Un estudio revela el error de los se?uelos cl¨¢sicos para que coman los ni?os
?Cu¨¢ntas veces hemos buscado un medio de hacer ver a nuestros hijos que una l¨¢nguida zanahoria es m¨¢s sana que el tentador caramelo? Para el ni?o en edad preescolar, la idea no es f¨¢cil de aceptar. Investigaciones en el ¨¢rea del desarrollo infantil y epiderniolog¨ªa nutricional empiezan a dar algunas respuestas que pueden ser ¨²tiles para los sufridos y no siempre ingeniosos progenitores.Estudios recientes realizados por Birch en la universidad de Illinois sugieren que la tan frecuente pr¨¢ctica de una actividad instrumental (por ejemplo, "termina tu leche" o "c¨®mete tus espinacas") para conseguir una actividad condicionada (por ejemplo, "entonces podr¨¢s ver la tele, o podr¨¢s jugar con tus amiguitos") puede traer como consecuencia una disminuci¨®n en la apetencia por el alimento.
El ni?o puede llegar a la conclusi¨®n de que si para conseguir el premio ofrecido debe esforzarse en finalizar la actividad requerida, el trabajo (comerse las espinacas) debe de ser algo no muy deseable. Por el contrario, un efecto positivo es de esperar si se ofrece el alimento como recompensa. De esta manera, el premiar con caramelos o bombones al peque?o que, por ejemplo, recoge sus juguetes o "se porta bien" no parece la soluci¨®n m¨¢s acertada.
Golosina-recompensa
Las conclusiones de estos investigadores sugieren que con este tipo de est¨ªmulos, los padres est¨¢n incitando a un aumento en la apetencia por la golosina-recompensa, apetencia que continuar¨¢ aun despu¨¦s de dejar de utilizar este procedimiento de inducci¨®n.Este hallazgo tiene un aspecto positivo. Un alimento que para un ni?o de tres a cinco a?os no sea especialmente apetecible, puede transformarse en uno de los alimentos favoritos si es utilizado como recompensa. As¨ª, podemos influir en las apetencias de los ni?os hacia alimentos m¨¢s nutritivos, si ¨¦stos han sido previarriente asociados a una experiencia grata de recompensa.
Por otro lado, enguarder¨ªas y centros preescolares se ha comprobado la influencia que los compa?eros de mesa ejercen sobre cada ni?o. Birch y colaboradores pudieron verificar el cambio de preferencia por alimentos no previamente apetecidos despu¨¦s de sentar a un ni?o junto a un grupo de tres o cuatro compa?eros de apetencias, opuestas a las del ni?o objeto de estudio.
Finalmente, una de las maneras m¨¢s simples de educar las preferencias alimenticias del ni?o consiste en controlar la frecuencia de exposici¨®n a un alimento. Birch y Marlin descubrieron que cuantas m¨¢s veces era expuesto un ni?o de dos a?os a un alirriento nuevo (digamos un tipo de queso o fruta), mayor ser¨ªa la preferencia progresiva de este ni?o hacia ese alimento. En esta experiencia, las primeras veces no se ped¨ªa a los ni?os que se comieran todo el alimento, sino simplemente que lo observaran y que lo probaran. La mera exposici¨®n a una comida basta para incrementar el gusto por ella en ni?os de dos a cinco a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.