La respuesta de los funcionarios.
DURANTE los dos ¨²ltimos meses, el mill¨®n largo de funcionarios pertenecientes a las administraciones p¨²blicas ha celebrado sus primeras elecciones sindicales desde el inicio de la transici¨®n. Ese desfase de 10 a?os es una prueba palmaria de las dificultades que ha encontrado la normalizaci¨®n democr¨¢tica en el seno de la Administraci¨®n del Estado.La situaci¨®n de excepcionalidad en que se encontraba el funcionario no s¨®lo era en s¨ª misma injusta. Ha constituido un serio obst¨¢culo para los esfuerzos hechos en la ¨²ltima d¨¦cada a fin de agilizar el funcionamiento del aparato administrativo espa?ol, aumentar su productividad y mejorar el servicio que presta a los ciudadanos.
Tras cinco a?os de gobierno socialista no puede decirse que la modernizaci¨®n de la Administraci¨®n del Estado, que fue presentada como uno de los objetivos principales del cambio prometido, haya constituido un ¨¦xito. M¨¢s bien todo lo contrario. Prueba del voluntarismo inexperto con que se inici¨® esta tarea fueron las medidas contradictorias, o al menos inconexas, que fueron sucedi¨¦ndose de manera poco meditada, sin que los frutos llegaran a ser visibles en lo que afectaba a los contribuyentes.
A ello se uni¨® el malestar producido por el recurso abusivo al sistema de la libre designaci¨®n, que ha aupado digitalmente a m¨¢s de 25.000 funcionarios a puestos medios y altos administrativos desde la entrada en vigor de la ley de Reforma de la Administraci¨®n, en 1984. Las dificultades que encuentra el ministro Almunia en otros ministerios para corregir esa inercia da idea del arraigo de la misma. Todo ello ha hecho que, en el momento de celebrarse las primeras elecciones sindicales en el ¨¢mbito de la funci¨®n p¨²blica, amplios, colectivos de funcionarios vean con recelo e incluso con clara enemistad la pol¨ªtica ejercida por los socialistas en las administraciones p¨²blicas.Las lecturas que se han hecho de los resultados de las elecciones sindicales que acaban de celebrarse son tan diversas como las siglas contendientes. Los sindicatos llamados profesionales, agrupados en la Confederaci¨®n Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF), han conseguido el primer puesto, con 2.980 delegados (el 25,99%), seguidos por los sindicatos de clase, CC 00, con 2.798 delegados (24,90%), y UGT, con 2.626 delegados (22,90%). Las diferencias no son sustanciales, pero no puede dejar de llamar la atenci¨®n el hecho de que UGT, que obtuvo el primer puesto en las elecciones sindicales de empresa de 1986, s¨®lo haya alcanzado esa posici¨®n en la administraci¨®n local, vi¨¦ndose relegada en el conjunto de las administraciones p¨²blicas al tercer lugar.
Ello es fruto de un error de c¨¢lculo de la direcci¨®n del sindicato socialista. Su radicalizaci¨®n de los ¨²ltimos meses fue decisiva en el fracaso de los intentos de concertaci¨®n propiciados por el Gobierno. Ese radicalismo ha favorecido el desplazamiento hacia las candidaturas profesionales de los sectores moderados del funcionariado. Mientras que, en el otro extrerno, se ha favorecido a CC 00, cuyo radicalismo aparece como m¨¢s genuino. Eso mismo ocurri¨® en 1986, cuando CC 00 bati¨® a UGT precisamente en aquellos sectores, como la banca, en que la central socialista hab¨ªa mantenido unas posiciones m¨¢s radicales.
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