La acci¨®n positiva
y PURIFICACI?N GUTI?RREZEs posible que alguien recuerde una columna aparecida en este diario en la que Vicente Verd¨² (EL PA?S, 28 de enero) se hac¨ªa cruces por la suerte del pa¨ªs y del feminismo tras la aprobaci¨®n por el 312 Congreso del PSOE de la cuota m¨ªnima del 25% de participaci¨®n de las mujeres en los ¨®rganos representativos de dicho partido. Pocos d¨ªas despu¨¦s se publicaron encuestas que reflejaban un apoyo mayoritario de la opini¨®n p¨²blica a esta medida que, aunque no se puede considerar en absoluto original (hace a?os que ha sido adoptada por partidos de otros pa¨ªses europeos), s¨ª puede contribuir a que este pa¨ªs no se vea representado, dirigido y gobernado exclusivamente por varones. En la pol¨¦mica sobre la cuota se ha acusado al PSOE (desde la izquierda y la derecha) de electoralismo y de haber lanzado una cortina de humo para distraer al pa¨ªs de los verdaderos problemas que le acosan. La aprobaci¨®n de la cuota ser¨ªa el conejo blanco que se habr¨ªa sacado Felipe Gonz¨¢lez de su chistera de prestidigitador para enga?arnos a todos.Pues bien, hasta aqu¨ª todo normal. Cualquier medida que cuente con apoyo mayoritario puede ser tildada de electoralista, y no cabe sorprenderse de que sea considerada secundaria y mistificadora si se trata de una medida que afecta a las mujeres, ya que son bien sabidas las sutilezas de las costumbres y usos pol¨ªticos del lugar.
Hay otro reproche, esta vez procedente de la izquierda ilustrada, que, dando por sentada la necesidad de democratizar el poder pol¨ªtico (faltar¨ªa m¨¢s), considera que la cuota puede socavar los principios te¨®ricos de la democracia formal y ser peligrosa para la democracia real, aunque no se les ocurra presentar una alternativa mejor, ya que esta izquierda, por ser como dec¨ªamos ilustrada, no desconoce que es in¨²til esperar que la flauta suene por casualidad, ni a que el ascenso de la mujer en otros ¨¢mbitos capilarice el reducto de la decisi¨®n y el poder pol¨ªtico, que hoy por hoy se asemeja mucho a un club privado masculino (esto ¨²ltimo no ha ocurrido en pa¨ªses que nos llevan a?os de ventaja).
La cuota de representaci¨®n de las mujeres introducida expl¨ªcitamente por el PSOE en su 312 congreso, introducida impl¨ªcitamente por el PCE en su nuevo Comit¨¦ Central tras el 122 congreso y apoyada, seg¨²n las encuestas, por la mayor parte de la poblaci¨®n es un instrumento no exento de problemas, y no un fin, y su utilidad estriba en contrarrestar una situaci¨®n de desigualdad social entre mujeres y hombres que se traduce en la casi exclusi¨®n de m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n (el famoso 52%) de los ¨®rganos de poder y de representaci¨®n pol¨ªtica. Su aplicaci¨®n en los pa¨ªses del norte de Europa ha permitido avances que no se han conseguido con otro tipo de medidas, y eso, desde un punto de vista pragm¨¢tico y re ' alista, debe r¨ªa tenerse en cuenta en un pa¨ªs en el que a veces parece preciso descubrir la p¨®lvora a diario.
'Rigor mortis'
En otro orden de cosas, querr¨ªamos aliviar el luto de los que lloran por la muerte del feminismo con nuestra convicci¨®n de que en la situaci¨®n actual no presenta s¨ªntomas de rigor mortis, y lo decimos mujeres que, desde el gueto del movimiento en los a?os setenta, contempl¨¢bamos entonces las primeras medidas de acci¨®n positiva (por ejemplo, las cuotas de representaci¨®n pol¨ªtica) que se adoptaban en otros pa¨ªses como algo lejano e inimaginable en el nuestro.
El feminismo no ha muerto, sino que ha roto las barreras del gusto y ya no es s¨®lo patrimonio de unas cuantas (entre las que se cuentan las firmantes de este art¨ªculo). Reivindicaciones que hace 10 a?os s¨®lo ten¨ªan eco dentro de c¨ªrculos muy restringidos hoy se han abierto paso en amplios sectores sociales. Lo que en un principio fue conciencia restringida de una minor¨ªa, y despu¨¦s lenta capilarizaci¨®n de la sociedad, es hoy una posibilidad real de transformaci¨®n social para que las mujeres dejen de ser ciudadanas de segunda categor¨ªa. Y para esa transformaci¨®n son necesarios no s¨®lo el movimiento feminista, sino tambi¨¦n los partidos pol¨ªticos y la sociedad en su conjunto.
Tampoco ser¨ªa prudente un optimismo inmoderado, por supuesto. Los viejos estereotipos siguen estando al d¨ªa: para demostrarlo contamos con un pie de foto, realmente delicioso, en la primera p¨¢gina de este diario, en el que se adjudica al secretario de organizaci¨®n del PSOE la propiedad de 18 mujeres. Ser¨ªa curioso comparar la biograf¨ªa del muy ingenioso (y an¨®nimo) autor de ese pie con el de algunas de esas mujeres que ahora se ven convertidas, por su gracejo, en propiedad del se?or Benegas o secci¨®n femenina del PSOE, como rezaba otro ocurrente titular del mismo diario. La animadversi¨®n al PSOE puede explicar algunas de las cartas que han venido a celebrar el chiste an¨®nimo. Pero el desprecio a las mujeres que trasluce ese breve texto es parte de una historia m¨¢s vieja.
Las autoras de este art¨ªculo son feministas.
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