El regreso de los 'afgansi'
Los veteranos sovi¨¦ticos de Afganist¨¢n, extra?os en su propio pa¨ªs
"Por los pe?ascos de la tierra / de Afganist¨¢n / Rusia ha expuesto a muchos de sus hijos/ en los a?os pasados./ ?Por qu¨¦, pues, en sus obeliscos / faltaban siempre las palabras / para decir que los muchachos / perecieron por nuestros amigos?". Esta estrofa, traducida libremente, pertenece a una balada titulada R¨¦quiem, que ha escrito el m¨¦dico militar Guennadi Kostiuk y ha sido le¨ªda en una velada de poes¨ªa en un caf¨¦ de Kabul.
De la velada, amenizada por una banda militar, daba cuenta el peri¨®dico del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), Pravda, pocos d¨ªas antes de que Mijail Gorbachov anunciara oficialmente la retirada de las tropas sovi¨¦ticas de Afganist¨¢n a partir del pr¨®ximo 15 de mayo si Pakist¨¢n y Afganist¨¢n llegan a un acuerdo para el 15 de marzo.Aunque la URSS hab¨ªa expresado anteriormente su voluntad pol¨ªtica de retirar las tropas sovi¨¦ticas de Afganist¨¢n, la perspectiva del regreso del contingente calculado en 115.000 hombres por medios occidentales nunca hab¨ªa parecido a los sovi¨¦ticos tan inminente como ahora.
El regreso de los afgansi (los afganos), como llaman en la URSS a estos soldados, o los zhuravi (los rusos), como los denominan en Afganist¨¢n, cerrar¨¢ para la URSS una ¨¦poca que se inici¨® con la intervenci¨®n militar de finales de 1979.
El n¨²mero de soldados que han pasado por Afganist¨¢n -en una estancia que cubre la mayor parte de los dos a?os de servicio militar- no se conoce oficialmente, pero medios occidentales estiman que la cifra puede rondar el mill¨®n, en tanto que el n¨²mero de muertos se eleva a unos 30.000 hombres.
Las dudas, las dificultades de quienes regresan, el impacto psicol¨®gico de la experiencia, la burocracia e indiferencia de las instituciones para con los excombatientes, han aflorado a la superficie y han preparado psicol¨®gicamente la poblaci¨®n para "el regreso de nuestros chicos", tal como los denomin¨® Gorbachov esta semana, antes de referirse a ellos como soldados.
El regreso precisamente se llama una pel¨ªcula proyectada el mes de enero en un cine de Mosc¨². En ella el joven director Serguei Sidorenko muestra los destinos de cuatro veteranos de Afganist¨¢n. El primero deambula ap¨¢ticamente por las calles de Mosc¨², indiferente, incapaz de identificarse con nada. El segundo hace suyas las tradiciones de los viejos veteranos sovi¨¦ticos, los de la II Guerra Mundial. El tercero considera el conflicto como una enojosa herencia pol¨ªtica en la que le ha tocado participar y se siente ajeno a los problemas de un pa¨ªs que no es el suyo. El cuarto, que ha perdido un ojo, se queja de la falta de solidaridad de sus compatriotas y de la falta de una pensi¨®n decente.
?Es f¨¢cil ser joven? fue el primer gran impacto de la guerra de Afganist¨¢n en las pantallas sovi¨¦ticas, hace ahora aproximadamente un a?o. En la cinta, un joven let¨®n cuestionaba abiertamente el conflicto. Los veteranos aparecen ahora en muchas otras pel¨ªculas, y en una de ellas se les ve incluso aguardando para entrar en el para¨ªso. "?Hasta ah¨ª tienen que hacer cola!", afirmaba sarc¨¢sticamente un espectador.
En la vida real, los veteranos de Afganist¨¢n no se libran de la cola ni para acceder a los servicios en los que est¨¢n oficialmente privilegiados. El coronel Anatoli Varfolomeiev explicaba por radio a los afgansi que a la hora de obtener una vivienda no pueden esperar saltarse la cola de los inv¨¢lidos de la II Guerra Mundial, las familias de los soldados y partisanos muertos o desaparecidos, los h¨¦roes de la URSS y del trabajo socialista, las madres hero¨ªnas, las familias numerosas y las madres solas, as¨ª como otras categor¨ªas de ciudadanos.
Los afgansi, que antes arengaban a los sovi¨¦ticos en m¨ªtines patri¨®ticos, se expresan abiertamente hoy ante los periodistas extranjeros, y hasta se les puede encontrar por casualidad, ya sea en casa de unos amigos o, como VIadimir, conduciendo un taxi por las calles de Mosc¨². Tras cuatro heridas que casi le impidieron volver, nos cuenta, recibi¨® permiso para residir en la capital en lugar de en su ciudad natal de provincias. Asegura que muchos de sus amigos de la infancia murieron en Afganist¨¢n. A la pregunta de c¨®mo, contesta lac¨®nicamente: "Eso no lo puedo explicar a un extranjero".
Los servicios secretos extranjeros han sido precisamente culpados por el jefe del Comit¨¦ de Seguridad del Estado (KGB) de Tadzhikist¨¢n del extendido n¨²mero de deserciones en aquella rep¨²blica asi¨¢tica sovi¨¦tica lim¨ªtrofe con Afganist¨¢n. VIadimir Petkel lamentaba as¨ª que no hubiera disminuido ni el n¨²mero de j¨®venes que desertan ni el de quienes son "v¨ªctimas de la ofuscaci¨®n religiosa". Fuentes occidentales estiman que un tercio de los soldados enviados a Afganist¨¢n en 1979 proced¨ªan de las rep¨²blicas de Asia Central.
Fuerza de renovaci¨®n
Extra?os en su propio pa¨ªs tras la experiencia de la guerra, los afgansi, que han visto c¨®mo se venden en la chicken street de Kabul unos productos occidentales considerados un lujo en la URSS, han formado grupos en distintas ciudades sovi¨¦ticas. La Prensa los ha presentado como una fuerza de renovaci¨®n moral que en algunos casos se ha dedicado a perseguir a otras comunidades juveniles, como los hippies, los rockers o los partidarios del heavy metal.En el club Deber de Mosc¨², un veterano de Afganist¨¢n explicaba recientemente ante las c¨¢maras de televisi¨®n que un veterano de la II Guerra Mundial le hab¨ªa escrito una carta reivindicando el derecho a la superioridad para esta categor¨ªa de excombatientes. El comentarista no estaba de acuerdo. Opinaba que tal vez es m¨¢s dif¨ªcil luchar en Afganist¨¢n que en la II Guerra Mundial, donde '"todos, todo el pa¨ªs, todo el pueblo, estaban luchando".
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