30 segundos
La teor¨ªa que m¨¢s me ha impresionado despu¨¦s del c¨¦lebre todo va a peor de la segunda ley de la termodin¨¢mica, es la teor¨ªa de los 30 segundos. En realidad es un corolario del principio de la entrop¨ªa porque tambi¨¦n ¨¦sta tiene mucho que ver con la degradaci¨®n de la materia. Dice as¨ª: la duraci¨®n de la atenci¨®n del individuo disminuye a medida que aumenta la cantidad de informa ciones que padece. No sabemos con exactitud cu¨¢l era el tiempo de atenci¨®n de la raza humana en otras ¨¦pocas. S¨®lo sabemos que ahora mismo es de 30 segundos. ?se es el tiempo, exacto de que disponemos para convencer al otro, para exponer el mensaje, para que no se rompa la comunicaci¨®n, para seducir al cliente. M¨¢s all¨¢ del medio minuto, la atenci¨®n se degrada, el individuo se distrae, empieza a pensar en otras cosas, pierde el hilo, pasa la p¨¢gina, cambia de emisora, bosteza o cierra la puerta.Es el dogma central de esos masters acelerados para los que tocan el timbre: si no convences a la v¨ªctima en 30 segundos, ded¨ªcate a otra cosa, muchacho. Pero la teor¨ªa del medio minuto va m¨¢s all¨¢ de esas nuevas ret¨®ricas de venta a domicilio. Tambi¨¦n rige con id¨¦ntica crudeza para los creadores de arte, opini¨®n, filosof¨ªa, pol¨ªtica, narraciones o ambientes. Ah¨ª est¨¢ el origen del famoso malestar de la cultura actual. Tienes medio minuto para enganchar y luego, si te empe?as, ded¨ªcate a experimentar. Comprendo la ira de ciertos intelectuales pl¨²mbeos contra la tiran¨ªa del medio minuto, pero a m¨ª tampoco me gusta la segunda ley de la termodin¨¢mica y me aguanto. Ser¨ªa preferible que la atenci¨®n humana durara algo m¨¢s y que la materia no tuviera esa absurda tendencia hacia el estado inerte. Ahora bien, 30 segundos todav¨ªa son muchos segundos. Es m¨¢s, no conozco en el momento actual ninguna opini¨®n, ideolog¨ªa, religi¨®n, filosof¨ªa, est¨¦tica o pasi¨®n que necesite m¨¢s de medio minuto para su correcta exposici¨®n. En 30 segundos no s¨®lo te pueden contar el origen del universo, la explosi¨®n inaugural, sino que sobra tiempo para provocar la explosi¨®n final.
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