Estado de excepci¨®n
El pasado agosto y parte de septiembre tuve la oportunidad de visitar Nicaragua, donde impart¨ª un curso en la Universidad Nacional Aut¨®noma de Nicaragua en Managua, y asimismo pude viajar por el pa¨ªs, incluyendo dos zonas de guerra (Las Segovias, R¨ªo San Juan). Por motivos de mi trabajo, me entrevist¨¦ con dos directores generales (INETER y MINVAH) y tambi¨¦n lo hice, por otras causas, con el ministro de Educaci¨®n, Fernando Cardenal, y con el de Cultura, Ernesto Cardenal, con el que coincidimos casualmente en Solentiname. En ning¨²n caso observamos escoltas ni polic¨ªas especiales, ni siquiera para acceder al despacho del propio ministro. Mi mujer acud¨ªa diariamente a la Escuela de Muralismo, en el recinto del Ministerio de Cultura, donde experimentabas cualquier sensaci¨®n menos la de estar en un centro oficial, y menos a¨²n en una situaci¨®n tensa.Por otra parte, pude ver al presidente Ortega conduciendo su propio veh¨ªculo por las carreteras de Managua y lo observ¨¦ gracias a que se detuvo en un sem¨¢foro, no por su escolta o cualquier parafernalia especial. Adem¨¢s, en Ocotal, a 20 kil¨®metros de la frontera con Honduras, hasta bien entrada la madrugada, disfrutamos de la fiesta junto con sus habitantes.
Hay varias cosas que pueden y deben mejorarse en Nicaragua, pero, al menos para m¨ª, aquello no se parec¨ªa en nada al estado de excepci¨®n que yo conozco y que se pod¨ªa imaginar por las noticias de algunos medios de comunicaci¨®n. Por si fuera poco, haciendo auto-stop nos subieron los soldados en un cami¨®n militar. M¨¢s que un estado de excepci¨®n en Nicaragua, me pareci¨® un estado excepe¨ªonal, en lucha con las circunstancias.-
profesor titular de An¨¢lisis Geogr¨¢fico Regional de la universidad de Valencia (C. U. de Castell¨®n).
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