El poder, de uniforme
EL PA?S El general Manuel Antonio Noriega ha dominado la escena pol¨ªtica paname?a desde que accedi¨® al cargo de jefe supremo de la Guardia Nacional, en agosto de 1983, en sustituci¨®n del general Rub¨¦n Dar¨ªo Paredes.
Noriega demostr¨® que el poder segu¨ªa residiendo en la instituci¨®n militar al cerrar el camino a la presidencia de Panam¨¢ a su antecesor, que pretend¨ªa terminar con la bicefalia del Estado, donde el presidente ostenta un poder administrativo, frente a un jefe de las Fuerzas de Defensa que ejerce el poder m¨¢s real. Anteriormente, en julio de 1982, Paredes, desde su posici¨®n como hombre fuerte, tambi¨¦n hab¨ªa forzado a dimitir al presidente, Ar¨ªstides Royo.
La siguiente intervenci¨®n en la pol¨ªtica paname?a del general Noriega fue la imposici¨®n y posterior destituci¨®n del presidente Nicol¨¢s Ardito Barletta. En octubre de 1984, Barletta fue elegido presidente tras unas elecciones controvertidas que le dieron la victoria por una diferencia de 1.713 votos. Barletta renunci¨® como presidente casi un a?o despu¨¦s, en septiembre de 1985, despu¨¦s de perder el apoyo del Ej¨¦rcito. Los observadores pol¨ªticos lo calificaron de un golpe de Estado t¨¦cnico. Le sustituy¨® como presidente el hasta entonces primer vicepresidente, Eric Arturo Delvalle.
Recientemente, el general Noriega ha soportado con absoluta frialdad la imputaci¨®n, por parte del coronel retirado Roberto D¨ªaz Herrera, de dos cr¨ªmenes: la decapitaci¨®n del l¨ªder de la oposici¨®n Hugo Spadafara, que le hab¨ªa acusado p¨²blicamente de estar relacionado con el tr¨¢fico de drogas; y su supuesta implicaci¨®n en la muerte del general Omar Torrijos.
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