Bush se juega su supervivencia pol¨ªtica en las elecciones Primarias de New Hampshire
El vicepresidente George Bush, hace s¨®lo 10 d¨ªas el favorito indiscutible a la presidencia de Estados Unidos entre los republicanos, lucha por su supervivencia pol¨ªtica en las primarias del martes en New Hampshire, que tambi¨¦n deber¨¢n sacar del anonimato regional a un candidato dem¨®crata. S¨®lo Dukakis y otro dem¨®crata (Gephardt o Simon), aparte del fen¨®meno Jesse Jackson, saldr¨¢n vivos de las nieves de New Hampshire.
ENVIADO ESPECIALNadie, desde 1952, ha sido elegido presidente sin ganar en este pintoresco estado de Nueva Inglaterra, de s¨®lo un mill¨®n de habitantes, que no pagan impuesto sobre la renta. Y desde 1964 ning¨²n candidato republicano ha conseguido la nominaci¨®n de su partido sin triunfar antes aqu¨ª, un territorio mezcla de tarjeta postal de la Am¨¦rica de iglesias blancas de madera y de verdes colinas, y del boom de las empresas de tecnolog¨ªa, desbordadas desde el vecino Massachusetts. Es el cuarto estado industrial de la uni¨®n federal, el octavo por su renta per c¨¢pita, pero s¨®lo el 44 por su tama?o.Despu¨¦s de los caucuses de Iowa, ¨¦sta es la segunda prueba significativa de esta democracia local de pr¨¦t a porter ideada por los norteamericanos para elegir a sus presidentes. Tras estos dos obst¨¢culos acaban las competiciones vecinales, y los aspirantes que a¨²n cuenten con aliento y con dinero se enfrentar¨¢n el 8 de marzo a la superprimaria regional de 20 estados sure?os.
Bush, humillado en lowa por el predicador evang¨¦lico ultra Pat Robertson, ha perdido en 72 horas los 20 puntos de ventaja que le llevaba a Robert Dole. Los sondeos ofrecen ahora una llegada a decidir por photo finish entre el vicepresidente, que se lo juega todo en este estado de la costa atl¨¢ntica, y el senador por Kansas, a quien una victoria le su pondr¨ªa pr¨¢cticamente la nominaci¨®n de su partido.
Un arist¨®crata
Hasta la sorpresa del tercer puesto de Bush en Iowa, lo previsto era un paseo triunfal del vicepresidente por New Hampshire. Nacido en el vecino Massachusetts, criado en Connecticut, tiene una casa de verano en el tambi¨¦n vecino estado de Maine. Adem¨¢s, aqu¨ª Reagan -a diferencia de Iowa, donde la crisis agr¨ªcola se ha hecho sentir- es popular. Es un estado centrista, conservador, sin negros ni hispanos, de viejas tradiciones yanquies, perfecto para un arist¨®crata de Yale y de la pol¨ªtica, como George Herbert Walker Bush.Pero el efecto multiplicador de los 200.000 votantes de Iowa, atizado por unos media que no son precisamente entusiastas del vicepresidente, se ha hecho sentir en New Hampshire. El boca a boca transmite un ¨²nico temor: Bush es un pol¨ªtico honesto pero quiz¨¢ le falten el fuego y la personalidad necesaria para ser elegible en noviembre. Su cuajada hoja de servicios no es una base suficiente para basar, una campa?a a la Casa Blanca. Tampoco su insistencia en su fidelidad perruna de m¨¢s de siete a?os a Ronald Reagan. La sombra del presidente es muy alargada, pero no suficiente para elegir a su sucesor.
Bush, un pol¨ªtico que carece del instinto homicida sin el que es dif¨ªcil llegar hasta lo m¨¢s alto, va estos d¨ªas definitivamente a por la yugular de Dole. Le est¨¢ atacando de ser el culpable del caos que reina en el Congreso, que se ha convertido en un instrumento incapaz de aprobar las leyes, poblado por 535 parlamentarios que quieren ser ministros de Exteriores. La l¨ªnea maestra de la campa?a de Dole es su eficacia en las aguas turbulentas del Parlamento para sacar adelante legislaci¨®n. "Cuando el presidente quiere algo, llama a Robert, no a George", repite Dole.
Los expertos le han rehecho por completo el discurso b¨¢sico a Bush, olvid¨¢ndose de un lenguaje tecnocr¨¢tico y d¨¢ndole m¨¢s agresividad. El vicepresidente ha descendido de su alfombra m¨¢gica, abandonando los t¨¦s con los republicanos ricos y las reuniones con empresarios para rozarse con el pueblo m¨¢s llano.
La irrupci¨®n en escena del teleevangelista Robertson con su ej¨¦rcito invisible de fan¨¢ticos religiosos que quieren restaurar los valores tradicionales a una Am¨¦rica que consideran que ha perdido su faro, complica enormemente las perspectivas del Partido Republicano. Nadie cree que Robertson quede aqu¨ª tan bien como en lowa, pero s¨ª es capaz de convertirse en el candidato de los aut¨¦nticos conservadores.
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