Thatcher, una longeva pol¨ªtica de 62 a?os
La primera ministra supera hoy el r¨¦cord brit¨¢nico de permanencia en el poder en el siglo XX
Margaret Thatcher celebra hoy el logro de un nuevo hito en su carrera pol¨ªtica: de todos los primeros ministros que el Reino Unido ha tenido en el siglo XX, ella es la que m¨¢s tiempo ha estado residiendo ininterrumpidamente en el n¨²mero 10 de Downing Street. Con sus ocho a?os y ocho meses al frente del Gobierno, acaba de superar la marca establecida por el primer ministro liberal Herbert Asquith en 1916.
Thatcher es ahora mismo el jefe de Gobierno m¨¢s veterano en el cargo entre todas las democrac¨ªas occidentales, una marca que nadie pensaba pudiera lograr ni por asomo cuando lleg¨® al poder en 1979.No hay recetas para alcanzar tal objetivo, pero la determinaci¨®n, la sinton¨ªa con los intereses populares y una buena dosis de suerte (el petr¨®leo del mar del Norte, la guerra de las Malvinas, el desconcierto en que est¨¢ sumida la oposici¨®n) han permitido a la hija de un tendero conservador alzarse a una cota que le permite otear con relativa tranquilidad la llegada del a?o 2000.
El pa¨ªs que rige con mano de hierro es muy distinto al que recibi¨® al caer la pasada d¨¦cada de manos laboristas. El llamado invierno del descontento, con sus huelgas salvajes contra la pol¨ªtica salarial de James Callagham, fue el punto de ruptura.
El Reino Unido hab¨ªa tocado fondo social y pol¨ªticamente y Thatcher se ofreci¨® gustosa a aplicar la cirug¨ªa de caballo que necesitaba un paciente aquejado de la enfermedad brit¨¢nica: baja productividad, declinar econ¨®mico, gasto excesivo y deshilachamiento del tejido social. El electorado aprob¨® su programa, y a ella s¨®lo le que daba vencer las reticencias en el seno de su propio partido.
Desde entonces, implacable con propios (nunca un primer ministro ha destituido a tantos miembros de su Gabinete con menos razones) y extra?os, Thatcher ha reducido a los sin dicatos a una sombra de lo que fueron, ha controlado el gasto p¨²blico, ha ofrecido a los brit¨¢ nicos la posibilidad de convertirse en propietarios, ha rebajado impuestos y ha hecho, como consecuencia de la solvencia econ¨®mica recuperada, que la opini¨®n de Londres en pol¨ªticaexterior y de defensa sea escuchada y apreciada en Wash¨ªngton y Mosc¨².El thatcherismo tiene distintos significados en el hipot¨¦tico diccionario de t¨¦rminos pol¨ªticos, algunos tan contradictorios entre s¨ª como pueden serlo quienes lo definan, y a¨²n es pronto para saber qu¨¦ quedar¨¢ de ¨¦l una vez desaparezca quien lo encarna, pero no cabe duda de que muchos de los cambios introducidos en los ¨²ltimos ocho a?os largos en el Reino Unido van a quedar. S¨®lo un gran terremoto econ¨®mico o pol¨ªtico puede hacer volver la cabeza hacia antiguos modos de actuaci¨®n. El lunes negro de la bolsa llev¨® la consciencia a muchos de los integrantes del capitalismo popular de que las privatizaciones no eran sin¨®nimo de beneficio ininterrumpido, y relativiz¨® el valor de algunos aspectos de la pol¨ªtica gubernamental.
Un ambicioso programa
Por delante queda un programa que pasa por la renovaci¨®n del sistema educativo, por la regeneraci¨®n de las ciudades, por la reducci¨®n del paro (a¨²n hay 2,6 millones de parados en el Reino Unido, a pesar de que la cifra lleva m¨¢s de un a?o recort¨¢ndose) y por la modificaci¨®n de la estructura de la sanidad, entre otras estaciones.Algunos de estos proyectos han encontrado reservas en las filas del Partido Conservador, y los planes que apuntan a una seguridad social entreverada de privat¨ªzaciones no calan en el alma popular.
Conforme pase el tiempo y se incrementen las posibilidades de que la primera min¨ªstra deje el cargo al concluir la presente legislatura, es previsible que comiencen a o¨ªrse voces que ofrezcan alternativas a lospiwies de la dama de hierro. En las filas conservadoras ya ha habido una rebefion de parlamentarios contra una ley sobre la fiscalidad de la vivienda, y no hay que descartar nuevos sarpullidos de este tenor. Thatcher, sin embargo, no tiene sucesores ni herederos. Su vigor pol¨ªtico, que ha retirado a una generaci¨®n de dirigentes laboristas, tambi¨¦n ha quemado a una considerable n¨®mina de hipot¨¦ticos aspirantes a primer ministro.
Los ¨²ltimos a?os han visto a una Thatcher afectada tanto por el paso del tiempo como por el peso de la carga pol¨ªtica. A sus 62 a?os es relativamente joven para desempe?ar la posic¨ª¨®n que ocupa, pero ha dicho que no piensa aferrarse al cargo y que espera percibir la llegada del momento en que debe entregar el relevo para hacerlo.Claro que tambi¨¦n ha manifestado que piensa en el momento en que Europa (idea por la que siente m¨¢s devoci¨®n ahora que hace ocho a?os) alcance su uni¨®n, en 1992; en la entrada en funcionamiento del t¨²nel del canal de la Mancha, al a?o siguiente; en el a?o 2000... "Cuando se ha alcanzado un hito se ven los otros extendi¨¦ndose ante los ojos de una, y cada uno es m¨¢s atractivo", tiene dicho.
Es poco probable que Margaret Thatcher sea primera ministra en el a?o 2000, pero si sigue, el 14 de marzo de ese a?o habr¨¢ superado la marca absoluta ostentada por Robert Walpole, quien ocup¨® tal puesto a principios del siglo XVIII. Para entonces, Thatcher tendr¨¢ 74 a?os. Su amigo Ronald Reagan va a cumplir 77 dentro de un mes.
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