Duarte hace p¨²blico el testimonio que implica a D'Aubuisson en el asesinato de monse?or Romero
El mayor Roberto D'Aubuisson, l¨ªder de la extrema derecha salvadore?a y creador de los siniestros escuadrones de la muerte, es el autor intelectual del asesinato, en marzo de 1980, de monse?or ?scar Arnulfo Romero, seg¨²n la declaraci¨®n del principal testigo del caso le¨ªda ayer por el presidente de El Salvador, Jos¨¦ Napole¨®n Duarte. "Siento temor en estos momentos porque puede haber personas del Gobierno que paguen por esta declaraci¨®n", dijo Duarte para confirmar los presagios de sangre que este anuncio trae a su pa¨ªs en un momento en que la izquierda rebelde buscaba su reincorporaci¨®n a la vida pol¨ªtica legal.
El presidente Duarte, quien afirm¨® haber consultado con los jefes de las Fuerzas Armadas este asunto, hizo durante una conferencia de prensa un relato pormenorizado de las pruebas que involucran directamente a D'Aubuisson en el asesinato, y a?adi¨® que ahora est¨¢ en manos del juez dictar la correspondiente orden de detenci¨®n contra ¨¦l. Esa medida tendr¨ªa que ser aceptada por la Asamblea legislativa, ya que D'Aubuisson posee inmunidad parlamentaria por su condici¨®n de diputado de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).El testigo que ha revelado los datos trascendentales que permiten, al menos parcialmente, la aclaraci¨®n de un caso que empuj¨® a El Salvador por la pendiente de la guerra civil, es el ch¨®fer de un oficial del Ej¨¦rcito, el capit¨¢n Rafael Sanabria, figura clave en el crimen y actualmente hu¨ªdo a Estados Unidos. Sanabria, sus dos guardaespaldas y el propio D'Aubuisson, son los personajes centrales de la versi¨®n presentada ante el fiscal general. El l¨ªder ultraderechista, como responsable directo de la orden de asesinato. El quinto hombre del relato es el autor material del asesinato, "un barbudo alto y bien parecido", del que no se ha dicho nombre, ni paradero actual, ni relaci¨®n con los dem¨¢s protagonistas. El testigo, que ha sido sometido a un detector de mentiras, ha tardado casi ocho a?os en hacer su confesi¨®n, por temor, seg¨²n declar¨® Duarte.
El capit¨¢n Sanabria es un ¨ªntimo amigo del mayor D'Aubuisson y sus nombres aparecen vinculados en un intento de golpe de Estado descubierto en 1980. Sanabria fue detenido entonces en posesi¨®n de informaci¨®n sobre los escuadrones de la muerte, en los que trabaj¨® al servicio de D'Aubuisson.
El relato del testigo asegura que el d¨ªa 24 de marzo, pocas horas despu¨¦s de cometido el asesinato de monse?or Romero, llev¨® al capit¨¢n Sanabria, a sus dos guardaespaldas (Nelson Morales Reyes y Nelson Garc¨ªa) y al autor del asesinato a la casa del mayor D'Aubuisson -"frente al Canal 2, confirma el ch¨®fer-, a quien comunicaron que la misi¨®n hab¨ªa sido cumplida.
"Como usted orden¨®"
"Ya hicimos lo planeado: matamos a monse?or Romero", dijo Sanabria. "No hombre, no lo hubierais hecho todav¨ªa", contest¨® D'Aubuisson, siempre seg¨²n el relato hecho por Duarte. "Como usted orden¨®, por eso lo hicimos", repiti¨® Sanabria.El ch¨®fer comienza cronol¨®gicamente su versi¨®n con las instrucciones recibidas de parte del capit¨¢n Sanabria para trabajar el d¨ªa 24 de marzo a las ¨®rdenes del barbudo alto y apuesto. Lo recogi¨® poco antes del crimen en una casa de la colonia de San Benito, en San Salvador. Ambos subieron en un coche Volkswagen de color rojo y siguieron a otro de marca Cherokee. En un momento dado, el barbudo le orden¨® que se dirigiese al centro de la ciudad y le pidi¨® que aparease "en frente de una iglesia, justo delante de la puerta".
El coche qued¨® situado de tal manera que el ch¨®fer, seg¨²n su versi¨®n, pudo ver todo lo que ocurr¨ªa dentro. Vio c¨®mo, mientras un sacerdote (monse?or Romero) dec¨ªa la misa desde el altar, el barbudo sacaba algo de debajo de su asiento y segundos despu¨¦s se o¨ªa un disparo. El asesino volvi¨® inmediatamente al coche y le orden¨®: "sigue, calmado y despacio". Al poco rato se volvieron a unir al coche Cherokee y siguieron hasta la casa de la colonia San Benito. Una vez all¨ª, Sanabria se baj¨® del Cherokee y, haciendo un gesto con la mano en direcci¨®n al barbudo, dijo: "Misi¨®n cumplida". Desde all¨ª se trasladaron, junto a los guardaespaldas de Sanabria, a la casa de D'Aubuisson.
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