La pugna entre musulmanes y racistas franceses adquiere un nuevo vigor en v¨ªsperas de las elecciones
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LLUIS BASSETS, Dos fantasmas recorren Francia desde hace unos a?os. Est¨¢n extremadamente enfrentados, a veces con efectos sangrientos, y adquieren particular vigor a medida que se acercan unas elecciones. El primero se Hama la invasi¨®n del islam, y el segundo, el racismo franc¨¦s. Sus perfiles de enfrentamiento se dibujan con mayor claridad all¨ª donde mayor es la mezcla de poblaciones: en Marsella, por ejemplo, donde el 10% de sus habitantes es de religi¨®n musulmana.
Para un sector de la poblaci¨®n francesa, el que apoya sin reservas al Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen, hay que echar a los inmigrantes, impedir la construcci¨®n de mezquitas y evitar la adquisici¨®n de la nacionalidad a los j¨®venes nacidos en Francia de padres extranjeros. Los dos millones y medio de parados producidos por la crisis se deben, seg¨²n estos sectores, a la mano de obra sobrante, que para ellos es la extranjera.Francia cuenta, seg¨²n cifras aproximativas oficiales, con cuatro millones y medio de inmigrantes, producidos por las antiguas colonias, los desequ¨ªlibrios econ¨®micos internacionales y la demanda de mano de obra de los tiempos de prosperidad. "Francia est¨¢ pagando una cierta factura hist¨®rica", afirman los partidarios de la integraci¨®n y la apertura ante la inmigraci¨®n.
Los militantes del FN aseguran que son seis millones, y esgrimen constantemente el espantajo de su extraordinaria fecundidad, que terminar¨¢ ahogando a los franceses de casta, menos prol¨ªficos. Les atribuyen, adem¨¢s de h¨¢bitos desacordes con las costumbres y la cultura del pa¨ªs, todo tipo de males: la delicuencia y el terrorismo pol¨ªtico. En el otro extremo, los j¨®venes isl¨¢micos m¨¢s radicalizados, ven en el prototipo del franc¨¦s a un soldado perdido de las guerras coloniales, nost¨¢lgico de la dominaci¨®n de los blancos sobre el Tercer Mundo y propenso al fascismo.
Extremismo y radicalismo
Gilles Kepel, un joven soci¨®logo autor de Los suburbios del Islam, un libro sobre los musulmanes en Francia, asegura que "las causas estructurales del extremismo de derechas y del radicalismo isl¨¢mico son las mismas". "Con la crisis y el aumento del paro no hay lugar para la mano de obra banal, es decir, no especializada", dice. Y a?ade: "El paro afecta, en consecuencia, a los franceses no cualificados y a los hijos de los inmigrantes, que en una gran proporci¨®n han sido mal escolarizados". Los primeros tienen tendencia a alimentar a la extrema derecha, los segundos al radicalismo isl¨¢mico. Para Kepel, adem¨¢s, una tendencia y otra alimentan m¨²tuamente sus temores en la imagen opuesta.
No todos los inmigrados son musulmanes, evidentemente, ni todos tienen actualmente problemas de integraci¨®n o de racismo. Los espa?oles, por ejemplo, sensiblemente menguados en n¨²mero debido a los retornos, tienen una consideraci¨®n social equivalente a los ¨ªtalianos. En las filas del FN nadie se expresa jam¨¢s con reservas respecto a los ciudadanos europeos, a los que considera integrables e integrados cuando viven en Francia. El problema se plantea con los musulmanes -magreb¨ªes, negros africanos y turcos principalmente-. La barrera ¨²ltima insalvable seg¨²n el FN es la religi¨®n.
Cerca de tres millones de franceses se considera hoy que son de religi¨®n isl¨¢mica. Francia, la naci¨®n de San Luis, tiene como segunda religi¨®n el Islam. El n¨²mero de mezquitas y oratorios se ha doblado en los ¨²ltimos cinco a?os. Los locales de culto isl¨¢mico son m¨¢s de un millar hoy en d¨ªa. Seg¨²n Bruno Etienne, un catedr¨¢tico de Aixen-Provence, autor de El Islam radical, hay aspectos tremendamente positivos en esta situaci¨®n. "Par¨ªs se ha convertido en la capital privilegiada de la filosof¨ªa y de la m¨ªstica isl¨¢mica", asegur¨® en televisi¨®n.
