La chispa de Butraque?o fulmin¨® a la Real
Emilio Butrague?o mostr¨® ayer una nueva habilidad: el disparo duro y seco con la izquierda. Se le sab¨ªa maestro en el regate corto y en el tiro p¨ªcaro que desconcierta al portero, pero se desconoc¨ªa la fuerza que esconde esa estructura ¨®sea de su pierna izquierda que tan fr¨¢gil parece cuando un defensa le entra en el ¨¢rea. Ayer marc¨® un gol de fuerza, imprescindible en un campo digno de las peleas de lucha libre sobre el barro. Fue un gol a c¨¢mara lenta, en el que Arconada tuvo tiempo de volar al l¨ªmite, caer al suelo y contemplar como el bal¨®n golpeaba en un poste, en el otro, y ca¨ªa, mareado, justo detr¨¢s de la l¨ªnea de gol. Fue un chispazo de gen¨ªalidad. Una chispa que sirvi¨® para terminar con la racha de la Real Sociedad, que llevaba 13 partidos sin conocer la derrota. Un gol que devuelve al Madrid la c¨®moda ventaja de cinco puntos -a la espera de lo que haga el Atl¨¦tico en Bilbao- en un momento considerado por la planificaci¨®n de su t¨¦cnico como temporada baja.Hasta que lleg¨® el gol de Butrague?o, el partido era dominado por la Real Sociedad. El Madrid corr¨ªa mucho, tocaba el bal¨®n continuamente, pero no consegu¨ªa profundizar. La Real hab¨ªa establecido un buen front¨®n que frenaba al Madrid donde m¨¢s le duele, en la defensa. El t¨¦cnico donostiarra, Toshack, orden¨® un pressing de sus delanteros y centrocampistas que ahog¨® al Madrid c¨®mo sol¨ªa hacerlo el Bar?a brit¨¢nico de Venables en temporadas anteriores. Con un marcaje en zonas, la Real imped¨ªa los movimientos libres del centro del campo blanco, y las opciones laterales de Michel y Gordillo eran in¨²tiles por el barro.
La suerte de Beenhaker estuvo en dejar en el banquillo a Jankovic -debe haber perdido el favor del t¨¦cnico por admitir que jug¨® antes de estar recuperado de una lesi¨®n- y sustituirle por Solana. Con Solana y Mart¨ªn V¨¢zquez, el Madrid construy¨® anoche una pareja complementaria que le sirvi¨® para soportar la presi¨®n donostiarra. Las funciones estaban claramente divididas. Mart¨ªn V¨¢zquez se dedicaba a construir, y Solana a destruir. Mart¨ªn V¨¢zquez, adem¨¢s, estaba especialmente motivado. Ten¨ªa la responsabilidad de mover al equipo, que es lo que realmente le gusta. Pero el invento no funcion¨® a causa del barro, y excepto alguna galopada de Chendo -una de ellas acab¨® en un claro derribo dentro del ¨¢rea-, delante el Madrid era tan inocente como un reci¨¦n nacido. En los primeros 45 mi nutos s¨®lo se contabilizaron tres tiros dirigidos a puerta, y el primero de ellos, de Michel, en el minuto 25.
La Real Sociedad, adem¨¢s mostraba que se avecina una cosecha privilegiada de jugadores. L¨®pez Recarte -un lateral r¨¢pido y eficaz-, Urbieta -tan bueno en los centro como Argote-, Fuentes y Lo ren -excelentes fajadores en la delantera-, y Bakero II -un trot¨®n con cierta t¨¦cnica y picard¨ªa- son vinos j¨®venes que gozan de los mejores augurios para los buenos catadores de f¨²tbol. Y a¨²n se quedaron en el banquillo, hasta la segunda parte, Beguirist¨¢in e Iturrino, que completan una generaci¨®n que todav¨ªa debe de tener arena de la playa de La Concha en sus botas.
Pero el desfile de la moda del futuro por la pasarela del Bernab¨¦u se frustr¨® con la chispa de Butrague?o. A partir del gol, ya en la segunda parte, el Madrid apret¨® el ritmo, demostrando que es un excelente publicista de las virtudes de la carr¨¢tina como reconstituyente, aunque s¨®lo sea psicol¨®gico. El f¨²tbol de tanteo se convirti¨® entonces en despliegue de fuerza ofensiva de los dos equipos que, sin embargo, se deten¨ªa a la hora de entrar a matar.
Toshack, arriesgado ¨¦l, lleg¨® a situar en el campo hasta a seis potenciales delanteros -Urbieta, Fuentes, Bakero II, Loren, Iturrino y Beguirist¨¢in-, y quiz¨¢s en el exceso estuvo su perdici¨®n. Tanto delantero provocaba tropiezos continuos y precipitaci¨®n sin sentido. En el ataque del Madrid, m¨¢s tranquilo desde la chispa, las cosas no iban mejor.
Los ¨²ltimos minutos estuvieron animados por el despliegue de alegr¨ªa de Buyo. En un bal¨®n bombeado recibi¨® un codazo cuando se dispon¨ªa a despejar; visiblemente herido, golpe¨® con el pu?o una, dos, y hasta tres veces, antes de caer espectacularmente al borde del ¨¢rea en lo que parec¨ªa un ataque epil¨¦ptico. M¨¢s tarde, en otro bal¨®n bombeado, alarg¨® los brazos y dej¨® que la pelota le cayese a la altura de la cintura, mientras m¨ªles de personas se niesaban los cabellos recordando c¨®mo se pas¨® de largo en el tercer gol de Sabadell. Buyo es as¨ª, y lo tomas o lo dejas. Pero hay que agradecer que anime los minutos de relleno de los partidos.
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