El verdadero delito de Vanunu
NO SE puede considerar cerrado el caso de Mordejai Vanunu, el t¨¦cnico nuclear israel¨ª condenado a 18 a?os de c¨¢rcel por "espionaje grave" y "traici¨®n". Y no s¨®lo porque el abogado defensor haya anunciado un recurso contra la sentencia ante el Tribunal Supremo. La opini¨®n p¨²blica internacional, que ha seguido con estupor los m¨¦todos aplicados por las autoridades israel¨ªes en su persecuci¨®n contra Vanunu, no puede permanecer callada ante una condena tan manifiestamente injusta. Est¨¢ en juego, en este caso, no s¨®lo la suerte de una persona inicuamente perseguida, sino la defensa de principios fundamentales del derecho -que tienen una validez universal- y que han sido violados por el Gobierno de Israel.En primer lugar, ?cu¨¢l es el crimen cometido por Mordejai Vanunu? El antiguo t¨¦cnico nuclear, que trabajaba en las instalaciones at¨®micas secretas de Dimona, en el desierto de Neguev, viaj¨® a Londres en 1986 y facilit¨® al peri¨®dico brit¨ªnico The Sunday Times informaciones demostrando que Israel pose¨ªa la bomba at¨®mica. Seg¨²n declaraciones propias, Vanunu tom¨® esa decisi¨®n por sus convicciones pacifistas, con ra¨ªces religiosas, que le llevaron a considerar inmoral el trabajo que realizaba en las instalaciones israel¨ªes de Dimona. Entre el delito cometido por el t¨¦cnico israel¨ª al difundir informaciones acerca del lugar donde trabajaba y la calificaci¨®n de "espionaje" hay un inmenso abismo. Con toda seguridad, un esp¨ªa no hubiese abandonado su puesto en un centro militar secreto, ni hubiese entregado sus datos a un peri¨®dico.
Por otra parte, las autoridades militares han impedido que el tribunal de Jerusal¨¦n donde se celebr¨® el juicio -a pesar del secreto total de sus deliberaciones- dilucidase si los datos publicados por The Sunday Times eran ciertos o no. Es m¨¢s, el ministro de Defensa, Sim¨®n Peres, declar¨® en una ocasi¨®n que eran simples "patra?as". De ser esto cierto, ?en qu¨¦ cabeza cabe que se pueda condenar por "espionaje" al culpable de divulgar simples patra?as"? En realidad, el delito cometido por Vanunu ha sido pol¨ªtico: ha denunciado la hipocres¨ªa de la actitud de Israel, cuya pol¨ªtica oficial es proclamar que nunca ser¨¢ el primero en introducir la bomba at¨®mica en Oriente Pr¨®ximo mientras, de hecho, fabrica esa bomba. Es l¨®gico que esa denuncia haya indignado al Gobierno israel¨ª, pero resulta aberrante que la respuesta haya sido una condena por "espionaje".
Mucho peor a¨²n ha sido el procedimiento empleado por las autoridades israel¨ªes para conducir a Vanunu ante el tribunal de Jerusal¨¦n: el antiguo t¨¦cnico israel¨ª fue secuestrado en un tercer pa¨ªs por los servicios secretos, el famoso Mosad. Seg¨²n desvelaron el mes pasado The Sunday Times y EL PA?S, Cheryl Bentov -esposa de un mayor del espionaje militar- entabl¨® relaciones con Vanunu y le convenci¨® de que tomase un avi¨®n de Londres a Roma, donde fue narcotizado y embarcado clandestinamente en un carguero que le llev¨® a Israel. Al someter a Vanunu a una incomunicaci¨®n total durante su encarcelamiento y al juzgarle a puerta cerrada, las autoridades israel¨ªes han protegido, no los secretos de las instalaciones nucleares de Dimona, sino los secretos del Mosad, es decir, un secuestro cometido por el Estado de Israel violando las m¨¢s elementales normas del derecho internacional. Bettino Craxi, que presid¨ªa entonces el Gobierno italiano, pidi¨® explicaciones al embajador israel¨ª y estuvo a punto de provocar un incidente diplom¨¢tico. Pero fue una simple escaramuza sin consecuencia. La mala conciencia hist¨®rica determina que muchos pa¨ªses occidentales perdonen a Israel actuaciones que, de ser otros los autores, hubiesen provocado serios conflictos.
Es preocupante la facilidad con que la versi¨®n oficial de un Vanunu "esp¨ªa" y "traidor" ha sido aceptada por la opini¨®n p¨²blica de Israel. Parece como si existiera en aquel pa¨ªs una especie de doble sensibilidad: en una serie de aspectos, el respeto de las normas de un Estado de derecho es escrupuloso; en cambio, cuando entran en juego consideraciones de seguridad nacional, se admite que todo vale, que el Estado puede emplear todos los procedimientos, incluso los moralmente deleznables y contrarios al derecho. Ese doble criterio puede ser sumamente peligroso. Porque, en ¨²ltimo t¨¦rmino, ?qui¨¦n establece la frontera en cada caso? Por ese camino, un Estado acaba utilizando los mismos m¨¦todos que los terroristas. El deslizamiento por esa v¨ªa da?a a Israel en su prestigio internacional y es corrosivo para su moral como sociedad civil y democr¨¢tica.
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