La vida pol¨ªtica francesa ha girado en los ¨²ltimos a?os alrededor de unos pocos ejes. Uno de ellos es el de la inmigraci¨®n y del islam. Despu¨¦s de algunos gestos en favor de la inmigraci¨®n realizados por los socialistas a su llegada al gobierno en 1981, el fantasma de la inmigraci¨®n y de la invasi¨®n isl¨¢mica ha jugado un importante papel en todas las elecciones, hasta arrastrar a casi todo el espectro pol¨ªtico, con menor fuerza cuanto m¨¢s hacia la izquierda.
A iniciativa del propio gobiemo se ha realizado un informe sobre el racismo en Francia titulado El hombre, la esperanza del hombre, que propugna la in tegraci¨®n libre, la tolerancia, el respeto de las culturas y la educaci¨®n c¨ªvica de unos y otros En ¨¦l se proponen medidas como cuidar la correcta orientaci¨®n hacia La Meca de las tumbas donde se enterrar¨¢n a los musulmanes fallecidos o la preparaci¨®n de los funcionarios p¨²blicos para que dispensen un buen trato a los inmigrantes.
Tambi¨¦n a iniciativa del bierno, 16 sabios se han reunido durante medio a?o y han hecho una nueva propuesta de C¨®digo de la Nacionalidad, que corrige la versi¨®n inicial del gobierno Chirac, restrictivas para la adquisici¨®n de la nacionalidad francesa.
Todo parece indicar que la mayor¨ªa de la clase pol¨ªtica francesa y de su sociedad civil quiere llegar a la elecci¨®n presidencial de este a?o, dentro de tres meses, con un paisaje sin fantasmas de enfrentamientos raciales y xen¨®fobos.
Jean-Marie Le Pen, cuando demostr¨® hace unos meses su proclividad a ampliar su xenofobia con el desprecio o la ignorancia culpable del genocidio contra el pueblo jud¨ªo bajo el nazismo, puso los fundamentos para que empezara a dibujarse este consenso franc¨¦s, tolerante e integrador, destinado a borrar estos dos fantasmas que, a pesar de todo, pueden seguir recorriendo durante bastante tiempo el Hex¨¢gono.
Inmigrantes y conversos en las mezquitas
Los avances de las dictaduras y de los reg¨ªmenes intolerantes han expulsado de sus pa¨ªses a centenares de intelectuales del mundo isl¨¢mico, que han aterrizado con mucha frecuencia en Francia. Pero adem¨¢s, el pensamiento religioso se ha visto enriquecido por las conversiones, especialmente notables en algunos intelectuales franceses atra¨ªdos por la espiritualidad del islam. Es el caso de Roger-Raja Garaudy, fil¨®sofo oficial del Partido Comunista Franc¨¦s en tiempos ya remotos o luego ap¨®stol del entendimiento entre cristianos y marxistas. Es el caso tambi¨¦n del core¨®grafo y bailar¨ªn Maurice Bejart o el del director de una importante casa editorial, devoto del sufismo. Pero el Islam estrictamente franc¨¦s es dif¨ªcil de evaluar en t¨¦rminos cuantitativos, entre otras razones porque la administraci¨®n no est¨¢ autorizada a realizar preguntas sobre las creencias personales de los ciudadanos.
Los musulmanes franceses de origen franc¨¦s son en todo caso una minor¨ªa: 40 o 50 mil como m¨¢ximo. Entre los otros franceses, nacidos fuera del territorio metropolitano, una parte sustancial la proporcionan los llamados harkis, es decir, los argelinos exilados con la independencia y sus hijos, cuyo n¨²mero se calcula entre 400 y 500 mil. La otra parte son los llamados beurs, hijos de argelinos nacidos en Francia y normalmente bien integrados gracias a la escuela, cuyo n¨²mero se calcula en unos 500.000. Ellos son el objetivo m¨¢s definido de las gestiones de la extrema derecha destinadas a limitar la adquisici¨®n de la nacionalidad francesa. Ellos son, naturalmente, los que proporcionan apoyos a los movimientos antiracistas.
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