Pero no se trataba de especular sobre la paz, sino de buscar v¨ªas razonables para establecerla. "Lo que es razonable", se realiza, y lo que se realiza es razonable", dec¨ªa Bertolt Brecht. ?Hay racionalidad sobre este espacio centroamericano y, concretamente, sobre Nicaragua? Es decir, ?cabe racionailizar salidas para un pa¨ªs peque?o y una regi¨®n asoladas per una guerra frontal o encubic,rta permanente, con un subdesarrollo secular y asfixiante y cen sistemas pol¨ªticos at¨ªpicos desde nuestra perspectiva europea occidental? La paz, siendo el punto de partida, no es el ¨²nico elemento de esta situaci¨®n: paz, desarrollo y democracia son tres conceptos que se enlazan herm¨¦ticamente; caben, es cierto, prioridades, pero la soluci¨®n, o al menos la salida, tiene que ser global. De otra forma, la guerra se convertir¨ªa en simple tregua ocasional; el desarrollo y la democracia, en caricaturas o suced¨¢neos formales.
Esquipulas, en este sentido, es el gran acuerdo-marco que inicia este plan globalizador y racionalizador. Esquipulas no hubiera sido posible sin Contadora; es decir, sin la conciencia regional latinoamericana, que ampl¨ªa los pa¨ªses directamente enfrentados para conseguir una pacificaci¨®n total. Pero no basta la toma de conciencia aut¨®ctona: la paz en Nicaragua, la paz en Centroam¨¦rica, s¨®lo ser¨¢ posible si el actual Gobierno norteamericano adopta tambi¨¦n una voluntad conciliadora y no fundamentalista; si el equ¨ªvoco t¨¦rmino de seguridad se racionaliza y da paso a otros t¨¦rminos que constituyen, o deben constituir, la base de la sociedad pol¨ªtica: la libertad y la independencia nacionales. Pacificar la regi¨®n exige, por una parte al menos, una flexibilidad americana; es decir, de respeto a las soberan¨ªas estatales. Por otra parte, los Gobiernos de la regi¨®n deben poner en pr¨¢ctica una aut¨¦ntica pol¨ªtica de reconciliaci¨®n y una democratizaci¨®n institucional avanzada. En todo conflicto interno, en cualquier pa¨ªs, la soluci¨®n real pasa por negociaciones y acuerdos, transacciones y concesiones, y, dentro de todo esto, las amnist¨ªas, de una u otra forma, son siempre unos datos de referencia inexcusables. Conflicto interno y conflicto internacionalizado, que aqu¨ª se ensamblan, llevan a estos dos presupuestos: el reconocimiento y apoyo por parte americana del plan de Esquipulas y las reconciliaciones y democratizaciones internas.
La prioridad de la paz no excluye, sino que exige una reactivaci¨®n econ¨®mica y una potenciaci¨®n de las sociedades civiles de estos pa¨ªses. La regi¨®n centroamericana, con matices y diferencias, son casi pre-Estados; es decir, sociedades pol¨ªticas no estructuradas y oblicuas. Querer potenciar una sociedad civil y pol¨ªtica desde un subdesarrollo gigante, con unas econom¨ªas de guerra y de dependencia forzada, es reabinente una utop¨ªa. Consolidar estos sistemas exige salir de la pobreza; es decir, se impone una gran reconstrucci¨®n nacional y estatal e interamericana. La comunidad internacional y el esfuerzo propio tienen aqu¨ª una obligaci¨®n solidaria. En el pre¨¢mbulo de Esquipulas se asienta dram¨¢ticamente esta racionalidad de lo posible: "Tenemos caminos para la paz y el desarrollo, pero necesitamos ayuda para hacerlos realidad. Pedimos un trato internacional que garantice el desarrollo para que la paz que buscamos sea duradera. Reiteramos con firmeza que paz y desarrollo son inseparables".
Dentro de este marco -paz y desarrollo- es donde hay que situar los difierentes reg¨ªmenes pol¨ªticos, con sus distintos sistemas sociales, que definen a los pa¨ªses centroamericanos. Desde la ¨®ptica europea, las simplificaciones a veces dominan sobre estas realidades complejas. En el caso concreto de Nicaragua, este hecho adquiere una significaci¨®n especial. El sandinismo aparece, para unos, como una objetivizaci¨®n cl¨¢sica del marxismo-leninismo; para otros, como tina ideolog¨ªa de liberaci¨®n nacional ant¨²mperialista y pppulista; las interpretaciones oscilan as¨ª entre un modelo sovi¨¦tico y un modelo aut¨¦ctono. Creo que la segunda definici¨®n es m¨¢s correcta: dentro del sincretismo que la aniin a, el sandiri¨ªsmer intenta conseguir una sociedad de democracia radical y fuertemente nacionalista. En este sentido, con sus peculiaridades, el sandinism o se inscribe en una larga tradici¨®n latinoamericana de independencita nacional, de populisrno democr¨¢tico y de reivindicaciones sociales. Radicalismo y flexibilidad, con todo, en la pr¨¢ctica, se entrecruzan: el radicalismo, como una reacci¨®n justa (pol¨ªtica y social) ante el somocisino entreguista al exterior, a su corrupci¨®n generalizada y a la transformaci¨®n del Estado en una finca particular; la flexibilidad -concretada en una Constituci¨®n y, sobre todo, en Esqu¨ªpulas-, su querer establecer un sistema que, desde unas coordenadas iniciales r¨ªgidas, haga coexistir pluralismo, econom¨ªa mixta y libertades. El deslizarniento hacia un sistema rn¨¢s abierto depender¨¢ as¨ª de un condicionamiento: conseguir la paz. La potenciaci¨®n de la oposici¨®n interna, su reconocirriento y su actuaci¨®n p¨²blica en la vida cotidiana y en las elecciones, es un dato que no hay que olvidar. Es decir, rechazar una simplificaci¨®n extendidia, interesada o no interesadarriente, de que s¨®lo existe Goblerno y contra. El fortaleciirtiento democr¨¢tico pluralista depender¨¢, de esta manera, del eiltendimiento y colaboraci¨®n -cada uno dentro de su papel pol¨ªtico- entre Gobierno y oposici¨®n interna y legal, no desde una opci¨®n guerrillera o nost¨¢lgica de un pasado inviable y definitivamente enterrado.
Sin duda, esta paz prioritaria no es f¨¢cil, como tampoco reactivar unas econom¨ªas deshechas y profundizar en unas democracias m¨¢s pluralistas. Exigir¨¢ negociaciones y concesiones internas, voluntades y cooperaci¨®n externas; de todo habr¨¢ y todo ser¨¢ necesario para reconstruir unas sociedades democr¨¢ticas reconciliadas y progresistas y favorecer la distensi¨®n internacional. Pero la paz llegar¨¢, porque es razonable.
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