Acoso y derribo contra Noriega
Estados Unidos ha decidido que hay que sustituir al 'hombre fuerte' de Panam¨¢
Manuel Antonio Noriega ha hecho colocar en la antesala de su despacho un grabado que representa el incidente de la tajada de sand¨ªa. La pintura recuerda un enfrentamiento, en 1856, entre paname?os (entonces todav¨ªa bajo soberan¨ªa colombiana) y norteamericanos en el que murieron 24 personas por una discusi¨®n sobre el precio de una porci¨®n de sand¨ªa. Un fornido mulato paname?o tiene agarrado por el cuello, en esa obra, a un rubio asustado y sorprendido por la fiereza con que el paname?o defiende algo tan insignificante.
As¨ª son las cosas en Panam¨¢, dicen sus ciudadanos, que presumen de que "aqu¨ª nunca pasa nada hasta que pasa"."?Te gusta?", pregunt¨® hace poco Noriega a un visitante que miraba el cuadro con inter¨¦s. "Me gusta mucho m¨¢s que hayas decidido colocarlo aqu¨ª", contest¨® el hu¨¦sped ante la sonrisa del comandante de las Fuerzas de Defensa de Panam¨¢. Es probable, sin embargo, que Noriega tenga que cambiar algo m¨¢s que el decorado de su despacho para hacer frente a la pol¨ªtica de acoso y derribo declarada contra ¨¦l por Estados Unidos.
El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, lo dijo esta semana abiertamente: la comisi¨®n del Pent¨¢gono que recientemente visit¨® Panam¨¢, encabezada por el secretario adjunto de Seguridad Internacional, Richard Armitage, transmiti¨® a Noriega el mensaje de que debe abandonar el poder en la sombra que detenta y dar paso a un Gobierno civil verdaderamente democr¨¢tico.
Todo indica que la decisi¨®n de sustituir a Noriega ha sido tomada definitivamente en Washington, superadas ya las diferencias que hace algunos meses separaban al Departamento de Estado y al Pent¨¢gono, m¨¢s preocupado este ¨²ltimo por la seguridad del Canal y la sede del Comando Sur que por los problemas de imagen que pudiera ocasionar la alianza con los militares paname?os.
La actitud de EE UU, expuesta de forma grosera en la vida pol¨ªtica paname?a, ha desatado, mitad provocada mitad espont¨¢neamente, una ola de antinorteamericanismo en un pa¨ªs con tradici¨®n nacionalista y acostumbrado a sufrir humillaciones cotidianas por la ocupaci¨®n del territorio del Canal.
Panam¨¢ ha dejado de ser un lugar c¨®modo para los norteamericanos. Los soldados han recibido instrucciones de no frecuentar los locales p¨²blicos paname?os a menos que sea necesario y, en ese caso, no hacerlo vestidos de uniforme. Los turistas y dem¨¢s visitantes procedentes de Estados Unidos son advertidos de que eviten determinados lugares de la ciudad y de que huyan de las trifulcas pol¨ªticas.
En la 'lista negra'
Todas estas medidas no son gratuitas. Panam¨¢ no es Libia, pero ya ha entrado claramente en la lista negra de Washington. Desde el pasado mes de septiembre, EE UU ha suspendido todos sus cr¨¦ditos, ha cortado su ayuda econ¨®mica y toda la asistencia a las Fuerzas de Defensa. Simult¨¢neamente, se han empezado a observar s¨ªntomas de des¨¢nimo en las operaciones de la banca privada con Panam¨¢, y toda la actividad econ¨®mica se ha resentido notablemente en poco tiempo.Este a?o se espera un descenso del 4% del producto interno bruto; el presupuesto que el Gobierno ha presentado al Parlamento para el a?o en curso supone una reducci¨®n del 11% respecto al de 1987, y las autoridades tratan de buscar nuevos plazos para el pago de intereses de una deuda externa de 5.000 millones de d¨®lares, una de las m¨¢s altas per c¨¢pita del mundo. El paro se ha convertido en una de las principales amenazas del pa¨ªs y, como consecuencia, ha aumentado de manera significativa la delincuencia.
El Gobierno puede f¨¢cilmente justificar su inoperancia por la tutela a que est¨¢ sometido por parte de las fuerzas armadas, con lo que todo el precio por esta cr¨ªtica situaci¨®n lo tiene que pagar el general Noriega, quien, a su vez, intenta huir de las decisiones administrativas para no hacer m¨¢s evidente su poder f¨¢ctico.
Noriega ha resistido este deterioro con una perfecta combinaci¨®n de astucia y paciencia. "Es un gran jugador de ajedrez", afirma un diplom¨¢tico extranjero, "pero en estos meses ha perdido muchas fichas y cada vez le cuesta m¨¢s aguantar los ataques del rival, que juega con dos damas, cuatro torres y cuatro caballos".
El incidente de su viaje a Santo Domingo ilustra bastante la situaci¨®n. El pasado d¨ªa 9 Noriega sali¨® imprudentemente de Panam¨¢ en secreto, pese a que sus asesores se lo hab¨ªan desaconsejado. La oposici¨®n aprovech¨® su ausencia para sembrar de rumores un pa¨ªs que los recibe con m¨¢s naturalidad que las noticias. Result¨® esperp¨¦ntico el espect¨¢culo de los dirigentes de oposici¨®n descorchando c¨ªnicamente champa?a para celebrar algo que sab¨ªan que no hab¨ªa ocurrido, y mintiendo a la poblaci¨®n por el gozo de una peque?a revuelta callejera. Pero no fue menos pat¨¦tica la explicaci¨®n de Noriega de que, con su viaje, hab¨ªa querido tender una trampa a sus enemigos.
Un momento de temor
Lo cierto es que Noriega regres¨® a Panam¨¢, precip¨ªtadamente, en la misma noche del s¨¢bado en la que circularon los rumores sobre su fuga -al menos un d¨ªa antes de lo inicialmente previsto-, tratando de evitar, sin duda, cualquier malentendido entre sus propios aliados. "Control¨® la situaci¨®n, pero tuvo un momento de temor", asegura una fuente que vivi¨® la situaci¨®n. En esos mismos d¨ªas, Noriega sufri¨® el fuerte impacto de la deserci¨®n pol¨ªtica de uno de los m¨¢s puros productos del torrijismo, el c¨®nsul general (desde hace unos d¨ªas ex c¨®nsul) de Panam¨¢ en Nueva York, Jos¨¦ Isabel Bland¨®n, quien hizo p¨²blicas sus gestiones con funcionarios de EE UU para buscar el relevo de Noriega.
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